Casadastraphobia
Muchos de nosotros hemos oído esta afirmación, o incluso la hemos pronunciado nosotros mismos, especialmente los que estudiamos a los lobos o intentamos enseñar al público sobre ellos. Pero, ¿hasta qué punto es cierta la afirmación y por qué los calificativos? La afirmación lleva muchos años vigente. ¿No ha habido nunca una excepción? Además, si los lobos no atacan a las personas, ¿por qué no lo hacen?
Como alguien cuyo trabajo me ha obligado a tratar de cerca con los lobos con regularidad, he tratado de estar al tanto de estas cuestiones. He pasado los últimos 12 veranos viviendo prácticamente con una manada de lobos salvajes en el alto Ártico, a sólo 600 millas del Polo Norte. Todas las noches durante esos veranos sólo el fino nylon de mi tienda me separaba de los lobos mientras dormía. A menudo, los lobos adultos aullaban o ladraban, o los cachorros gemían, a pocos metros de mi cabeza, interrumpiendo mi sueño. Incluso cuando estaba fuera de mi tienda comiendo, o a veces cuando estaba indispuesto, mis compañeros cánidos de verano husmeaban y me obligaban a perseguirlos. Eso sin contar las veces que los he pillado revolcándose en mis calzoncillos recién limpiados que había extendido en la tundra para que se secaran.
Estigiofobia
Al igual que en la literatura, el folclore y las películas, los hombres lobo también aparecen en nuestros sueños. Ya conoces a estas bestias ariscas, que cambian de forma, y que suelen ser mitad humanos mitad lobos con extraordinarios superpoderes.
Al hombre lobo no le gusta nada más que perseguir al soñador hasta el punto de acabar atacándole o mordiéndole. La falta de introspección en la vida de uno sólo aumenta el miedo que se proyecta en el lobo.
Lamentamos darte la noticia pero el lobo es una manifestación de ti. O el tú que no quieres reconocer dentro de ti. Verás, siempre que el soñador permanezca ignorante en sus propios comportamientos y estilos de vida, el hombre lobo levantará su fea cabeza.
En general, el hombre lobo en su sueño simboliza un aspecto de duelo de la personalidad del soñador, sugiriendo que hay una lucha interior entre las fuerzas del bien y del mal. Una lucha inconsciente que espera que el soñador venza su transformación negativa.
Estas criaturas bestiales reflejan su incapacidad para controlar sus impulsos y deseos en una multiplicidad de formas más allá de lo físico. Sugiriendo que este tipo de antojos acaban cambiando lo que eres como persona.
Las fobias más extrañas
Junto a los casos de Anna O y el pequeño Hans, la vida de un hombre conocido como el “Hombre de los Lobos” ayudó a popularizar el enfoque psicodinámico de Sigmund Freud, que enfatizaba la importancia de los sucesos ocurridos en las primeras etapas de la vida y su impacto en nuestro bienestar a medida que envejecemos.En profundidadEnfoque psicodinámicoCómo las teorías de Freud sobre la psique humana tratan de explicar la influencia de nuestro subconsciente. Más información
Freud se enteró de que el Hombre de los Lobos había desarrollado un miedo irracional a los animales -incluso a las mariposas- cuando era niño y creyó que podía identificar los traumas que habían provocado este miedo, junto con otros problemas como la práctica religiosa obsesiva y la ansiedad de castración. Tras un largo periodo de sesiones con Freud, el psicoanalista publicó el caso del Hombre de los Lobos en Historia de una neurosis infantil en 1918. Los casos de Freud
Las sesiones del Hombre de los Lobos comenzaron en febrero de ese mismo año y, tras la persuasión de Freud, éste aceptó que sus sesiones se prolongaran sólo hasta una fecha determinada. Freud creía que esto motivaría a su cliente a disminuir su resistencia y a cooperar más que si se vieran indefinidamente. Sin embargo, las sesiones continuaron de forma intermitente durante muchos años más allá de la fecha acordada.
Las fobias más raras
La liebre de raqueta (Lepus americanus). Foto de Robbie George/The National Geographic Image CollectionSer comidoEl miedo a convertirse en comida es una poderosa fuerza evolutiva que moldea cerebros, comportamientos y ecosistemas enterospor Lesley Evans Ogden + BIOLa liebre de raqueta (Lepus americanus). Foto de Robbie George/Colección de imágenes de National GeographicCuando la marea alta inunda los bajíos fangosos del delta del río Fraser, en la Columbia Británica, lo que parece un enjambre de mosquitos se agita en el aire. Si se observa más de cerca, la masa que revolotea resulta ser una bandada de pequeñas aves costeras. Las alas grises y marrones y el pecho blanco de varios miles de correlimos del Pacífico se mueven de forma sincronizada, ondulando a baja altura sobre el agua y luego elevándose como una ola ondulante, a veces durante horas. Mantenerse así en el aire es agotador, especialmente en pleno invierno, cuando los hornos internos de estas pequeñas aves, que pesan menos que una pelota de tenis, deben repostar continuamente. Pero posarse para descansar y digerir sus alimentos cavados en el barro de las marismas costeras adyacentes tiene un coste: una visión oscura y temible de los depredadores que acechan, como el halcón peregrino en paracaídas. Los porrones no se posarán hasta que la marea menguante les devuelva sus vistas más seguras y abiertas.