Estrés crónico
Pero los acontecimientos estresantes, inesperados y desafiantes son algo más que un descanso del aburrimiento. Estos posibles factores de estrés nos proporcionan oportunidades para estirarnos y crecer. En su raíz, el estrés es exactamente eso: una oportunidad para crecer.
El estrés se refiere a la respuesta fisiológica que nuestro cuerpo, nuestras emociones y nuestro sistema nervioso desencadenan para prepararnos para situaciones que exigen una mayor conciencia. Hay tres tipos principales de estrés: agudo, crónico y eustrés.
El estrés agudo es el término que designa un factor estresante de corta duración. Generalmente se asocia con una respuesta de protección. Si salieras a una calle con mucho tráfico, tu cuerpo reaccionaría rápidamente para sacarte del peligro. El pánico que sientes es un signo de estrés agudo. Sin embargo, cuando el peligro ha pasado, la respuesta de estrés suele disiparse. Cuando lo hace, nuestro cuerpo tiene la oportunidad de recuperarse de la respuesta fisiológica.
En la vida moderna, podemos experimentar estrés agudo por hablar en público o por una discusión o por estar a punto de perder el tren. El estrés agudo puede ser problemático cuando el acontecimiento estresante es grave -por ejemplo, experimentar violencia o temer por nuestra vida- y la respuesta de estrés persiste.
Cuándo se produce el estrés
El estrés es una respuesta normal a las presiones o exigencias de la situación, especialmente si se perciben como amenazantes o peligrosas. El estrés es el resultado de las sustancias químicas del cerebro, llamadas hormonas, que recorren el cuerpo. Estas hormonas hacen que la gente sude, respire más rápido, tense los músculos y se prepare para actuar. Cuando esto ocurre, el sistema de alarma incorporado de una persona -su respuesta de “lucha o huida”- se activa para protegerla.
Una cierta cantidad de estrés es una parte normal de la vida diaria. Pequeñas dosis de estrés ayudan a las personas a cumplir los plazos, a prepararse para las presentaciones, a ser productivas y a llegar a tiempo a los acontecimientos importantes. Sin embargo, el estrés a largo plazo puede resultar perjudicial. Cuando el estrés se vuelve abrumador y prolongado, aumentan los riesgos de sufrir problemas de salud mental y problemas médicos.
El estrés a largo plazo aumenta el riesgo de problemas de salud mental como la ansiedad y la depresión, problemas de consumo de sustancias, problemas de sueño, dolor y molestias corporales como la tensión muscular. También aumenta el riesgo de problemas médicos como dolores de cabeza, problemas gastrointestinales, debilitamiento del sistema inmunitario, dificultad para concebir, hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares y accidentes cerebrovasculares.
Estudio del estrés
Pero los acontecimientos estresantes, inesperados y desafiantes son algo más que un descanso del aburrimiento. Estos posibles factores de estrés nos brindan la oportunidad de estirarnos y crecer. En su raíz, el estrés es exactamente eso: una oportunidad para crecer.
El estrés se refiere a la respuesta fisiológica que nuestro cuerpo, nuestras emociones y nuestro sistema nervioso desencadenan para prepararnos para situaciones que exigen una mayor conciencia. Hay tres tipos principales de estrés: agudo, crónico y eustrés.
El estrés agudo es el término que designa un factor estresante de corta duración. Generalmente se asocia con una respuesta de protección. Si salieras a una calle con mucho tráfico, tu cuerpo reaccionaría rápidamente para sacarte del peligro. El pánico que sientes es un signo de estrés agudo. Sin embargo, cuando el peligro ha pasado, la respuesta de estrés suele disiparse. Cuando lo hace, nuestro cuerpo tiene la oportunidad de recuperarse de la respuesta fisiológica.
En la vida moderna, podemos experimentar estrés agudo por hablar en público o por una discusión o por estar a punto de perder el tren. El estrés agudo puede ser problemático cuando el acontecimiento estresante es grave -por ejemplo, experimentar violencia o temer por nuestra vida- y la respuesta de estrés persiste.
Estrés emocional
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El estrés no siempre es fácil de reconocer, pero hay algunas formas de identificar algunos signos de que puede estar experimentando demasiada presión. A veces el estrés puede provenir de una fuente obvia, pero a veces incluso las pequeñas tensiones diarias del trabajo, la escuela, la familia y los amigos pueden hacer mella en la mente y el cuerpo.
El estrés puede desencadenar la respuesta del cuerpo a una amenaza o peligro percibido, conocida como respuesta de lucha o huida. Durante esta reacción, se liberan ciertas hormonas como la adrenalina y el cortisol. Esto acelera el ritmo cardíaco, ralentiza la digestión, desvía el flujo sanguíneo a los principales grupos musculares y modifica otras funciones nerviosas autónomas, lo que proporciona al cuerpo una explosión de energía y fuerza.
Originalmente denominada así por su capacidad de permitirnos luchar físicamente o huir cuando nos enfrentamos a un peligro, la respuesta de lucha o huida se activa ahora en situaciones en las que ninguna de las dos respuestas es apropiada, como en el tráfico o durante un día estresante en el trabajo.