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Ruido al comer fobia

junio 18, 2022
Ruido al comer fobia

Misofonia

Tratamiento de la misofonía No existe una cura probada para la misofonía, pero hay terapias -consejo o terapia cognitivo-conductual, por ejemplo- que pueden ayudar a enseñar a los enfermos a tolerar los sonidos que desprecian. El Dr. Lurie intenta que las personas acepten el ruido y que cuestionen la idea de que es socialmente transgresor que alguien haga ese sonido que odian. “Les digo a los clientes que se recuerden a sí mismos que esa persona que sorbe no lo hace a propósito y que no es peligrosa. Intento enseñarles a soportar estos sonidos hasta el punto de que puedan tolerarlos lo suficiente como para vivir una vida bastante plena.” Una de las técnicas consiste en hacer que el enfermo escuche una canción feliz y luego, durante una fracción de segundo, ponga el sonido de enfado antes de volver a la canción feliz. “Se trata de intercalar el sonido de enfado, y cuando el cliente siente que es tolerable, lo aumentamos a un segundo, y luego quizá a dos segundos, cinco segundos. Lo que tratamos de hacer es aguantar…. Es como sumergir el dedo del pie en agua caliente durante más tiempo cada vez”. El Dr. Lurie dice que intenta que la gente llegue a un punto en el que, aunque el sonido nunca sea agradable, no cree esa explosión de ira que puede ser tan problemática.

Prueba de misofonía

Si alguna vez ha sentido la tentación de enfrentarse a alguien que sorbe su sopa en un restaurante, o si una persona que respira ruidosamente a su lado en el cine es suficiente para hacerle hervir la sangre, entonces no está solo: Eres una de las muchas personas que sufren una auténtica anomalía cerebral llamada misofonía. La misofonía, un trastorno que hace que quienes lo padecen odien sonidos como el de la comida, la masticación, la respiración ruidosa o incluso el chasquido repetido de un bolígrafo, fue nombrada por primera vez como enfermedad en 2001.

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A lo largo de los años, los científicos se han mostrado escépticos sobre si constituye o no una auténtica dolencia médica, pero ahora una nueva investigación dirigida por un equipo de la Universidad de Newcastle, en el Reino Unido, ha demostrado que quienes padecen misofonía presentan una diferencia en el lóbulo frontal de su cerebro con respecto a quienes no la padecen. En un informe publicado en la revista Current Biology, los científicos afirman que los escáneres de los enfermos de misofonía detectan cambios en la actividad cerebral cuando se escucha un sonido “desencadenante”. Las imágenes cerebrales revelaron que las personas que padecen esta enfermedad tienen una anomalía en su mecanismo de control emocional que hace que sus cerebros se pongan en marcha al escuchar sonidos desencadenantes. Los investigadores también descubrieron que los sonidos desencadenantes podían evocar una respuesta fisiológica más intensa, con un aumento del ritmo cardíaco y de la sudoración.

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Imagínese que se siente enfadado o molesto cada vez que oye un determinado sonido cotidiano. Se trata de una enfermedad llamada misofonía, de la que se sabe poco sobre sus causas. Ahora hay pruebas de que los misofónicos muestran una actividad cerebral distintiva cada vez que oyen sus sonidos desencadenantes, un hallazgo que podría ayudar a diseñar estrategias de afrontamiento y tratamientos.

Olana Tansley-Hancock conoce muy bien los síntomas de la misofonía. Desde los 7 u 8 años, experimentaba sentimientos de rabia y malestar cada vez que oía el sonido de otras personas comiendo. En la adolescencia, comía muchas veces sola. A medida que pasaba el tiempo, muchos más sonidos desencadenaban su misofonía. El crujido de los papeles y el golpeteo de los pies en los viajes en tren la obligaban a cambiar constantemente de asiento y de vagón. El tintineo de los teclados en la oficina le obligaba a buscar siempre excusas para salir de la habitación.

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“Las personas que padecen misofonía suelen tener que hacer ajustes en sus vidas, sólo para poder funcionar”, dice Miren Edelstein, de la Universidad de California en San Diego. “La misofonía parece tan extraña que es difícil apreciar lo incapacitante que puede ser”, dice su colega, V. S. Ramachandran.

Tratamiento de la misofonía

Para un chef, los sonidos de los labios, los sorbos y la deglución son la forma más elevada de adulación. Pero para alguien con un determinado tipo de misofonía, estos mismos sonidos pueden ser tortuosos. Los escáneres cerebrales están ayudando a los científicos a entender por qué.

Las personas con misofonía experimentan un fuerte malestar, molestia o disgusto cuando escuchan determinados desencadenantes. Estos pueden ser la masticación, la deglución, el sorbo, el carraspeo, la tos e incluso la respiración audible. Anteriormente, los investigadores pensaban que esta reacción podía deberse a que el cerebro procesaba de forma exagerada ciertos sonidos. Ahora, sin embargo, un nuevo estudio publicado en el Journal of Neuroscience ha relacionado algunas formas de misofonía con un comportamiento de “reflejo” intensificado en el cerebro: los afectados sienten angustia mientras sus cerebros actúan como si imitaran los movimientos bucales desencadenantes.

“Se trata del primer avance en la investigación de la misofonía en 25 años”, afirma la psicóloga Jennifer J. Brout, que dirige la Red Internacional de Investigación de la Misofonía y no participó en el nuevo estudio.

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