Nervio occipital
Este estudio se refiere a la rama posterior del segundo nervio espinal cervical, o occipital mayor de Arnold. Mediante disecciones en cadáveres embalsamados en formol, se intentó definir su curso sinuoso y localizarlo en relación con puntos de referencia clínicos o radiográficos, a fin de proporcionar una guía para la infiltración del nervio con anestesia local. Al mismo tiempo, se realizó un estudio dinámico para dilucidar las relaciones del nervio con las estructuras adyacentes durante los diferentes movimientos del cuello. Esto nos permitió proponer pruebas clínicas de afectación del nervio y revelar las zonas en las que el nervio es anatómicamente vulnerable.
Dolor en la parte posterior de la cabeza
La neuralgia occipital o de Arnold es un dolor generalmente unilateral localizado en la región occipital y parietal posterior correspondiente a la zona de distribución de la segunda raíz cervical posterior o nervio de Arnold. Se asocia a parestesias o hipostasis de la zona occipital y parietal.
ESTIMULACIÓN DEL NERVIO OCCIPITAL. Es un procedimiento sencillo, pero algo más complejo, bajo anestesia general y con colocación de material protésico para la estimulación permanente del nervio occipital. Tiene un bajo índice de complicaciones y, en caso de producirse, son menores. La probabilidad de mejora es del 70%.
Nervio de Arnold
La neuralgia occipital (ONa) es un tipo distinto de cefalea causada por una lesión o inflamación de los nervios periféricos de la parte posterior de la cabeza, que da lugar a un dolor intenso de la distribución dermatológica C2 y C3[1][2]. El dolor puede ser unilateral o bilateral y suele ser paroxístico, dando lugar a episodios de dolor punzante que duran de segundos a minutos[1]. La ONa puede presentarse a los oftalmólogos porque el dolor puede referirse a la parte posterior del ojo ipsilateral.
La neuralgia occipital está causada por la irritación/compresión de los nervios espinales cervicales procedentes de las ramas dorsal y ventral de la región C2 y C3[1]. La compresión puede deberse a trastornos musculoesqueléticos o a un traumatismo; entre las causas menos frecuentes se encuentran la vasculitis o las lesiones masivas[1]. Los nervios afectados son el nervio occipital inferior (LON), el nervio occipital mayor (GON) o el tercer nervio occipital (TON); los síntomas pueden deberse a la irritación de un nervio o a una combinación de varios nervios[2]. Aproximadamente el 90% de los pacientes con ONa sufren una neuralgia del GON[1].En raras ocasiones, el TON contribuirá al dolor sintomático; el dolor de este nervio puede ser difícil de aislar debido a las sub-ramas compartidas entre el GON y el LON[1]. En un estudio sobre el dolor facial realizado en los Países Bajos se descubrió que la incidencia de la neuralgia occipital era de 3,2 por cada 100.000, con una incidencia ligeramente superior en las mujeres que no era estadísticamente significativa[3].
Reflejo del nervio Arnold
La neuralgia occipital es fácil de diagnosticar y se puede manejar con tratamiento farmacológico, aunque existen algunas terapias adicionales más invasivas en los casos refractarios. Es de sus peculiaridades de lo que hablaremos a continuación.
Existen varias teorías que tratan de explicar el origen del dolor. La más aceptada es la inflamación constante del nervio occipital mayor o menor, debido a un proceso de tensión muscular prolongado en el tiempo (que puede ser multicausal) que a su vez provoca isquemia neuronal.
La cefalea tensional o la migraña pueden ser diagnósticos diferenciales importantes. El primer caso suele estar más relacionado, porque la cefalea tensional también se produce por un exceso de contracción de los músculos que rodean al nervio.
Es poco frecuente el uso de otros medicamentos, aunque algunas benzodiacepinas usadas habitualmente para el tratamiento de las convulsiones y el trastorno bipolar, como la carbamazepina, pueden ser eficaces para reducir el dolor y los síntomas asociados.
Entre estos métodos destaca la neurectomía (en la que se elimina parte o todo el nervio) y la colocación de electrodos que, mediante descargas eléctricas continuas, favorecen un entorno para controlar la sensación de dolor.