Estrés de malabsorción
El estrés y la digestión: Cómo romper el ciclo durante el Mes de la Concienciación sobre el EstrésEl estrés y la digestión – los dos pueden parecer prácticamente sin relación, pero en realidad están muy intrincadamente conectados. Se sabe que el estrés provoca una serie de problemas digestivos, como estreñimiento, diarrea, hinchazón, náuseas y acidez. A su vez, los síntomas digestivos pueden desencadenar el estrés, creando un ciclo interminable de malestar y frustración.
Abril es el Mes de la Concienciación sobre el Estrés, lo que proporciona la oportunidad perfecta para evaluar las formas en que el estrés puede estar afectando a su digestión. Se calcula que hasta el 80% de las personas que padecen el síndrome del intestino irritable u otros problemas gastrointestinales ni siquiera hablan de sus síntomas con sus médicos. Esto significa que se están perdiendo información y tratamientos valiosos que podrían poner fin a sus molestias.
Para entender cómo el estrés contribuye a los problemas digestivos, primero hay que comprender la conexión cerebro-intestino. Ésta reside en el sistema nervioso entérico, una subdivisión del sistema nervioso autónomo que controla directamente el sistema digestivo. El sistema nervioso entérico, al que a menudo se hace referencia como un segundo cerebro, contiene más de 100 millones de células nerviosas que recubren el tracto gastrointestinal. Cuando experimentamos estrés, el sistema nervioso activa su respuesta instintiva de “lucha o huida”. Esto disminuye el flujo sanguíneo al sistema digestivo, inhibe las contracciones de los músculos digestivos y disminuye las secreciones digestivas, cerrando esencialmente el proceso digestivo (Fuente: Everyday Health).
Cómo reducir el estrés
Nuestro cerebro y nuestro intestino están más sincronizados de lo que se cree. Por ejemplo, el mero hecho de pensar en comida puede hacer que el estómago produzca jugos digestivos o que la idea de hacer una gran presentación provoque estreñimiento o descontrol en los intestinos.El cerebro y el intestino están en constante comunicación. Esta relación directa hace que nuestro sistema gastrointestinal sea sensible a emociones y reacciones como el estrés.
Cuando estamos estresados, nuestro cerebro envía señales para que se liberen sustancias químicas como la adrenalina, la serotonina (una hormona que afecta al estado de ánimo y que se encuentra en el sistema digestivo), así como la hormona del estrés, el cortisol. Estas hormonas pueden provocar reacciones adversas.
El estrés afecta negativamente a nuestro sistema digestivo de muchas maneras. Puede provocar una disminución del flujo de sangre y oxígeno al estómago, calambres, un desequilibrio de las bacterias intestinales e inflamación. Estos síntomas pueden convertirse en trastornos gastrointestinales (GI) como el síndrome del intestino irritable (SII), la enfermedad del intestino irritable (EII), las úlceras pépticas o la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE).
Cómo mejorar la digestión
Los trastornos gastrointestinales funcionales afectan a entre el 35% y el 70% de las personas en algún momento de su vida, las mujeres con más frecuencia que los hombres. Estos trastornos no tienen una causa física aparente -como una infección o un cáncer-, pero provocan dolor, hinchazón y otras molestias.
Múltiples factores – biológicos, psicológicos y sociales – contribuyen al desarrollo de un trastorno gastrointestinal funcional. Sin embargo, numerosos estudios han sugerido que el estrés puede ser especialmente importante. La relación entre el estrés ambiental o psicológico y el malestar gastrointestinal es compleja y bidireccional: el estrés puede desencadenar y empeorar el dolor gastrointestinal y otros síntomas, y viceversa. Por ello, las terapias psicológicas se utilizan a menudo en combinación con otros tratamientos -o incluso solas- para tratar los trastornos gastrointestinales funcionales.
Las funciones vitales, como la respiración, los latidos del corazón, la presión arterial y la temperatura corporal, se regulan a través del sistema nervioso autónomo. Esta compleja red de nervios se extiende desde el cerebro hasta todos los órganos principales del cuerpo y tiene dos divisiones principales. El sistema nervioso simpático desencadena la respuesta de “lucha o huida”. El sistema nervioso parasimpático calma el cuerpo una vez que ha pasado el peligro. Tanto el sistema nervioso simpático como el parasimpático interactúan con otro componente menos conocido del sistema nervioso autónomo: el sistema nervioso entérico, que ayuda a regular la digestión.
El estrés y la digestión
Tu salud mental afecta a tu salud física más de lo que crees. El estrés y la ansiedad pueden ser los culpables de numerosos problemas de salud, desde el insomnio hasta los dolores de cabeza. Si tiene síntomas gastrointestinales inexplicables como diarrea, malestar estomacal o acidez, el estrés puede ser el culpable.
Aunque el estrés no es necesariamente la causa de los problemas digestivos, puede agravarlos en personas predispuestas a sufrir problemas gastrointestinales. El Dr. Seeman dice que estas personas tienen reacciones severas a los procesos digestivos normales del cuerpo, que pueden ser el resultado de una falta de afrontamiento del estrés.
“Cuando las personas están sometidas a mucho estrés, tendemos a ver cómo afloran los problemas subclínicos”, explica. “Puede ser un estrés consciente o inconsciente. La persona puede estar de duelo, tener problemas de pareja, estrés laboral, etc.”
Si estas modificaciones en el estilo de vida no mejoran los síntomas, hable con su médico sobre los medicamentos de venta libre para sus síntomas específicos. Los medicamentos de prescripción, como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), también pueden utilizarse para tratar las afecciones subyacentes que se ven magnificadas por el estrés.