El cerebro de la ansiedad frente al cerebro normal
La respuesta de huida o de huida se basa en la adrenalina, la hormona del miedo. La adrenalina actúa dando prioridad al suministro de sangre, asegurándose de que la sangre oxigenada esté disponible en los brazos y las piernas para una huida rápida y a través del cerebro para ayudarnos a tomar decisiones en una fracción de segundo. El suministro de sangre se extrae de las zonas del cuerpo que no se necesitan en momentos de peligro, como el estómago y los órganos sexuales, porque si uno se encuentra en una situación que pone en peligro su vida, no va a detenerse a comer o a mantener relaciones sexuales. Esta suele ser la razón por la que cuando alguien está continuamente estresado, puede sentirse mal, no puede comer y puede dejar de tener relaciones sexuales.
El cuerpo puede actuar de forma inadecuada ante las tensiones y los trabajos de la vida cotidiana y la producción de adrenalina puede iniciarse innecesariamente en respuesta a un factor de estrés menor. Entonces se pone en marcha una reacción en cadena: uno empieza a sudar, a sentirse mal y a sufrir palpitaciones y toda la respuesta al estrés se impone, lo que provoca ansiedad. Uno puede entonces empezar a preocuparse por la forma en que se siente y esto exagera su ansiedad y comienza una reacción en cadena. A partir de esto, también pueden desarrollarse miedos secundarios -miedo a las sensaciones corporales causadas por la ansiedad- comúnmente conocido como miedo al miedo. Las sensaciones corporales desagradables de la ansiedad y el pánico pueden ser tan temidas, o incluso más, que la situación o el acontecimiento que desencadenó la respuesta de ansiedad.
¿Qué parte del sistema nervioso se ve afectada por la ansiedad?
La amígdala es responsable de la expresión del miedo y la agresión, así como del comportamiento defensivo específico de cada especie, y desempeña un papel en la formación y recuperación de recuerdos emocionales y relacionados con el miedo.
¿Cuáles son los 3 sistemas afectados por la ansiedad?
La ansiedad puede afectar a la salud física y mental. Puede afectar a los sistemas cardiovascular, urinario, digestivo y respiratorio, y puede aumentar el riesgo de infección.
Qué causa la ansiedad severa en el cerebro
Todo el mundo experimenta miedo y ansiedad en algún momento de su vida. El miedo es una respuesta inmediata a un estímulo amenazante concreto. La ansiedad, en cambio, es una respuesta menos intensa pero más sostenida a fuentes de ansiedad que pueden ser conocidas. Por ejemplo, uno puede sentirse ansioso ante la posibilidad de ver una serpiente en una excursión por el bosque, mientras que puede experimentar miedo si una se desliza directamente delante de él.
En algunos casos, las personas pueden estar generalmente ansiosas sin saber realmente por qué. Normalmente, el cerebro gestiona nuestro miedo y ansiedad sin permitir que interfieran en nuestro funcionamiento diario. Si hay una amenaza cercana, diferentes áreas del cerebro nos ayudan a dar sentido a la amenaza amplificando o aplacando nuestra ansiedad y miedo.
Sin embargo, para algunas personas, la ansiedad puede ser abrumadora y puede interferir en la vida diaria. La ansiedad se convierte en un problema cuando estas áreas cerebrales funcionan de forma inadecuada (o no funcionan), desencadenando una serie de comportamientos inapropiados o irracionales. Este tipo de ansiedad duradera puede diagnosticarse como un trastorno de ansiedad. Los trastornos de ansiedad, como el trastorno de pánico o el trastorno de ansiedad social, pueden requerir terapia para que los pacientes puedan llevar una vida normal y feliz.
Efectos de la ansiedad
El estrés exacerba las enfermedades mentales como la depresión, pero también parece aumentar el riesgo de demencia, lo que sugiere un mecanismo común para el desarrollo del deterioro afectivo y cognitivo inducido por el estrés. El objetivo de esta revisión es abordar la cuestión de si la ansiedad “daña” el cerebro, e identificar los posibles mecanismos de la relación entre el estrés y las enfermedades neuropsiquiátricas.
Los trastornos de ansiedad se asocian a alteraciones en el neurocircuito del miedo, de forma que los procesos “ascendentes” de la amígdala que responden a la amenaza son exagerados, y la regulación de estos procesos por parte de la corteza prefrontal (CPF) y el hipocampo se ve afectada. La exposición crónica al estrés también altera el neurocircuito del miedo, ya que aumenta el funcionamiento de la amígdala y provoca la degeneración estructural del CPF y el hipocampo, lo que inhibe el control del CPF y el hipocampo sobre la respuesta al estrés. Las intervenciones farmacológicas (por ejemplo, medicamentos antidepresivos) y no farmacológicas (terapia cognitivo-conductual, ejercicio) pueden revertir el daño inducido por el estrés en el cerebro.
Cómo afecta la ansiedad a la salud mental
A veces el estrés está causado por algo psicológico, como la preocupación constante por la pérdida de un trabajo o un problema familiar. Otras veces, la causa de los sentimientos de ansiedad puede ser ambiental, como la proximidad de un plazo de entrega importante o el intento de llegar al trabajo durante una hora punta muy concurrida.
Independientemente de la causa del estrés, los niveles elevados de ansiedad hacen que el cuerpo humano reaccione liberando hormonas del estrés que dan lugar a cambios fisiológicos que incluyen el palpitar del corazón, la aceleración de la respiración, la tensión de los músculos y la sudoración. Todas las reacciones combinadas del cuerpo ante el estrés se conocen como la respuesta de lucha o huida.
La respuesta de lucha o huida fue concebida como un mecanismo de supervivencia que permitía a los mamíferos, incluidos los humanos, reaccionar rápidamente ante una situación que pusiera en peligro su vida. Por desgracia, hoy en día el cuerpo humano tiene la misma respuesta ante factores de estrés que no suponen una amenaza para la vida y que provocan altos niveles de ansiedad.
Las investigaciones han demostrado que los efectos a largo plazo del estrés crónico afectan a la salud psicológica y física de una persona. Según un artículo de Harvard Health Publishing, “la activación repetida de la respuesta al estrés pasa factura al organismo. Las investigaciones sugieren que el estrés crónico contribuye a la presión arterial alta, promueve la formación de depósitos que obstruyen las arterias y provoca cambios cerebrales que pueden contribuir a la ansiedad, la depresión y la adicción.”