Androfobia
Probablemente sentirías un poco de miedo y pánico si vieras una gran araña peluda trepando por tu pared o te tambalearías si estuvieras de pie en una cornisa alta. Pero esto no significa necesariamente que tengas una fobia a las arañas o a las alturas.
Fobias como el miedo a las alturas (acrofobia), el miedo a volar (aviofobia), el miedo a los espacios cerrados (claustrofobia), el miedo a las arañas (aracnofobia), el miedo a las serpientes (ofidiofobia), el miedo a los perros (cinofobia), el miedo a las agujas (tripanofobia) y el miedo a los gérmenes (misofobia) son bastante comunes.
Alfred Hitchcock también vivía con miedo a los huevos (ovofobia). La gente que trabajaba con él afirmaba que romper un huevo le producía arcadas, y una vez le dijo a un periodista “¿ha visto usted alguna vez algo más repugnante que una yema de huevo rompiéndose y derramando su líquido amarillo?”
A veces, un acontecimiento traumático puede provocar uno, como estar a punto de caer de una cornisa alta. También pueden ser aprendidos, como el miedo a volar que se adquiere al escuchar a un padre jurar que no volverá a volar después de una mala experiencia.
Fobia a los agujeros
Los sufijos ingleses -phobia, -phobic, -phobe (del griego φόβος phobos, “miedo”) aparecen en el uso técnico de la psiquiatría para construir palabras que describen el miedo irracional, anormal, injustificado, persistente o incapacitante como trastorno mental (p. ej. agorafobia), en química para describir aversiones químicas (por ejemplo, hidrofobia), en biología para describir organismos a los que no les gustan ciertas condiciones (por ejemplo, acidofobia) y en medicina para describir la hipersensibilidad a un estímulo, normalmente sensorial (por ejemplo, fotofobia). En el uso común, también forman palabras que describen la aversión o el odio a una cosa o tema en particular (por ejemplo, homofobia). El sufijo es antónimo de -phil-.
Para más información sobre la vertiente psiquiátrica, incluida la forma en que la psiquiatría agrupa fobias como la agorafobia, la fobia social o la fobia simple, véase fobia. Las siguientes listas incluyen palabras terminadas en -fobia, e incluyen miedos que han adquirido nombres. En algunos casos, la denominación de las fobias se ha convertido en un juego de palabras, siendo un ejemplo notable un artículo humorístico publicado en 1998 por la BBC News.[1] En algunos casos, una palabra terminada en -fobia puede tener un antónimo con el sufijo -phil-, por ejemplo, germanófobo/germanófilo.
Lista de fobias de la a a la z
Una fobia es un tipo de trastorno de ansiedad. Si tiene una fobia, tendrá una necesidad abrumadora de evitar todo contacto con la fuente de su ansiedad. Entrar en contacto con la causa de su fobia, o incluso pensar en ello, puede provocarle ansiedad y causarle pánico.
Si la causa de su fobia es un objeto o animal con el que no entra en contacto habitualmente, como una serpiente, es poco probable que afecte a su vida cotidiana. Sin embargo, si tiene una fobia más compleja, como la agorafobia (véase más adelante), puede resultarle muy difícil llevar una vida normal.
Las fobias afectan a distintas personas de manera diferente. Algunas personas sólo reaccionan con una ansiedad leve cuando se enfrentan al objeto de su miedo, mientras que otras experimentan una ansiedad grave o sufren un ataque de pánico severo.
Las fobias complejas tienden a ser más incapacitantes que las fobias simples porque suelen estar asociadas a un miedo o ansiedad muy arraigados a una circunstancia o situación concreta. Dos ejemplos comunes de fobias complejas son la agorafobia y la fobia social.
Fobia a las palabras largas
Una fobia específica es un miedo intenso, persistente e irracional a un objeto, una situación, una actividad o una persona concretos. Normalmente, el miedo es proporcionalmente mayor que el peligro o la amenaza real. Las personas con fobias específicas se sienten muy angustiadas por tener ese miedo y a menudo hacen todo lo posible por evitar el objeto o la situación en cuestión. Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, Quinta Edición (DSM-5), la estimación de la prevalencia en la comunidad de las fobias específicas es de aproximadamente el 7%-9%.
Es importante diferenciar entre las fobias específicas y los miedos normales de la infancia. Según la Child Anxiety Network (www.childanxiety.net), algunas investigaciones muestran que el 90% de los niños de entre 2 y 14 años tienen al menos un miedo específico. No todos los miedos interfieren en el funcionamiento diario y no necesariamente merecen un tratamiento psicológico. A continuación se presentan algunos ejemplos de miedos típicos de la infancia y la adolescencia temprana.
Los factores de riesgo pueden incluir susceptibilidades genéticas, pero no se sabe mucho sobre los factores biológicos que causan y mantienen las fobias específicas. Sin embargo, cuando una persona se encuentra con un estímulo temido, se producen muchos cambios biológicos en el cuerpo, incluidos cambios en la actividad cerebral, la liberación de cortisol, insulina y hormona del crecimiento, y aumentos en la presión arterial y la frecuencia cardíaca.