Cómo ayudar a mi hija con la depresión
Contenido de la página¿Qué es la depresión en la adolescencia?La depresión puede estar presente cuando su hijo adolescente tiene:Cualquiera de estos signos puede ocurrir en niños que no están deprimidos, pero cuando se ven juntos, casi todos los días, son señales de alarma para la depresión.¿Qué debo hacer si creo que mi hijo adolescente está deprimido?¿Qué puedo hacer para ayudar?Promover la saludProporcionar seguridad y protecciónEducar a otrosAyudar a su hijo adolescente a aprender habilidades de pensamiento y de afrontamientoHacer un plan de seguridad
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Qué hacer si su hijo se deprime | Sadhguru
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En 2013, el 11% de los jóvenes de 12 a 17 años experimentaron un episodio depresivo mayor. Muchos niños más pequeños también son diagnosticados con trastornos depresivos, como el trastorno depresivo persistente o el trastorno de desregulación del estado de ánimo disruptivo, cada año.
Si sospecha que su hijo tiene depresión, hable con su pediatra o con un profesional de la salud mental. La depresión es tratable, pero sin una intervención adecuada, puede empeorar. El tratamiento puede incluir terapia, formación de los padres o medicación.
Trabaje con los proveedores de tratamiento para conocer los pasos que puede dar para apoyar mejor la salud mental de su hijo. Infórmese sobre las estrategias específicas que debe utilizar para abordar problemas de comportamiento como el incumplimiento y la falta de respeto.
Cómo criar a un niño deprimido
Es normal que los niños se sientan tristes, se muestren malhumorados o estén de mal humor a veces. Pero cuando la tristeza o el mal humor duran semanas o más, y cuando hay otros cambios en el comportamiento del niño, puede tratarse de una depresión.
La terapia puede ayudar a los niños que pasan por la tristeza o la depresión. Y también hay cosas que los padres pueden hacer. Recibir la atención adecuada puede evitar que las cosas empeoren y ayudar al niño a sentirse mejor.
Algunos niños pasan por cosas estresantes. Algunos se han enfrentado a pérdidas, traumas o dificultades. Algunos atraviesan graves problemas de salud. Estas cosas pueden llevar a la tristeza o al dolor, y a veces a la depresión.
Contar con un apoyo adicional durante y después de los momentos difíciles ayuda a proteger a los niños de la depresión o a disminuir sus efectos. Pero incluso cuando tienen un buen apoyo, algunos niños se deprimen. La terapia puede ayudarles a curarse, a sentirse mejor y a volver a disfrutar de las cosas.
La terapia para la depresión infantil es la terapia cognitivo-conductual (TCC). Los terapeutas ayudan a los niños a sentirse acogidos y apoyados. Hacen que los niños hablen de lo que piensan y sienten. Pueden utilizar cuentos, juegos, lecciones o libros de trabajo. Estas herramientas pueden ayudar a los niños a sentirse cómodos y a sacar el máximo provecho de la TCC. Cuando es posible, la terapia del niño incluye a sus padres.
Ansiedad y depresión en los niños: De la cabeza a los pies
Muchos niños tienen miedos y preocupaciones, y pueden sentirse tristes y desesperados de vez en cuando. Los temores fuertes pueden aparecer en distintos momentos del desarrollo. Por ejemplo, los niños pequeños suelen sentirse muy angustiados por estar lejos de sus padres, aunque estén seguros y cuidados. Aunque los miedos y las preocupaciones son típicos en los niños, las formas persistentes o extremas de miedo y tristeza podrían deberse a la ansiedad o a la depresión. Dado que los síntomas afectan principalmente a los pensamientos y sentimientos, a veces se denominan trastornos de interiorización.
Cuando un niño no supera los miedos y preocupaciones típicos de los niños pequeños, o cuando hay tantos miedos y preocupaciones que interfieren con las actividades escolares, domésticas o lúdicas, el niño puede ser diagnosticado de un trastorno de ansiedad. Algunos ejemplos de los distintos tipos de trastornos de ansiedad son
La ansiedad puede presentarse como miedo o preocupación, pero también puede hacer que los niños estén irritables y enfadados. Los síntomas de ansiedad también pueden incluir problemas para dormir, así como síntomas físicos como fatiga, dolores de cabeza o de estómago. Algunos niños ansiosos se guardan sus preocupaciones para sí mismos y, por tanto, los síntomas pueden pasar desapercibidos.