Relaciones de estilos de apego
ResumenEste artículo explora el concepto de apego en la edad adulta. Aunque la teoría del apego está recibiendo una gran atención, todavía no existe una imagen clara de lo que significa estar apegado en la edad adulta o de cuáles podrían ser las aplicaciones clínicas del enfoque. Utilizando el marco etológico-evolutivo distintivo de Bowlby y actualizándolo con los hallazgos de la neurobiología y la investigación sobre el apego, se propone que hay un sistema conductual de apego que opera a lo largo de la vida de los adultos y que esto cambia la forma en que entendemos la angustia de nuestros clientes y llevamos a cabo la psicoterapia.
Clin Soc Work J 36, 21-30 (2008). https://doi.org/10.1007/s10615-007-0110-8Download citationShare this articleAnyone you share the following link with will be able to read this content:Get shareable linkSorry, a shareable link is not currently available for this article.Copy to clipboard
¿Cuáles son los 4 estilos de apego de los adultos?
Existen cuatro estilos de apego adulto:
Ansioso (también denominado Preocupado) Evitador (también denominado Desplazado) Desorganizado (también denominado Temeroso-Evitador) Seguro.
¿Qué aspecto tienen los problemas de apego en los adultos?
Una persona con un trastorno del apego puede tener dificultades para confiar en los demás o para sentirse segura en una relación. En consecuencia, puede tener dificultades para entablar y mantener amistades y relaciones románticas.
¿Cuál es el estilo de apego más común en los adultos?
El estilo de apego seguro es el tipo de apego más común en la sociedad occidental. Las investigaciones sugieren que alrededor del 66% de la población estadounidense tiene un apego seguro. Las personas que han desarrollado este tipo de apego están contentas consigo mismas, son sociales, cálidas y es fácil conectar con ellas.
Estilo de apego temeroso-evitativo
ResumenA pesar de la amplia evidencia que relaciona las dimensiones de apego con comportamientos interpersonales desadaptativos y estrategias de regulación emocional disfuncionales, pocos estudios han explorado la ansiedad social en el contexto de las dimensiones de apego de los adultos. El objetivo del presente estudio fue investigar si la ansiedad y la evitación relacionadas con el apego se asocian con síntomas de ansiedad social y si las estrategias cognitivas de regulación de la emoción (reapreciación y supresión) desempeñan un papel en la relación entre el apego en adultos y la ansiedad social. Una muestra de 253 adultos (hombres n = 47, 18,6%; mujeres n = 202, 79,8%; género no revelado n = 4, 1,6%) con edades comprendidas entre los 18 y los 74 años (M = 33,12, SD = 11,56) completaron un cuestionario online que consistió en el Cuestionario de Experiencia en las Relaciones Cercanas-Revisado (ECR-R); el Inventario de Situaciones de Malestar Interpersonal (IIS-D); y el Cuestionario de Regulación de las Emociones (ERQ). Los resultados indicaron que tanto la ansiedad de apego como la evitación de apego tienen un efecto directo sobre los índices de sintomatología de ansiedad social. La revalorización medió parcialmente la relación entre la ansiedad de apego y la ansiedad social. Sin embargo, la relación entre la evitación del apego y la ansiedad social no se vio mediada por el uso de la reevaluación y la supresión. Los resultados del estudio tienen implicaciones para el desarrollo de intervenciones clínicas dirigidas a los mediadores del malestar psicológico asociado a la ansiedad social.
Crítica a la teoría del apego
En los mamíferos, incluidos los humanos, el apego es una dimensión importante del comportamiento que puede entrar en juego en varios ámbitos (Fisher et al., 2006). Esto incluye la formación y el mantenimiento del vínculo entre hijos y padres (cuidado parental), el amor y la fidelidad sexual entre parejas de larga duración (apego a la pareja), pero también diversos vínculos sociales entre individuos de un grupo. La valoración y la reacción de las personas ante las interacciones con los demás es, sin duda, un ingrediente importante de la vida y las emociones humanas. En los últimos años, las investigaciones neurocientíficas han logrado importantes avances en lo que respecta a los circuitos cerebrales que intervienen en los vínculos sexuales y parentales básicos (Insel y Young, 2001), así como en las estrechas interacciones funcionales entre los sistemas sociales y emocionales/motivacionales del cerebro (Lieberman, 2007), pero aún quedan por dilucidar los procesos neuronales que sirven para el apego afectivo de los seres humanos a otros en diversas condiciones.
Se han descrito distintos perfiles individuales en el estilo de apego, que pueden identificarse en los adultos mediante cuestionarios específicos o entrevistas semiestructuradas (véase un resumen en Mikulincer y Shaver, 2007). En el caso de una figura de apego disponible y que responda, que proporcione una “base segura” para restablecer el equilibrio emocional en momentos de angustia, puede desarrollarse un modelo positivo de los demás relacionado con el apoyo y la fiabilidad, que se combina con atributos positivos de uno mismo, como ser digno, competente y adorable. Esto permite la formación de un estilo de apego seguro. Por el contrario, un estilo de apego inseguro surgirá si las figuras de apego son experimentadas repetidamente como insensibles o inconsistentes en sus respuestas en momentos de necesidad y estrés. Clásicamente se han distinguido dos grandes patrones de inseguridad: el apego evitativo o el ansioso, asociados al establecimiento de la desactivación o hiperactivación del sistema de apego como estrategias de apego secundarias, respectivamente, (Mikulincer y Shaver, 2007).
El proyecto de fijación
En psicología, la teoría del apego puede aplicarse a las relaciones de los adultos, incluidas las amistades, las relaciones afectivas, las relaciones románticas o carnales de los adultos o las relaciones platónicas y, en algunos casos, las relaciones con objetos inanimados (“objetos transitorios”)[1] La teoría del apego, estudiada inicialmente en los años 60 y 70 principalmente en el contexto de los niños y los padres, se extendió a las relaciones de los adultos a finales de los años 80. Los modelos de trabajo de los niños que se encuentran en la teoría del apego de Bowlby forman un patrón de interacción que probablemente siga influyendo en las relaciones de los adultos[2].
Los investigadores han estudiado la organización y la estabilidad de los modelos mentales de trabajo que subyacen a estos estilos de apego. También han explorado cómo el apego influye en los resultados de las relaciones y cómo el apego funciona en la dinámica de las relaciones.
Mary Ainsworth y John Bowlby fundaron la teoría moderna del apego en estudios de niños y sus cuidadores. Los niños y los cuidadores siguieron siendo el foco principal de la teoría del apego durante muchos años. En la década de 1980, Sue Johnson[3] comenzó a utilizar la teoría del apego en la terapia de adultos. Cindy Hazan y Phillip Shaver impulsaron la investigación de la teoría del apego en las relaciones entre adultos[4][5][6] Hazan y Shaver observaron que las interacciones entre adultos eran similares a las interacciones entre niños y cuidadores. Por ejemplo, las parejas románticas o platónicas desean estar cerca el uno del otro, de forma similar a como los niños desean estar cerca de sus cuidadores. Los adultos se sienten reconfortados cuando sus apegos están presentes y ansiosos o solitarios cuando están ausentes. Las relaciones románticas, por ejemplo, sirven de base segura que ayuda a las personas a enfrentarse a las sorpresas, las oportunidades y los retos que presenta la vida. Similitudes como éstas llevaron a Hazan y Shaver a ampliar la teoría del apego a las relaciones entre adultos.