Estrés problemas de salud mental
En psicología, el estrés es una sensación de tensión y presión emocional[1]. Pequeñas cantidades de estrés pueden ser beneficiosas, ya que pueden mejorar el rendimiento deportivo, la motivación y la reacción al entorno. Sin embargo, cantidades excesivas de estrés pueden aumentar el riesgo de accidentes cerebrovasculares, ataques cardíacos, úlceras y enfermedades mentales como la depresión[2] y también el agravamiento de una enfermedad preexistente.
El estrés puede ser externo y estar relacionado con el entorno,[3] pero también puede estar causado por percepciones internas que hacen que un individuo experimente ansiedad u otras emociones negativas en torno a una situación, como presión, malestar, etc., que luego considera estresante.
Hans Selye (1974) propuso cuatro variantes de estrés[4] En un eje sitúa el estrés bueno (eustress) y el estrés malo (distress). En el otro está el exceso de estrés (hiperstress) y el subestrés (hypostress). Selye aboga por equilibrarlos: el objetivo final sería equilibrar perfectamente el hyperstress y el hypostress y tener el mayor eustress posible[5].
Los efectos del estrés en el cuerpo
Las investigaciones sobre la actuación policial durante situaciones de estrés agudo se han centrado principalmente en los procesos cognitivos de orden superior, como la atención, el afecto o la emoción y la toma de decisiones, y en los resultados conductuales de estos procesos, como los errores en el uso de la fuerza letal. Sin embargo, los resultados conductuales en el ámbito policial deben entenderse como una combinación de procesos de orden superior y de la ejecución física de habilidades motoras. Lo que falta en la literatura policial existente es una comprensión de cómo las respuestas fisiológicas al estrés agudo contribuyen a las disminuciones observadas en el rendimiento motriz hábil a nivel neuromuscular. El objetivo de este artículo es llenar este vacío de conocimiento de las siguientes maneras: (1) revisar las pruebas científicas de las respuestas fisiológicas (es decir, autonómicas, endocrinas y musculoesqueléticas) a las exposiciones de estrés agudo y su influencia en el rendimiento motor experto en modelos humanos y animales, (2) revisar las pruebas aplicadas sobre la fisiología del estrés ocupacionalmente relevante y las disminuciones motoras observadas en el rendimiento entre la policía, y (3) discutir las implicaciones de la fisiología del estrés para la formación de la policía e identificar futuras direcciones para los investigadores aplicados. Hay pruebas convincentes de que el deterioro de las habilidades es inevitable bajo niveles elevados de estrés agudo; sin embargo, las prácticas de formación sólidas e informadas por la evidencia pueden ayudar a mitigar este deterioro y contribuir a la seguridad de los agentes.
Por qué es malo el estrés
Una situación estresante -ya sea algo ambiental, como un plazo de entrega inminente en el trabajo, o psicológica, como la preocupación persistente por perder un empleo- puede desencadenar una cascada de hormonas del estrés que producen cambios fisiológicos bien orquestados. Un incidente estresante puede hacer que el corazón lata con fuerza y la respiración se acelere. Los músculos se tensan y aparecen gotas de sudor.
Esta combinación de reacciones al estrés también se conoce como la respuesta de “lucha o huida”, ya que evolucionó como un mecanismo de supervivencia que permite a las personas y a otros mamíferos reaccionar rápidamente ante situaciones que amenazan la vida. La secuencia de cambios hormonales y respuestas fisiológicas, cuidadosamente orquestada pero casi instantánea, ayuda a luchar contra la amenaza o a huir hacia un lugar seguro. Por desgracia, el cuerpo también puede reaccionar de forma exagerada ante factores de estrés que no suponen una amenaza para la vida, como los atascos, la presión laboral y las dificultades familiares.
A lo largo de los años, los investigadores no sólo han aprendido cómo y por qué se producen estas reacciones, sino que también han adquirido conocimientos sobre los efectos a largo plazo que el estrés crónico tiene en la salud física y psicológica. Con el tiempo, la activación repetida de la respuesta al estrés pasa factura al organismo. Las investigaciones sugieren que el estrés crónico contribuye a la hipertensión arterial, favorece la formación de depósitos que obstruyen las arterias y provoca cambios cerebrales que pueden contribuir a la ansiedad, la depresión y la adicción. Otras investigaciones preliminares sugieren que el estrés crónico también puede contribuir a la obesidad, tanto por mecanismos directos (haciendo que la gente coma más) como indirectos (disminuyendo el sueño y el ejercicio).
Síntoma de estrés extremo
El estrés es un componente inherente al mundo natural que se aplica a prácticamente todos los sistemas biológicos. El estrés biológico se refiere a cualquier condición que obligue a los sistemas vivos a alejarse de un estado fisiológico estable, y su impacto está estrechamente relacionado con la naturaleza de los elementos que conforman los organismos vivos. Como el estrés puede aplicarse a muchos niveles diferentes de la organización biológica, el término se ha utilizado en muchos contextos diferentes hasta la fecha. El “estrés fisiológico” se denomina estrés biológico primario y puede definirse como cualquier condición externa o interna que desafía la homeostasis de una célula o un organismo. Teniendo en cuenta las diferentes fuentes posibles de estrés biológico, podemos concebir tres aspectos diferentes del estrés fisiológico: el estrés ambiental, el estrés intrínseco del desarrollo y el envejecimiento (Figura 1).
Figura 1. Diferentes aspectos del estrés fisiológico. El envejecimiento y el estrés ambiental están presentes a lo largo de toda la vida, mientras que el estrés intrínseco del desarrollo sólo se aplica durante el desarrollo embrionario y posembrionario.