Un niño de 5 años se preocupa por todo
La ansiedad es una experiencia común y natural. Muchas personas la sienten, independientemente de su edad. La ansiedad es una respuesta normal cuando nos enfrentamos a algo amenazante o peligroso, vergonzoso o estresante, porque nos prepara para manejar la situación.
Sin embargo, algunos niños pueden sentir la ansiedad de forma más intensa y les resulta más difícil controlar sus sentimientos de ansiedad. Alguien que experimenta ansiedad puede sentirse “al límite”, abrumado, preocupado o asustado. Puede temer que algo malo vaya a suceder o sentir pánico. Algunas personas experimentan una serie de síntomas físicos, como dolores de estómago y de cabeza.
En el caso de los tamariki y los rangatahi, hay temores comunes que suelen estar asociados a la edad. Por ejemplo, los bebés pueden temer separarse de sus padres. Los niños pequeños suelen tener miedo a los insectos y a los animales. Algunos niños también pueden tener miedo a la oscuridad o imaginar que hay monstruos debajo de la cama.
Los adolescentes también tienen muchas ansiedades, como la preocupación por encajar y ser juzgados por otras personas. La ansiedad por el rendimiento es común entre los niños y jóvenes que compiten por altos niveles de excelencia deportiva o académica.
¿Tengo ansiedad social?
Si bien el verano ofrece a los niños de preescolar y primaria un bienvenido descanso y la oportunidad de hacer nuevas amistades y actividades, puede desencadenar la ansiedad en los niños que se ven alterados por el tiempo no estructurado, los cambios de rutina y de grupos de amigos, y las transiciones que implican nuevas caras y lugares. La ansiedad por separación, la ansiedad social y las fobias específicas se reconocen al instante: un niño que solloza se aferra a sus padres y se niega a entrar en la guardería; un niño con ansiedad social se preocupa por asistir a una fiesta de cumpleaños porque “nadie va a jugar conmigo”; o un niño está tan aterrorizado por los insectos que una simple diversión de verano, como un paseo por la naturaleza, cavar en la tierra o un picnic en el parque, es imposible.
Los latidos del corazón, la respiración acelerada, la sudoración, los músculos tensos, las náuseas y el miedo son síntomas familiares de ansiedad que acompañan a una reacción de “lucha, huida o congelación” desencadenada por amenazas reales o imaginarias, como un perro que gruñe o una nueva experiencia social. Los niños ansiosos pueden ser pegajosos, asustarse fácilmente, llorar o tener rabietas, dormir mal y tener dolores de cabeza o de estómago.
Depresión y ansiedad
El trastorno de ansiedad generalizada (TAG) se caracteriza por una preocupación excesiva e incontrolable por una serie de acontecimientos. Suele ir acompañado de síntomas físicos como dolores de cabeza, tensión muscular, inquietud, palpitaciones y malestar estomacal. Los niños y adolescentes con TAG pueden preocuparse excesivamente por su rendimiento y competencia en la escuela o en los eventos deportivos, por la seguridad personal y la de los miembros de la familia, o por los desastres naturales y los acontecimientos futuros.
La diferencia entre los sentimientos normales de ansiedad y la presencia del trastorno de ansiedad generalizada es que los niños con TAG se preocupan con más frecuencia e intensidad que otros niños en las mismas circunstancias. Los niños con TAG tienden a preocuparse por las mismas cosas que sus compañeros no ansiosos, pero lo hacen en exceso. Estas preocupaciones y los síntomas asociados a ellas provocan un malestar significativo y perjudican el funcionamiento diario. Los niños con TAG suelen ser excesivamente autocríticos y evitan las actividades en las que creen que no pueden desempeñarse perfectamente. También tienden a buscar la tranquilidad de sus cuidadores, profesores y otras personas sobre su rendimiento, aunque esta tranquilidad sólo les proporciona un alivio fugaz de sus preocupaciones.
Síntomas de ansiedad
Todos los niños experimentan algo de ansiedad. La ansiedad en los niños es esperable y normal en determinados momentos del desarrollo. Por ejemplo, desde aproximadamente los 8 meses de edad hasta los años de preescolar, los niños sanos pueden mostrar una intensa angustia (ansiedad) en los momentos de separación de sus padres o de otras personas con las que están unidos. Los niños pequeños pueden tener miedos de corta duración, como el miedo a la oscuridad, a las tormentas, a los animales o a los extraños.
Los niños ansiosos suelen estar excesivamente tensos o nerviosos. Algunos pueden buscar mucha tranquilidad, y sus preocupaciones pueden interferir con las actividades. Los padres no deben desestimar los temores de sus hijos. Como los niños ansiosos también pueden ser tranquilos, complacientes y deseosos de agradar, sus dificultades pueden pasar desapercibidas. Los padres deben estar atentos a los signos de ansiedad grave para poder intervenir a tiempo y evitar complicaciones.
Los problemas graves de ansiedad en los niños pueden tratarse. El tratamiento precoz puede evitar dificultades futuras, como la pérdida de amistades, el no alcanzar el potencial social y académico, y los sentimientos de baja autoestima. Los tratamientos pueden incluir una combinación de lo siguiente: psicoterapia individual, terapia familiar, medicamentos, tratamientos conductuales y consultas a la escuela.