Anemofobia
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La ancraofobia, también conocida como anemofobia, es un miedo extremo al viento o a las corrientes de aire[1] Es bastante infrecuente y puede tratarse. Tiene muchos efectos diferentes en el cerebro humano[2]. Puede causar ataques de pánico a quienes tienen el miedo y puede hacer que las personas dejen de realizar actividades cotidianas habituales, como salir al exterior.
Cualquiera puede nacer con este trastorno o padecerlo más adelante. Esta fobia suele ser el resultado de un trauma psicológico causado por una experiencia negativa con el viento en el pasado de la persona afectada. La experiencia puede ser recordada o puede estar “impresa” en el subconsciente de la persona traumatizada.
Las personas que padecen esta fobia tienden a asustarse por los cambios de tiempo, como las tormentas. Es probable que crean que el viento tiene el potencial de matar y destruir. Además, evitan las cosas que les recuerdan al viento, como las olas del mar. La ancraofobia también está relacionada con términos como la aeroacrofobia, que es el miedo a los lugares altos abiertos,[3][4] y la anemofobia, que es el miedo a las corrientes de aire[5].
Test de fobia
La ombrofobia suele tener su origen en una experiencia traumática relacionada con la lluvia. Los días de lluvia pueden deprimir a las personas debido a la oscuridad del cielo, y pueden convertirse gradualmente en ombrofobia dependiendo de la frecuencia de la lluvia, siendo la lluvia más frecuente la que hace que la ombrofobia se desarrolle más rápidamente. Otra causa bastante exótica de la ombrofobia es sufrir quemaduras por la lluvia ácida. Algunos ombrofóbicos también sufren miedo a ahogarse (acuafobia) y miedo a las inundaciones (antlofobia).
Los ombrofóbicos se sienten obligados a consultar las previsiones meteorológicas y a observar el cielo con frecuencia para ver si se acercan nubes oscuras o relámpagos. Cuando llueve, los ombrofóbicos suelen evitar salir al exterior. Si ya están fuera, se apresuran a entrar en casa lo antes posible.
La ombrofobia puede tratarse profesionalmente mediante terapia de exposición (que consiste en exponerse a la lluvia de forma inofensiva), terapia de grupo (en la que los ombrofóbicos hablan entre sí de sus experiencias) y técnicas de respiración calmante.
Aestofobia (miedo al calor) – Agripirofobia (miedo a los incendios forestales) – Anemofobia (miedo a los vientos) – Antlofobia (miedo a las inundaciones) – Aridofobia (miedo a las sequías) – Catastrofobia (miedo a cualquier catástrofe natural) – Ceraunofobia (miedo a los truenos y relámpagos) – Cionofobia (miedo a la nieve) – Cionotelofobia (miedo a las ventiscas) – Ciclonofobia (miedo a los ciclones tropicales) – Cimofobia (miedo a las olas) – Frigorifobia (miedo al frío) – Grandofobia (miedo al granizo) – Homiclofobia (miedo a la niebla) – Humidofobia (miedo a la humedad) – Nefofobia (miedo a las nubes) – Nivisfobia (miedo a las avalanchas) – Ombrofobia (miedo a la lluvia) – Pluvifrigofobia (miedo a la lluvia helada) – Tempestafobia (miedo a las tormentas) – Serenofobia (miedo al buen tiempo) – Turbofobia (miedo a los tornados)
Las 10 principales fobias
Si tiene miedo a ciertas condiciones meteorológicas, puede limitar seriamente su vida. Puede ser difícil controlar el miedo al tiempo porque no puede evitarlo ni escapar de él fácilmente. Enfrentarse a las fobias meteorológicas significa aceptar que el tiempo está fuera de su control y encontrar formas de hacer frente a su ansiedad.
Este artículo ha sido redactado por Paul Chernyak, LPC. Paul Chernyak es un consejero profesional con licencia en Chicago. Se graduó en la Escuela Americana de Psicología Profesional en 2011. Este artículo ha sido visto 28.772 veces.
El contenido de este artículo no pretende sustituir el consejo médico profesional, el examen, el diagnóstico o el tratamiento. Siempre debe ponerse en contacto con su médico u otro profesional sanitario cualificado antes de iniciar, cambiar o interrumpir cualquier tipo de tratamiento sanitario.
Miedo al aire
No es raro que los perros tengan miedo a los truenos, los petardos u otros sonidos fuertes. Este tipo de miedos pueden desarrollarse aunque su perro no haya tenido experiencias traumáticas asociadas al sonido. Muchos problemas relacionados con el miedo pueden resolverse con éxito. Sin embargo, si no se tratan, el comportamiento temeroso de su perro probablemente empeorará.
Los problemas de comportamiento más comunes asociados al miedo a los ruidos fuertes son la destrucción y la huida. Cuando su perro se asusta, intenta reducir su miedo. Puede intentar escapar a un lugar donde los sonidos de los truenos o los petardos sean menos intensos. Si, al salir del patio o entrar en una habitación o zona de la casa, siente menos miedo, entonces la conducta de escape o destrucción se refuerza porque disminuye su miedo con éxito. Para algunos perros, el mero hecho de realizar una actividad o un esfuerzo físico asociado a uno de estos comportamientos puede suponer una salida a su ansiedad. Desgraciadamente, el comportamiento de escape y/o destructivo puede ser un problema para usted y también podría provocar lesiones físicas a su perro.