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Aislamiento social y depresion

mayo 23, 2022
Aislamiento social y depresion

Aislamiento social covid

“Había días en los que simplemente no podía salir de la cama. No quería enfrentarme a la gente. No quería mirar a nadie, sólo quería quedarme allí y supongo que enfurruñarme sola, y simplemente no tenía energía”. (Mujer de unos 10 años, muestra de EE.UU.) [43].

Algunos individuos describieron que se sentían mejor cuando se aislaban de sus compañeros, porque estar cerca de otros era muy agotador emocionalmente. “Cuando llego a casa es como un alivio”, explicó Lana (adolescente, muestra del Reino Unido), que había sufrido acoso escolar por razones no especificadas [50]. Algunos participantes evitaban a los demás pasando tiempo en sus habitaciones o saliendo a pasear solos. Una participante adolescente de EE.UU. explicó: “Sólo quería estar sola”. [41]Los participantes describieron que habían dejado de participar en actividades que antes disfrutaban o que no se sentían capaces de participar plenamente en dichas actividades. Una adolescente de EE.UU., que había tenido un papel activo en las artes escénicas desde los 2 años, explicó.

¿Por qué me aíslo?

Por desgracia, muchos niños y adolescentes con enfermedades de larga duración no pueden asistir a la escuela durante períodos prolongados. Por ejemplo, el absentismo escolar de los niños y adolescentes con EM y cáncer puede oscilar entre meses y años y variar entre periódico y total (Dowsett y Colby, 1997; Bell, 2016). La ausencia escolar durante periodos prolongados da lugar a una interacción limitada con otros niños y adolescentes. Algunos niños pueden acabar perdiendo por completo su red social. ¿Qué tipo de consecuencias puede tener este tipo de aislamiento social para los niños y jóvenes?

Muchos niños con enfermedades de larga duración se ausentan de la escuela durante períodos prolongados. Esto hace que las oportunidades de pasar tiempo con otros niños y jóvenes sean limitadas, y algunos acaban perdiendo su red social. Esto es triste y alarmante. Las investigaciones demuestran que el aislamiento social y la soledad suelen estar relacionados con los trastornos mentales, incluidos los trastornos depresivos.

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Los artículos de Verywell Mind son revisados por médicos certificados y profesionales de la salud mental. Los revisores médicos confirman que el contenido es exhaustivo y preciso, y que refleja las últimas investigaciones basadas en la evidencia. El contenido se revisa antes de su publicación y en caso de actualizaciones sustanciales. Más información.

La soledad es una emoción humana universal que es a la vez compleja y única para cada individuo. Dado que no tiene una única causa común, la prevención y el tratamiento de este estado mental potencialmente perjudicial pueden variar de forma drástica.

Aunque las definiciones comunes de la soledad la describen como un estado de soledad o de estar solo, la soledad es en realidad un estado mental. La soledad hace que las personas se sientan vacías, solas y no deseadas. Las personas que se sienten solas suelen anhelar el contacto humano, pero su estado de ánimo hace más difícil establecer conexiones con otras personas.

Por ejemplo, un estudiante de primer año de universidad puede sentirse solo a pesar de estar rodeado de compañeros de habitación y de otros colegas. Un soldado que comienza su carrera militar puede sentirse solo después de ser desplegado en un país extranjero, a pesar de estar constantemente rodeado de otros miembros de la tropa.

La soledad

Los trastornos psicológicos más comunes que surgen son la ansiedad y el pánico, los síntomas obsesivo-compulsivos, el insomnio, los problemas digestivos, así como los síntomas depresivos y el estrés postraumático (Rogers et al., 2020). Estos no son solo una consecuencia directa de la pandemia, sino que también están impulsados en gran medida por los efectos del aislamiento social prolongado, es decir, la falta objetiva de interacciones con los demás (Leigh-Hunt et al., 2017). La revista médica

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The Lancet ha publicado recientemente un artículo del que se desprende un panorama claro y alarmante: los períodos de aislamiento, incluso de menos de 10 días, pueden tener efectos a largo plazo, con la presencia -hasta 3 años después- de síntomas psiquiátricos (Brooks et al., 2020).

Aunque sea necesario para limitar la propagación de la epidemia, de hecho, los seres humanos no están “diseñados” para gestionar la segregación durante mucho tiempo. Como nos recuerda el filósofo griego Aristóteles, el hombre es un “animal social”, incapaz de vivir aislado de los demás, ya que la ausencia de relaciones elimina las condiciones esenciales para el desarrollo de la identidad personal y el ejercicio de la razón. Aunque nuestro primer instinto sea reaccionar con rabia ante (y con) las personas que salen a la calle, es necesario adoptar una postura compasiva más universal, y reconocer que la propia naturaleza del ser humano contrasta con la situación que estamos viviendo.

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