Cómo deshacerse de la soledad y ser feliz | Olivia Remes
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La soledad puede describirse como una experiencia de deseo de conexión social con una sensación de aislamiento percibida. Cuando experimenta la soledad, puede sentirse separado del mundo o creer que los demás no le aceptan. Al mismo tiempo, puede anhelar participar más en la vida y disfrutar de la compañía de otras personas que sí le apoyan y comprenden.
La mayoría de las personas experimentan la soledad de vez en cuando. Sin embargo, los sentimientos de soledad son muy típicos en las personas a las que se les ha diagnosticado trastorno de pánico y/o agorafobia. Además, la soledad también está asociada a la depresión, un trastorno mental concurrente muy común.
La soledad es frecuente en los trastornos del estado de ánimo y de ansiedad. Muchas personas con trastorno de pánico se distancian, temiendo que los demás no les entiendan. Pueden sentirse avergonzados por sus ataques de pánico u otros síntomas de ansiedad. También hay muchos mitos sobre el trastorno de pánico que pueden contribuir a que la persona que lo padece se sienta avergonzada.
La soledad: La epidemia silenciosa de la sociedad | A fondo
Cuando vivimos con ansiedad social, se hace muy difícil socializar. Podemos sentirnos muy aislados y solos. La soledad es perjudicial para nuestra salud en general. Sentirse conectado y tener un sentido de pertenencia son necesidades que todos tenemos. Cuando tenemos ansiedad social y nos sentimos solos, ambas cosas pueden parecer opuestas, con necesidades y sentimientos contradictorios.
La ansiedad social puede ser agotadora, abrumadora y aterradora. Cuando socializamos, nuestro cuerpo puede entrar en modo de “lucha o huida”, nos sentimos al límite y nuestros pensamientos pueden volverse ruidosos y caóticos. Nuestros sentidos se intensifican y podemos sentirnos abrumados por los sonidos, el ruido, los olores y las multitudes. Es posible que nuestra respiración se vuelva más superficial y que algunos experimentemos dolor en el pecho y mareos.
Una idea errónea sobre la ansiedad social es que somos antisociales o que “odiamos a la gente”. Esto no suele ser así. Normalmente no somos antisociales, sino que nos sentimos increíblemente ansiosos cuando estamos cerca de otras personas. Esto significa que las interacciones sociales pueden ser fenomenalmente agotadoras.
Charlas psicológicas: El aumento de la soledad
La soledad y el aislamiento social de los adultos mayores son graves riesgos para la salud pública que afectan a un número significativo de personas en Estados Unidos y los ponen en riesgo de padecer demencia y otras afecciones médicas graves.
Un informe-icono de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina (NASEM) señala que más de un tercio de los adultos de 45 años o más se sienten solos, y casi una cuarta parte de los adultos de 65 años o más se consideran socialmente aislados.1 Los adultos mayores corren un mayor riesgo de sufrir soledad y aislamiento social porque tienen más probabilidades de enfrentarse a factores como vivir solos, la pérdida de familiares o amigos, las enfermedades crónicas y la pérdida de audición.
La soledad es la sensación de estar solo, independientemente de la cantidad de contacto social. El aislamiento social es la falta de conexiones sociales. El aislamiento social puede conducir a la soledad en algunas personas, mientras que otras pueden sentirse solas sin estar socialmente aisladas.
Aunque es difícil medir con precisión el aislamiento social y la soledad, hay pruebas sólidas de que muchos adultos de 50 años o más están socialmente aislados o se sienten solos de una manera que pone en riesgo su salud. Estudios recientes han descubierto que:
Gestión de la ansiedad, el estrés y la soledad durante el COVID-19
Es importante destacar que, aunque la relación entre la salud mental y la soledad se ha señalado repetidamente en investigaciones recientes sobre el tema, no está clara la relación entre la soledad y las estrategias preventivas utilizadas en respuesta a esta emergencia epidemiológica. Esta cuestión reviste especial importancia en tiempos de emergencia epidemiológica, cuando las acciones individuales pueden tener un efecto crítico en la seguridad colectiva. Mientras que los procesos cognitivos sesgados hacia la autoconservación (Spithoven et al., 2017) pueden ser subóptimos durante circunstancias normales, la mayor susceptibilidad a los aspectos amenazantes del entorno puede contribuir a implementar mayores precauciones contra el peligro potencial durante una pandemia. Al mismo tiempo, también se ha demostrado que los individuos solitarios se comprometen en menor medida con las conductas de salud (Segrin y Passalacqua, 2010) y se descubrió que muestran un comportamiento menos prosocial (Twenge et al., 2007), y por lo tanto pueden estar menos dispuestos a comprometerse con la cuarentena autoimpuesta, especialmente en ausencia de síntomas.