Ataque de pánico presión arterial 200
Se comprueba la hipótesis de que los niveles más altos de ansiedad promueven mayores respuestas de la presión arterial (PA) durante el ejercicio físico. También se comprueba la hipótesis de que la respuesta metaborrefleja aumenta en un individuo ansioso.
Había 43 voluntarios divididos por nivel de ansiedad: 12 voluntarios con síntomas leves, moderados y graves (grupo de ansiedad) y 31 voluntarios con un nivel mínimo de ansiedad (grupo de control). Se midieron simultáneamente la PA arterial, la frecuencia cardíaca y el flujo sanguíneo del antebrazo durante el ejercicio de agarre con la mano y la isquemia posterior al ejercicio, y se calculó la resistencia vascular del antebrazo (RVF).
Los individuos ansiosos presentan respuestas de PA más elevadas durante el ejercicio físico en comparación con aquellos con síntomas mínimos de ansiedad. Esta mayor respuesta puede explicarse, en parte, por el aumento de la resistencia vascular periférica debido a la mayor respuesta metaborrefleja.
La ansiedad, un estado emocional transitorio y normal a lo largo de la vida, promueve sentimientos de descontento, malestar o preocupación por un acontecimiento de resultado incierto11. Mah L, Szabuniewicz C, Fiocco AJ. ¿Puede la ansiedad dañar el cerebro? Curr Opin Psychiatry. 2016;29(1):56-63.. Sin embargo, cuando el nivel de ansiedad es desproporcionado con respecto al estímulo y los síntomas de ansiedad se vuelven crónicos, este estado emocional puede convertirse en patológico y puede interferir negativamente en las actividades diarias11. Mah L, Szabuniewicz C, Fiocco AJ. ¿Puede la ansiedad dañar el cerebro? Curr Opin Psychiatry. 2016;29(1):56-63..
Cómo bajar la tensión arterial al instante
La presión arterial (PA) es la presión que el flujo sanguíneo ejerce contra las paredes de los vasos sanguíneos. Varía en las distintas partes del cuerpo humano en función de las fases de contracción del corazón y de las condiciones de salud, ejercicio, estrés, etc. Si el término PA se utiliza sin más especificaciones, suele referirse por antonomasia a la presión arterial en la circulación sistémica. La PA suele expresarse en términos de la PA sistólica (PAS, presión máxima), sobre la PA diastólica (PAD, presión mínima) (Hodgkinson et al., 2015). Se suele medir en la parte superior del brazo de una persona y se mide en milímetros de mercurio (mmHg) porque el dispositivo tradicional utilizado para medir la PA, un esfigmomanómetro, utilizaba una columna de vidrio llena de mercurio y se calibraba en milímetros. La PA normal en reposo en un adulto está dentro del rango de 100-140 mmHg sistólica y 60-90 mmHg diastólica (Mancia et al., 2013).
Además, durante las dos últimas décadas, la presión del pulso (PP), definida como la diferencia entre la PAS y la PAD dentro de un rango normal de 30-80 mmHg, ha recibido una atención creciente como predictor independiente de riesgo cardiovascular (Tin et al., 2002). Algunos autores, en un metaanálisis de 2.000 estudios que combinaban más de 8.000 sujetos de edad avanzada, demostraron que el riesgo de complicaciones cardiovasculares importantes y de mortalidad aumentaba en casi un 20% con un incremento de 10 mm Hg en la PP (Blacher et al., 2000). Por otro lado, los estudios en adultos jóvenes son todavía escasos y los resultados a menudo contradictorios, lo que motiva la creciente necesidad de investigar en estos sujetos para cumplir con una adecuada prevención de dichas enfermedades invalidantes (Ritvanen et al., 2003; Riese et al., 2004).
Presión arterial diastólica
Los profesionales de la medicina saben desde hace tiempo que la presión arterial medida en la consulta del médico puede no coincidir con la verdadera presión arterial normal. Esto puede deberse a una de las dos condiciones que causan lecturas “falsas”, y las investigaciones recientes muestran que ambas exigen un control más constante y preciso de la presión arterial.
Cuando el estrés y la ansiedad provocados por una visita a la clínica o al hospital dan lugar a lecturas de la tensión arterial superiores a las normales, el efecto se conoce como hipertensión de bata blanca (HBC), o “síndrome de la bata blanca”, llamado así por las batas que llevan los médicos. La HCH se da en aproximadamente una de cada cinco personas. No es necesariamente una respuesta a la presencia de un médico o enfermera; la ansiedad que algunas personas tienen antes y durante una visita médica puede desencadenar el síndrome.
El otro trastorno, conocido como “hipertensión enmascarada”, es el opuesto a la HCH. La hipertensión enmascarada se produce cuando las personas tienen normalmente la tensión arterial alta, pero ésta no aparece cuando se mide en la consulta del médico.
La HWC puede conducir a un diagnóstico incorrecto de la presión arterial alta (hipertensión) y a una medicación excesiva. También puede indicar que la presión arterial de la persona tiende a aumentar cuando tiene ansiedad por otros motivos. Por otra parte, la hipertensión enmascarada puede impedir el tratamiento necesario de la hipertensión.
Ansiedad por la presión arterial baja
La ansiedad forma parte de la vida. La sentimos cuando estamos atrapados en el tráfico, acosados en el trabajo o preocupados por nuestra familia y nuestras finanzas. No hay duda de que sentirse ansioso puede elevar la presión arterial, al menos a corto plazo. “Nuestra mente y nuestros pensamientos están ciertamente conectados con nuestro corazón”, dice el Dr. Christopher Celano, director asociado del Programa de Investigación en Psiquiatría Cardíaca del Hospital General de Massachusetts. Cuando algo le produce ansiedad -ya sea una emergencia que ponga en peligro su vida o una preocupación persistente-, su sistema nervioso simpático inicia una respuesta de lucha o huida que eleva su ritmo cardíaco y su presión arterial, explica.
“Habla con un médico u otro proveedor sobre ello”, aconseja. Hay varias formas de tratarla, desde la meditación y el entrenamiento de la respuesta de relajación hasta la medicación, dice. Incluso si resulta que la ansiedad por sí misma no contribuye a la enfermedad cardíaca, mantener la preocupación bajo control sigue siendo importante. “Independientemente de que la ansiedad crónica contribuya a la hipertensión, controlar la ansiedad y el estrés es un aspecto importante para mantener una alta calidad de vida”, afirma. Un estado constante de ansiedad elevada no es algo que debas ignorar.