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Cerebro reptiliano ansiedad

octubre 4, 2022
Cerebro reptiliano ansiedad

Ansiedad del cerebro de lagarto

En su libro Linchpin: Are You Indispensable?, Seth Godin habla mucho del término “cerebro de lagarto” 1 (también conocido como “cerebro reptiliano”) para referirse a la parte más primitiva de nuestro cerebro, donde residen los instintos que nos advierten del peligro cuando éste acecha. En realidad, este cerebro de lagarto es una metáfora de la amígdala, la parte del sistema límbico encargada de procesar nuestras emociones.

Esta antigua parte del cerebro nos permite reaccionar ante una amenaza de forma inmediata y automática, sin que el resto del cerebro procese la información, ganando así una fracción de segundo que ha permitido nuestra supervivencia durante millones de años. Hoy, en un mundo en el que estas amenazas no están precisamente a la orden del día (tenemos a nuestros depredadores bastante controlados y no vivimos en un entorno tan hostil), este “instinto de supervivencia” que apenas ha evolucionado, más que ayudar, nos perjudica a menudo.

Steven Pressfield denomina a este fenómeno “Resistencia” en su libro Do The Work: “La resistencia es una fuerza activa, inteligente, proteica y maligna -incansable, implacable e inextinguible- cuyo único objeto es impedir que nos convirtamos en nuestro mejor yo y que alcancemos nuestras metas más elevadas.”

El cerebro reptiliano y el amor

Aunque nos gusta pensar que el cerebro de los primates es la parte más importante (después de todo, primate significa “primero”), muchos creen que fue la última parte del cerebro en desarrollarse. También es la última parte en recibir señales de la médula espinal. Así que el Dr. Hanson se ocupa primero de la parte más antigua, el tronco cerebral.

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El cerebro de los reptiles (tronco cerebral) mantiene nuestros corazones latiendo, nos mantiene respirando, nos mantiene vivos. Los lagartos que no eran lo suficientemente precavidos acababan siendo devorados, por lo que esta parte del cerebro está programada para sentir una ansiedad constante y vigilante.

El cerebro de los mamíferos (sistema límbico) regula nuestras emociones y deseos. Su principal trabajo es movernos hacia las cosas que mantienen la vida. Los ratones que no olfateaban constantemente la comida y la engullían no sobrevivían.

El cerebro de los primates (córtex) se encarga de las funciones cerebrales superiores: pensar, hacer mapas mentales de nuestro mundo y conectar con los demás. Hanson identifica esta última parte como la necesidad clave del córtex. Los monos que no eran capaces de conectar con otros monos no sobrevivían.

Cómo afecta la ansiedad al cerebro

Todos experimentamos traumas en un grado u otro en nuestras vidas.    Pero, ¿por qué algunas personas experimentan efectos profundos en su bienestar emocional, físico y espiritual?    Esto puede provocar síntomas de ansiedad, depresión, ira, adicción y dolor crónico.    Para recuperarse de un trauma, es necesario comprender el cerebro trino.

Ante el trauma, el cerebro reptiliano necesita liberar energía para llevar a cabo sus responsabilidades fisiológicas de supervivencia.    Este ciclo puede interrumpirse cuando el sistema límbico retiene un recuerdo o una emoción relacionada o la corteza prefrontal generaliza pensamientos asociados a la experiencia.    Estos pueden enmascarar a veces la amenaza, tanto si es real como si no.    Cuando esto sucede, el cerebro reptiliano, en cierto modo, se confunde y no puede responder adecuadamente.    Es entonces cuando nos aferramos a ese trauma.

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Esta es la segunda parte de una serie sobre nuestro cerebro marioneta. En la primera parte les decía que había creado una marioneta cerebral para ayudar a los adultos a conocer su cerebro tripartito. Aquí está la primera parte. No sé si lo recuerdan, pero es el cerebro reptiliano incorporado a la seguridad.

Traumatismo cerebral reptiliano

El concepto de “cerebro triuno” o “cerebro reptiliano/lagarto” fue propuesto en la década de 1960 por el neurocientífico Paul Maclean. MacLean sugirió que el cerebro humano está dividido en tres capas que surgieron sucesivamente en el curso de la evolución.

El más antiguo, el “cerebro reptil” o “complejo r”, controla funciones básicas como la respiración, la temperatura corporal y el ritmo cardíaco. A continuación, el sistema límbico controla las respuestas emocionales. Por último, la corteza cerebral controla el lenguaje y la razón.

Este modelo resulta especialmente atractivo para los psicoterapeutas, ya que parece dar credibilidad biológica a la teoría de la personalidad de Freud, en la que el yo, el ego y el superego se corresponden perfectamente con los cerebros reptiliano, límbico y cortical.

O se utiliza para explicar la irracionalidad del comportamiento humano, donde las emociones dominan el pensamiento racional o la lógica. De hecho, MacLean llamó al sistema límbico el “complejo paleomamífero” y lo puso a cargo de las emociones y de “luchar o huir”.

Un reciente y entretenido artículo titulado “Your Brain Is Not an Onion With a Tiny Reptile Inside” (“Tu cerebro no es una cebolla con un diminuto reptil en su interior”), publicado en la revista Current Directions in Psychological Science, aborda los numerosos problemas del modelo del cerebro de lagarto e insta a “abandonar esta visión errónea del cerebro humano”.

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