Pobreza
Hace poco visité a un señor que se había retirado completamente del mercado durante los últimos tiempos de volatilidad. Trasladó todo su dinero a efectivo sin el asesoramiento de un profesional. Me interesaba saber qué habría hecho su dinero si simplemente lo hubiera dejado invertido, tal y como estaba. Después de hacer los cálculos apropiados, vi que desde el momento en que lo retiró hasta el día en que hice mis recálculos, el saldo de su cuenta podría haber sido veinte mil dólares más alto que el día en que lo retiró. Se había perdido un rebote del mercado. Este señor sufría de peniafobia.
Peniafobia viene de la palabra griega ‘penia’ que significa ‘pobreza’. Así que la peniafobia es el miedo a la pobreza. Cuando le pregunté por los veinte mil que podría haber recuperado de su pérdida, simplemente dijo: “No quería perder más”. Su miedo a la pérdida era mayor que la recompensa de veinte mil dólares.
Es cierto que no hay garantías para el futuro. Nadie puede hacer esa afirmación. De hecho, las normas de seguridad me obligan a no utilizar nunca palabras como “garantías” ni a hacer predicciones sobre el futuro; sin embargo, la cosa es así. He vivido una larga vida y me fascina la historia; y mi vida y la historia me han demostrado, a través de la experiencia, que siempre nos hemos recuperado de la adversidad. Algunos dirán que esta vez es diferente; sin embargo, cada vez en el pasado, en ese momento, también fue diferente.
Nimby
La aporofobia (del español aporofobia, y éste del griego antiguo ἄπορος (áporos), ‘sin recursos, indigente, pobre’, y φόβος (phobos), ‘odio’ o ‘aversión’)[1][2] son actitudes y sentimientos negativos hacia la pobreza y los pobres. Es el asco y la hostilidad hacia las personas pobres, sin recursos o desamparadas[3].
El concepto de aporofobia fue acuñado en los años 90[4][5] por la filósofa Adela Cortina, profesora de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia,[6] para diferenciar esta actitud de la xenofobia, que sólo se refiere al rechazo a los extranjeros, y del racismo, que es la discriminación por grupos étnicos. La diferencia entre la aporofobia y la xenofobia o el racismo es que socialmente no se discrimina ni se margina a los inmigrantes o a los miembros de otras etnias cuando estas personas tienen bienes, recursos económicos y/o relevancia social y mediática[4][7][8].
La aporofobia consiste, por tanto, en un sentimiento de miedo y en una actitud de rechazo a los pobres, a la falta de medios, a los desamparados. Este sentimiento y esta actitud se adquieren[4]Tras una decisión del Parlamento francés el 24 de junio de 2016, se añadió a la lista de discriminaciones prohibidas por la constitución como “discriminación por precariedad social”[cita requerida] Sin embargo, se observó que menos de 20 personas iniciaron acciones judiciales debido a una discriminación de este tipo.
Xenofobia
De una época de división y sangre, surgió el brillante reinado de Isabel I. Durante 44 años triunfantes en el trono inglés, superó hábilmente los complots de asesinato, las rebeliones internas y las amenazas externas, incluida la milagrosa derrota en 1588 de la Armada española de 130 barcos.
En contra de las súplicas de sus ministros, Isabel, con su temperamento Tudor excitado, se apresuró a ir a la costa para estar con su ejército a la espera de las legiones españolas, una invasión sólo frustrada por su pequeña pero audaz armada y una oportuna tormenta en el Canal de la Mancha. También fue decisiva a la hora de enfrentarse a los peligros domésticos; así, las ejecuciones, tras los debidos juicios, de su intrigante heredera potencial, María Reina de Escocia, y, al final de su vida, del muy querido pero demasiado ambicioso general de Isabel, el Conde de Essex.
“Vana pero aguda”,3 Isabel mantuvo una amplia red de espías nacionales e internacionales y se rodeó de consejeros de talento. Además, era una política astuta por derecho propio, con un don para la supervivencia, el arte de gobernar, las relaciones públicas y la ostentación del poder. Durante años, se le planteó la posibilidad de casarse para obtener concesiones de príncipes extranjeros competidores, pero nunca tuvo la intención de casarse, ya que, como dijo al Parlamento, “ya me he unido en matrimonio”: “Ya me he unido en matrimonio a un marido, el reino de Inglaterra”.4
La trampa de la pobreza
La aporofobia (del español aporofobia, y éste del griego antiguo ἄπορος (áporos), ‘sin recursos, indigente, pobre’, y φόβος (phobos), ‘odio’ o ‘aversión’)[1][2] son actitudes y sentimientos negativos hacia la pobreza y los pobres. Es el asco y la hostilidad hacia las personas pobres, sin recursos o desamparadas[3].
El concepto de aporofobia fue acuñado en los años 90[4][5] por la filósofa Adela Cortina, profesora de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia,[6] para diferenciar esta actitud de la xenofobia, que sólo se refiere al rechazo a los extranjeros, y del racismo, que es la discriminación por grupos étnicos. La diferencia entre la aporofobia y la xenofobia o el racismo es que socialmente no se discrimina ni se margina a los inmigrantes o a los miembros de otras etnias cuando estas personas tienen bienes, recursos económicos y/o relevancia social y mediática[4][7][8].
La aporofobia consiste, por tanto, en un sentimiento de miedo y en una actitud de rechazo a los pobres, a la falta de medios, a los desamparados. Este sentimiento y esta actitud se adquieren[4]Tras una decisión del Parlamento francés el 24 de junio de 2016, se añadió a la lista de discriminaciones prohibidas por la constitución como “discriminación por precariedad social”[cita requerida] Sin embargo, se observó que menos de 20 personas iniciaron acciones judiciales debido a una discriminación de este tipo.