Significado de la xenoglosofobia
Junio de 1858 fue un mes especialmente difícil para Charles Darwin, tanto personal como profesionalmente. El gran científico y devoto padre, que entonces tenía 49 años, se enfrentaba a dos niños gravemente enfermos en casa, uno de los cuales moriría pronto. Al mismo tiempo, recibió una carta de Alfred Russel Wallace, un respetado colega científico cuyas agudas observaciones sobre la vida silvestre nativa habrían sido una buena lectura en otras circunstancias. Sin embargo, este envío en particular contenía mucho más que las notas de Wallace sobre Ternate, la remota isla de las Indias Orientales Holandesas que estaba visitando. En cambio, en un ensayo conciso, Wallace exponía un argumento a favor de la evolución que era sorprendentemente similar a la teoría que Darwin había estado elaborando -pero aún no había publicado- durante casi dos décadas.
El artículo de Wallace golpeó a Darwin con una fuerza volcánica. No cabía duda de las similitudes entre las ideas de los dos hombres sobre la selección natural, ni de la realidad de que Darwin, que había trabajado incansablemente para perfeccionar sus argumentos, podía verse superado en la obra de su vida. “Nunca vi una coincidencia más sorprendente”, escribió Darwin a su mentor, el estimado científico Charles Lyell. Darwin, un hombre excepcionalmente ético, se sintió obligado a actuar de forma honorable e informó a Lyell de que remitiría el trabajo de Wallace a una revista para su publicación, sabiendo perfectamente lo que eso significaría. “Así que toda mi originalidad”, le escribió a Lyell, “sea cual sea el valor que tenga, quedará destrozada”.
Pronunciación de Xenoglosofobia
Tras el 11-S, me intrigó cada vez más la exagerada ansiedad de los israelíes por Irán, así como el fracaso general de gran parte de la literatura académica a la hora de dar sentido a estas ansiedades fuera del ámbito de la geopolítica. Por ello, dirigí mi mirada a la sociedad y la cultura israelíes y me propuse estudiar las lógicas culturales que se esconden tras los discursos antiiraníes de Israel. En el proceso nacieron dos libros: Likro iran be-yisra’el (Leer a Irán en Israel), que se publicó en 2006; e Iranophobia: the Cultural Logic of an Israeli obsession (Stanford University Press), que se publicó en 2009.
Los dos libros difieren entre sí en cuanto al alcance de la investigación empírica, las metodologías, la estructura narrativa y los temas. Sin embargo, ambos aportaron un enfoque crucialmente innovador al estudio de la relación entre las políticas interior y exterior en la fabricación de la política israelí. Inspirados en las obras que leen las culturas metropolitanas y coloniales como zonas de encuentro, los dos libros demostraron que las ansiedades israelíes respecto a Irán se formaron y comprendieron sobre la base de lo que los israelíes creían que era el (des)ordenamiento de su sociedad en casa. Los israelíes se dedicaron a distinguir a Irán como un país fanáticamente religioso y escandalosamente peligroso precisamente porque han llegado a ver en él a la subclase “oriental”, étnica y religiosa, que amenazaba su propia identidad. La sensación israelí de peligro que emana de Irán está vinculada a los mecanismos defensivos del hogar ante el peligro de que el Estado judío se convierta en algo extraño e irreconocible para sí mismo.
Tratamiento de la xenoglosofobia
§ 1.114 Se detuvo, donde las escarpadas alturas de la vasta Citerón se elevan hasta el cielo, y envió desde sus verdes mechones feroces y repetidos silbidos, una señal a la tierra, con lo que toda la orilla del golfo aqueo y el reino de Pélope se hicieron eco a lo largo y ancho. También lo oyeron el Parnaso, en pleno cielo, y el turbulento Eurotas; con el estruendo Oite se balanceó y se tambaleó, e Istmos apenas resistió las olas de ambos lados. Con su propia mano, su madre arrebató a Palaemon del lomo curvado de su errante corcel delfín y lo estrechó contra su pecho.
§ 1.303 Obediente a la palabra de su padre, el nieto de Atlas se abrochó enseguida en los tobillos las sandalias aladas, y con amplio sombrero veló sus cabellos y templó el brillo de las estrellas. Luego tomó en su mano derecha la varita con la que solía disipar o llamar de nuevo al dulce sueño, con la que entraba en las puertas del sombrío Tártaro o convocaba a las almas muertas a la vida. Entonces bajó de un salto, y se estremeció cuando el frágil aire lo recibió; sin demorarse, alzó su veloz vuelo por el vacío en las alturas, y trazó una poderosa curva sobre las nubes.
Síntomas de la xenoglosofobia
Este glosario selectivo, que se encuentra en proceso de elaboración, pretende explicar en un inglés sencillo los términos que se utilizan habitualmente en los círculos del dharma (también conocidos como “budistas”), especialmente aquellos que pueden resultar difíciles de entender para los recién llegados. Las palabras resaltadas tienen sus propias entradas en otro lugar. Muchos términos tienen su origen en las lenguas en las que se escribieron por primera vez estos textos: El pali y el sánscrito, dos lenguas índicas antiguas y afines, ninguna de las cuales, por cierto, utiliza una escritura con mayúsculas.
El despertar es una experiencia meditativa (por lo tanto, también un proceso), aunque sea momentánea, por la que la mente ve claramente y se impregna de las dos corrientes básicas de la vida consciente: la percepción de la condicionalidad y el nirvana. Dependiendo de su intensidad y duración, una experiencia de despertar puede tener un efecto formativo en el meditador, especialmente si se repite.
Dado que el despertar constituye la cúspide de la práctica del dharma, inspira el movimiento de los practicantes del dharma que, juntos, contribuyen a una cultura del despertar en su vida de sangha y en su compromiso más amplio en la comunidad en su conjunto.