Ataxia mioclónica progresiva
José M Serratosa.Derechos y permisosImpresiones y permisosSobre este artículoCite este artículoGómez-Garre, P., Sanz, Y., de Córdoba, S. et al. Espectro mutacional del gen EPM2A en la epilepsia mioclónica progresiva de Lafora: alto grado de heterogeneidad alélica y prevalencia de deleciones.
Eur J Hum Genet 8, 946-954 (2000). https://doi.org/10.1038/sj.ejhg.5200571Download citationShare this articleAnyone you share the following link with will be able to read this content:Get shareable linkSorry, a shareable link is not currently available for this article.Copy to clipboard
Sacudidas mioclónicas
Autor: Gómez-Garre, Pilar; Gutiérrez-Delicado, Eva; Gómez-Abad, Cristina; Morales-Corraliza, José; Villanueva, Vicente E.; Rodríguez de Córdoba, Santiago ; Larrauri, Javier; Gutiérrez, Manuel Carolina; Berciano, Javier; Serratosa, José María
Resumen: Antecedentes: La enfermedad de Lafora (LD; epilepsia mioclónica progresiva tipo 2; EPM2) es un trastorno autosómico recesivo causado por mutaciones en los genes EPM2A y EPM2B. La LD se caracteriza por la presencia de inclusiones intracelulares fuertemente positivas al PAS (cuerpos de Lafora) en varios tejidos. La enfermedad por almacenamiento de glucógeno tipo IV (GSD-IV; enfermedad de Andersen) es un trastorno autosómico recesivo caracterizado por una cirrosis que conduce a una insuficiencia hepática grave. La EAG-IV se ha asociado a mutaciones en el gen de la enzima de ramificación del glucógeno (GBE). Los cambios histopatológicos del hígado en ambas enfermedades muestran un aspecto idéntico, aunque nunca se ha descrito cirrosis en pacientes con LD. Presentamos una familia con LD en la que el probando presentaba insuficiencia hepática grave al inicio de la enfermedad.
Síndrome de Ataxia Mioclónica
Dentro de los síndromes mioclónicos determinados genéticamente, la ataxia es el trastorno del movimiento asociado más común y una característica clínica acompañante muy frecuente, sólo superada por la epilepsia y el deterioro cognitivo.
Tradicionalmente, la combinación de estos dos trastornos del movimiento se relaciona con el síndrome de ataxia mioclónica progresiva (AMP), anteriormente denominado síndrome de Ramsay Hunt. La PMA comparte características clínicas que se solapan con las epilepsias mioclónicas progresivas (PME).
Edad adultaParkinsonismo, disfunción autonómica, distonía orofacial, antecollis desproporcionada, suspiros inspiratorios, disfonía grave, disartriaCM Mioclonías sensibles al estímulo, inducidas por la acción o la postura. Pequeña amplitud, áreas distales PolimiocloníaJLBA positiva, SSEP giganteNo descritaNo descrita
Multifocal Sacudidas tanto positivas como negativas EspontáneasO bien una ráfaga corta de 54,1 ± 15,8 ms o una ráfaga larga de >200 ms. En la mayoría de los casos se produjo una sacudida positiva con promediación de la espalda. SSEGigantesConvulsiones epilépticas poco frecuentes (GTC)Actividad lenta difusa. Descargas periódicas típicas de ondas agudas y descargas paroxísticas
Síntomas de la ataxia mioclónica
El gen EPM2A proporciona instrucciones para fabricar una proteína denominada laforina. Aunque esta proteína está activa en células de todo el cuerpo, parece desempeñar un papel fundamental en la supervivencia de las células nerviosas (neuronas) del cerebro.
Los estudios sugieren que la laforina tiene múltiples funciones dentro de las células. Para llevar a cabo estas funciones, laforina interactúa con varias otras proteínas, incluida la malina (que se produce a partir del gen NHLRC1). Estas proteínas forman parte de complejas redes que transmiten señales químicas y descomponen las proteínas innecesarias o anormales. Además, laforina puede actuar como proteína supresora de tumores, lo que significa que impide que las células crezcan y se dividan de forma incontrolada.
Es probable que la laforina y la malina desempeñen un papel fundamental en la regulación de la producción de un azúcar complejo llamado glucógeno. El glucógeno es una importante fuente de energía almacenada en el cuerpo. El cuerpo almacena este azúcar en el hígado y los músculos, y lo descompone cuando lo necesita como combustible. Los investigadores creen que la laforina y la malina pueden evitar una acumulación potencialmente perjudicial de glucógeno en los tejidos que normalmente no almacenan esta molécula, como los del sistema nervioso.