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La amigdala y el estres

mayo 29, 2022
La amigdala y el estres

Localización de la amígdala

Una situación estresante -ya sea algo ambiental, como un plazo de entrega inminente en el trabajo, o psicológica, como la preocupación persistente por perder un empleo- puede desencadenar una cascada de hormonas del estrés que producen cambios fisiológicos bien orquestados. Un incidente estresante puede hacer que el corazón lata con fuerza y la respiración se acelere. Los músculos se tensan y aparecen gotas de sudor.

Esta combinación de reacciones al estrés también se conoce como la respuesta de “lucha o huida”, ya que evolucionó como un mecanismo de supervivencia que permite a las personas y a otros mamíferos reaccionar rápidamente ante situaciones que amenazan la vida. La secuencia de cambios hormonales y respuestas fisiológicas, cuidadosamente orquestada pero casi instantánea, ayuda a luchar contra la amenaza o a huir hacia un lugar seguro. Por desgracia, el cuerpo también puede reaccionar de forma exagerada ante factores de estrés que no suponen una amenaza para la vida, como los atascos, la presión laboral y las dificultades familiares.

A lo largo de los años, los investigadores no sólo han aprendido cómo y por qué se producen estas reacciones, sino que también han adquirido conocimientos sobre los efectos a largo plazo que el estrés crónico tiene en la salud física y psicológica. Con el tiempo, la activación repetida de la respuesta al estrés pasa factura al organismo. Las investigaciones sugieren que el estrés crónico contribuye a la hipertensión arterial, favorece la formación de depósitos que obstruyen las arterias y provoca cambios cerebrales que pueden contribuir a la ansiedad, la depresión y la adicción. Otras investigaciones preliminares sugieren que el estrés crónico también puede contribuir a la obesidad, tanto por mecanismos directos (haciendo que la gente coma más) como indirectos (disminuyendo el sueño y el ejercicio).

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Función de la amígdala

Esta investigación comparará el impacto del estrés crónico e intenso en el hipocampo y la amígdala y determinará la contribución de los glucocorticoides (una hormona segregada en respuesta al estrés) y la hormona del crecimiento (una hormona que se regula de forma exclusiva en la amígdala tras el estrés crónico) a estos efectos. Este trabajo arrojará luz sobre las múltiples formas en que el estrés crónico puede potenciar el miedo y la ansiedad, e identificará nuevas estrategias terapéuticas mediante las cuales se puede reducir la potenciación de la memoria del miedo por el estrés. Esto es especialmente importante, ya que el estrés crónico es un potente desencadenante de enfermedades mentales afectivas como el trastorno de estrés postraumático (TEPT), pero se desconocen los mecanismos por los que el estrés desencadena esta clase de enfermedades mentales.

Amígdala google scholar

Bing-Xing Pan.Información adicionalIntereses en competenciaLos autores declaran que no tienen intereses en competencia.Contribución de los autoresLZ y WM realizaron la mayoría de los experimentos electrofisiológicos y analizaron los datos. SC y HY realizaron los modelos de ratones de inmovilización crónica y estrés imprevisible. PH y CW midieron la excitabilidad neuronal en diferentes grupos de ratones. XX inyectó a los ratones diferentes fármacos. PB concibió y diseñó el proyecto. PB y PW redactaron el manuscrito. Todos los autores leyeron y aprobaron el manuscrito final.Zhi-Peng Liu, Chen Song contribuyeron a partes iguales a este trabajo.Archivos originales de los autores para las imágenesA continuación se muestran los enlaces a los archivos originales de los autores para las imágenes.Archivo original de los autores para la figura 1Archivo original de los autores para la figura 2Archivo original de los autores para la figura 3Archivo original de los autores para la figura 4Archivo original de los autores para la figura 5Archivo original de los autores para la figura 6Archivo original de los autores para la figura 7Derechos y permisos

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Secuestro de la amígdala

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¿Alguna vez ha perdido el control de sus emociones y ha hecho algo en el calor del momento de lo que luego se ha arrepentido? Tal vez se le haya ido la olla o haya estallado contra alguien -su pareja o su hijo, un compañero de trabajo o quizás el conductor de otro coche- hasta tal punto que más tarde se dio cuenta de que estaba fuera de lugar.

El término “secuestro de la amígdala” fue utilizado por primera vez por el psicólogo Daniel Goleman en su libro de 1995, “Emotional Intelligence: Por qué puede importar más que el coeficiente intelectual” para referirse a una reacción emocional inmediata e intensa que está fuera de proporción con la situación. En otras palabras, es cuando alguien “pierde los papeles” o reacciona de forma exagerada ante algo o alguien.

Cuando vemos, oímos, tocamos o probamos algo, esa información sensorial se dirige primero al tálamo, que actúa como estación de transmisión del cerebro. A continuación, el tálamo transmite esa información al neocórtex (el “cerebro pensante”). Desde allí, se envía a la amígdala (el “cerebro emocional”), que produce la respuesta emocional adecuada.

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