Necesidad de control
Aunque estoy mucho mejor que antes, soy un poco maniático del control. A menudo utilizo energías perfectamente buenas intentando planificar, predecir y prevenir cosas que no puedo planificar, predecir o prevenir.
Por ejemplo, me pregunto si mi bebé dormirá una siesta adecuada cuando viajemos y, si no es así, qué tan malhumorada estará. Pienso en sus patrones de viaje y de siesta, intentando averiguar exactamente a qué nos enfrentamos, como si su sueño fuera algo que pudiera controlar.
Cuando confiamos en que estamos bien independientemente de las circunstancias que se nos presenten, no necesitamos microgestionar el universo. Nos dejamos llevar. Y nos abrimos a todo tipo de posibilidades maravillosas que no existen cuando estamos apegados a un camino “correcto”.
Sospecho que es ligeramente diferente para todos, pero esto es lo que el modo de control parece y se siente para mí: Mi visión se vuelve muy estrecha y enfocada, mi respiración es poco profunda, la adrenalina se dispara y mi ritmo cardíaco aumenta.
Por ejemplo, cuando soy consciente de que estoy en modo control, me imagino que estoy en una pequeña barca remando río arriba, contra la corriente. Es difícil. Es una lucha. Así es como se siente el modo de control para mí.
Comportamiento de control
En tiempos de incertidumbre, las personas se sienten más seguras cuando tienen una sensación de control. Esto suele llevar a intentar controlar los resultados, las situaciones, las reacciones de los demás o el entorno. Cuanto más incierta es la situación, más se aferran las personas a los intentos de control.
Para experimentar la mayor sensación de calma, paz mental y poder sobre el propio destino, es necesario un cambio en esta forma de pensar. El cambio es hacia una mentalidad que se centra en la autoeficacia en lugar de controlar los factores externos.
Una vez que te das cuenta de que no puedes controlar los acontecimientos externos, tus energías pueden colocarse en otra parte. Puedes centrarte en lo único que sí puedes controlar: tus respuestas, tu mentalidad, tu actitud, tu perspectiva.
Experimentarás un aumento del rendimiento en el trabajo y más alegría y libertad. Dejar ir lo que no puedes controlar también abre la puerta a posibilidades emocionantes o interesantes que ni siquiera has imaginado.
Pero qué ocurre ante lo inesperado o lo que no tiene arreglo. Son cosas como una pandemia, la enfermedad o la muerte de un ser querido, o un cambio significativo en tu trabajo. De hecho, hace falta fuerza y valor para rendirse.
Cuestiones de control
Michelle C. Brooten-Brooks es una terapeuta matrimonial y familiar licenciada, reportera de salud y escritora médica con más de veinte años de experiencia en periodismo. Sus artículos y reportajes sobre salud han aparecido en numerosos periódicos de todo el país.
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Las personas controladoras quieren tener el control o afirmar el poder sobre otra persona. Pueden ser intimidantes, prepotentes y dominantes en sus esfuerzos por salirse con la suya manipulando a los demás. Las personas controladoras pueden ser parejas, familiares, amigos y colegas.
El comportamiento controlador puede llegar a ser abusivo, especialmente cuando hace que una persona se sienta asustada o intimidada. Siga leyendo para conocer los signos del comportamiento controlador, por qué se produce, cuándo se convierte en abusivo y cómo afrontarlo.
Cómo ser menos controlador
Un trastorno de ansiedad no se desarrolla ni es causado por un solo factor, sino por una combinación de cosas. Hay otros factores que influyen, como la personalidad, las experiencias vitales difíciles y la salud física.
Algunas personas que padecen trastornos de ansiedad pueden tener una predisposición genética a la ansiedad y, en ocasiones, estos trastornos pueden ser hereditarios. Sin embargo, el hecho de que uno de los padres o un pariente cercano padezca ansiedad u otro trastorno de salud mental no significa que se vaya a desarrollar automáticamente la ansiedad.
Las investigaciones sugieren que las personas con determinados rasgos de personalidad son más propensas a padecer ansiedad. Por ejemplo, los niños que son perfeccionistas, se ponen nerviosos con facilidad, son tímidos, se inhiben, carecen de autoestima o quieren controlarlo todo, a veces desarrollan ansiedad durante la infancia, la adolescencia o cuando son adultos.
Las enfermedades físicas crónicas también pueden contribuir a los estados de ansiedad o repercutir en el tratamiento de la ansiedad o de la propia enfermedad física. Las enfermedades crónicas más comunes asociadas a los estados de ansiedad son