Cómo conseguir una discapacidad por ansiedad y depresión
Los trastornos de ansiedad, como el TOC, los trastornos de pánico, las fobias o el TEPT, se consideran una discapacidad y pueden dar derecho a las prestaciones por discapacidad de la Seguridad Social. Las personas con ansiedad pueden tener derecho a la incapacidad si son capaces de demostrar que su ansiedad les impide trabajar. Debe presentar pruebas que demuestren que su trastorno de ansiedad se ajusta a los requisitos del Libro Azul de la SSA.
Un trastorno de ansiedad es una condición caracterizada por sentimientos persistentes de aprensión, tensión o malestar. En el caso de las personas verdaderamente discapacitadas por dicho trastorno, estas sensaciones no son simplemente nerviosismo, sino más bien sentimientos abrumadores de alarma e incluso de terror que pueden ser provocados por acontecimientos o situaciones ordinarias que ocurren en la vida cotidiana.
La ansiedad normal puede tener muchas causas, desde diversos trastornos mentales como la depresión, hasta reacciones adversas a la medicación, pasando por situaciones vitales estresantes pero temporales como el divorcio o la pérdida del empleo. En el diagnóstico de un trastorno de ansiedad incapacitante, el médico intentará descartar esas causas para demostrar que la base de la ansiedad del paciente no es atribuible a un problema o acontecimiento distinto. Además, el médico intentará establecer la duración y la gravedad de los síntomas de ansiedad, y determinar el impacto que esos síntomas tienen en su capacidad para realizar tareas cotidianas como el trabajo o la escuela. Para que se considere un verdadero “trastorno de ansiedad”, la ansiedad de una persona debe interferir directa y significativamente en el trabajo, las relaciones, la vida social y/o las actividades cotidianas.
Ansiedad generalizada 日本語
El trastorno de ansiedad social (también conocido como fobia social) se caracteriza por el miedo extremo, la evitación o ambas cosas a una o más situaciones sociales o de actuación, como hacer una presentación, conocer gente nueva o comer delante de otros. Esta afección es común, con una prevalencia a lo largo de la vida de hasta el 13%, y un tercio de las personas afectadas presenta una disfunción importante.
Se buscó en la literatura en inglés sobre el trastorno de ansiedad social indexada en MEDLINE utilizando las frases “social phobia” o “social anxiety disorder”; esta búsqueda se complementó con otras fuentes de datos, como libros de texto recientes, para determinar los síntomas clínicos comunes, el diagnóstico diferencial y el manejo en el ámbito de la atención primaria.
El reconocimiento y el tratamiento del trastorno de ansiedad social son deficientes; sólo una pequeña minoría de pacientes con esta afección la diagnostican o tratan adecuadamente. Los médicos de atención primaria deben sospechar la existencia de un trastorno de ansiedad social en los pacientes que presentan síntomas y signos específicos (como hiperhidrosis, rubor, temblor e hipertensión de bata blanca), en los pacientes que presentan síntomas de ansiedad (como dolor torácico, palpitaciones o mareos) o en los pacientes que presentan otro trastorno de ansiedad conocido, depresión o abuso de sustancias. El tratamiento farmacológico consiste en inhibidores de la recaptación de serotonina, inhibidores de la monoaminooxidasa o benzodiacepinas de alta potencia. Un tipo específico de psicoterapia denominado terapia cognitivo-conductual es otro tratamiento eficaz, pero no es aceptable ni accesible para la mayoría de los pacientes.
Síntomas de ansiedad incapacitantes
Todo el mundo experimenta ansiedad de vez en cuando, pero los que sufren trastornos de ansiedad saben de primera mano lo paralizante que puede ser el funcionamiento diario. Si se le ha diagnosticado un trastorno de ansiedad, sus síntomas pueden interferir significativamente en su capacidad para desempeñar sus funciones laborales.
Hay muchos tipos de trastornos de ansiedad, cualquiera de los cuales puede causar una discapacidad. Saber qué tipo de trastorno de ansiedad padece le proporcionará una buena base para ayudar a fundamentar su solicitud de incapacidad.
Los trastornos de ansiedad pueden causar tanto síntomas emocionales y cognitivos como físicos. Muchas personas se sorprenden al saber que, aunque los trastornos de ansiedad se consideran una enfermedad mental, también tienen síntomas físicos tangibles. Es importante informar de todos los síntomas que experimenta a los médicos que le atienden para que se hagan una idea completa del impacto que tiene su ansiedad en su vida diaria y en su capacidad de trabajo.
Cualquiera de estos síntomas emocionales/cognitivos, si se presentan de forma grave y con suficiente frecuencia, pueden ser incapacitantes. Por ejemplo, su ansiedad puede ser tan severa que habitualmente llama “enfermo” para evitar las reuniones con sus compañeros de trabajo. Puede sufrir ataques de pánico desencadenados por el estrés de su trabajo. O puede estar preocupado por sus síntomas debilitantes y ser incapaz de centrarse, concentrarse o prestar atención durante una llamada telefónica importante con su cliente más importante.
¿Puedo obtener una discapacidad por ansiedad y ataques de pánico?
El estudio, publicado en Rehabilitation Psychology, examinó las respuestas a la encuesta de 441 adultos entre octubre y diciembre de 2020 que se autoidentificaron con una discapacidad. En total, el 61% de los participantes cumplía los criterios de probable trastorno depresivo mayor y el 50% de probable trastorno de ansiedad generalizada.
Esto es mucho más alto que la línea de base anterior a la pandemia entre las personas con y sin discapacidad, dijo Bogart. Investigaciones anteriores en este campo han revelado que alrededor del 22% de las personas con discapacidades son diagnosticadas de depresión a lo largo de su vida. Según la Anxiety & Depression Association of America, en un año medio, aproximadamente el 7% de todos los adultos estadounidenses padecen un trastorno depresivo mayor y el 3% un trastorno de ansiedad generalizada.
“Afortunadamente, algunas de esas políticas se han eliminado, aunque creo que algunas siguen vigentes”, afirma Bogart. “Pero incluso cuando esas políticas no existen, hay muchas otras formas más implícitas de que la atención sanitaria sea de difícil acceso”.
A pesar del aumento de los problemas de salud mental, Bogart ve cierta esperanza en las conclusiones del estudio: El aislamiento social y el acceso a la atención sanitaria son puntos que pueden abordarse con bastante facilidad, por ejemplo, conectándose a través de Zoom y aprovechando las visitas de telesalud cuando sea posible. Varias grandes organizaciones de discapacitados han organizado también eventos comunitarios virtuales, que pueden ser más accesibles para algunas personas que los eventos en persona, dependiendo de su discapacidad.