La ciencia de la ansiedad
A veces el estrés está causado por algo psicológico, como la preocupación constante por la pérdida de un trabajo o un problema familiar. Otras veces la causa de los sentimientos de ansiedad puede ser ambiental, como la proximidad de una fecha límite importante o el intento de llegar al trabajo durante una hora punta muy concurrida.
Independientemente de la causa del estrés, los niveles elevados de ansiedad hacen que el cuerpo humano reaccione liberando hormonas del estrés que dan lugar a cambios fisiológicos que incluyen el palpitar del corazón, la aceleración de la respiración, la tensión de los músculos y la sudoración. Todas las reacciones combinadas del cuerpo ante el estrés se conocen como la respuesta de lucha o huida.
La respuesta de lucha o huida fue concebida como un mecanismo de supervivencia que permitía a los mamíferos, incluidos los humanos, reaccionar rápidamente ante una situación que pusiera en peligro su vida. Por desgracia, hoy en día el cuerpo humano tiene la misma respuesta ante factores de estrés que no suponen una amenaza para la vida y que provocan altos niveles de ansiedad.
Las investigaciones han demostrado que los efectos a largo plazo del estrés crónico afectan a la salud psicológica y física de una persona. Según un artículo de Harvard Health Publishing, “la activación repetida de la respuesta al estrés pasa factura al organismo. Las investigaciones sugieren que el estrés crónico contribuye a la presión arterial alta, promueve la formación de depósitos que obstruyen las arterias y provoca cambios cerebrales que pueden contribuir a la ansiedad, la depresión y la adicción.”
Sistema nervioso parasimpático hiperactivo
La temporada electoral ha estado llena de vitriolo y de enfrentamientos. Todos los días nos inundaban los comentarios de los medios de comunicación, las afirmaciones alarmistas y los titulares catastrofistas. El miedo parecía estar en todas partes. Te has pasado un año preocupado por el país y la calidad de su liderazgo. Y ahora ha terminado, y todavía está tan ansioso que cualquier discusión sobre política hace que su mente se acelere, su cabeza le duela y su estómago se revuelva… ¿Qué está pasando? Su cuerpo le está diciendo que su sistema nervioso autónomo (SNA) está en alerta máxima y muestra signos de desregulación.
Disregulación del sistema nervioso
Tabla 2 Análisis bivariante de las variables clínicas y epidemiológicasTabla completaSe administró la escala de Leiter-R a 30 niños (de 3 a 15 años) para evaluar el funcionamiento cognitivo no verbal. Los padres/tutores completaron el CBCL y participaron en la entrevista K-SADS para evaluar los problemas emocionales/conductuales.La puntuación media del CI y del razonamiento fluido estaba dentro del rango normal de la mente (CI media 97,82, SD 17,78; Razonamiento fluido media 95,62, SD 16,49).Los resultados medios obtenidos en el área de internalización y externalización del CBCL no estaban incluidos en el rango de significación clínica. En particular, la media de la puntuación T de los problemas internalizantes observada fue de 49,2, mientras que la media de la puntuación T de los problemas externalizantes fue de 42,66.Un porcentaje del 20% de los niños inscritos mostró criterios de trastorno de ansiedad generalizada durante la entrevista semiestructurada de la K-SADS. En particular, seis pacientes (3 varones y 3 mujeres) obtuvieron un diagnóstico de trastorno de ansiedad durante la evaluación, cinco pacientes con un diagnóstico previo de meningitis y un niño con un diagnóstico previo de cerebelitis; sólo un niño obtuvo el diagnóstico de trastorno por déficit de atención e hiperactividad.Además, tres pacientes presentaron pocas características de trastorno de ansiedad sin criterios completos para un diagnóstico psicopatológico (Fig. 1).
Descansar y digerir
Una situación estresante -ya sea algo ambiental, como un plazo de entrega inminente en el trabajo, o psicológica, como la preocupación persistente por perder un empleo- puede desencadenar una cascada de hormonas del estrés que producen cambios fisiológicos bien orquestados. Un incidente estresante puede hacer que el corazón lata con fuerza y la respiración se acelere. Los músculos se tensan y aparecen gotas de sudor.
Esta combinación de reacciones al estrés también se conoce como la respuesta de “lucha o huida”, ya que evolucionó como un mecanismo de supervivencia que permite a las personas y a otros mamíferos reaccionar rápidamente ante situaciones que amenazan la vida. La secuencia de cambios hormonales y respuestas fisiológicas, cuidadosamente orquestada pero casi instantánea, ayuda a luchar contra la amenaza o a huir hacia un lugar seguro. Por desgracia, el cuerpo también puede reaccionar de forma exagerada ante factores de estrés que no suponen una amenaza para la vida, como los atascos, la presión laboral y las dificultades familiares.
A lo largo de los años, los investigadores no sólo han aprendido cómo y por qué se producen estas reacciones, sino que también han adquirido conocimientos sobre los efectos a largo plazo que el estrés crónico tiene en la salud física y psicológica. Con el tiempo, la activación repetida de la respuesta al estrés pasa factura al organismo. Las investigaciones sugieren que el estrés crónico contribuye a la hipertensión arterial, favorece la formación de depósitos que obstruyen las arterias y provoca cambios cerebrales que pueden contribuir a la ansiedad, la depresión y la adicción. Otras investigaciones preliminares sugieren que el estrés crónico también puede contribuir a la obesidad, tanto por mecanismos directos (haciendo que la gente coma más) como indirectos (disminuyendo el sueño y el ejercicio).