Trastorno impulsivo
No hay nada malo en ser impulsivo. De hecho, a veces la impulsividad es la respuesta correcta a una situación. Ser impulsivo es actuar según tu instinto, y hay veces que necesitas actuar según tu instinto para tomar la decisión correcta o disfrutar de alguna actividad en la vida.
Ser impulsivo suele considerarse un rasgo negativo de la personalidad. Pero no siempre lo es. Cuando vas de excursión y ves un sendero que nunca has visto antes, subir por ese sendero por capricho es impulsivo y podría traerte recuerdos increíbles. La impulsividad no es necesariamente un problema, especialmente cuando trae consigo felicidad o decisiones divertidas.
La impulsividad se convierte en un problema cuando empieza a controlar tus acciones más allá de la lógica o la felicidad o empieza a causar angustia. También es una condición que puede tanto causar ansiedad como ser un síntoma de ansiedad.
La ansiedad es una condición que generalmente se caracteriza por “pensar demasiado”, por lo que la idea de que crea impulsividad es sorprendente. Pero en realidad hay muchas cosas que la ansiedad hace que una persona sea más impulsiva.
Síntomas de ocd
Las obsesiones pueden cambiar de naturaleza y gravedad y no responden a la lógica. La ansiedad obsesiva conduce a la vigilancia de posibles amenazas y a una necesidad imperiosa de certeza y control. Las obsesiones pueden producir sentimientos que van desde la molestia y el malestar hasta la angustia aguda, el asco y el pánico. Síntomas del TOC: compulsiones Las compulsiones pueden ser conductuales (acciones) o mentales (pensamientos). Las compulsiones son acciones repetitivas que suelen llevarse a cabo siguiendo un patrón especial o de acuerdo con reglas específicas. Las compulsiones suelen realizarse para intentar evitar que se produzca un miedo obsesivo, para reducir la ansiedad que genera el pensamiento obsesivo o para que las cosas se sientan “bien”.
Las compulsiones más comunes son: Por lo general, las compulsiones se convierten en rituales; siguen reglas y patrones específicos, e implican repeticiones constantes. Las compulsiones dan una sensación ilusoria de alivio a corto plazo de la ansiedad. Sin embargo, en realidad refuerzan la ansiedad y hacen que las obsesiones parezcan más reales, de modo que la ansiedad vuelve pronto. Las compulsiones y las obsesiones pueden ocupar muchas horas del día de una persona y pueden interferir en sus relaciones familiares y sociales. También pueden tener un efecto negativo en la educación y el empleo.
Qué causa el ocd
La principal diferencia entre los pensamientos intrusivos que se producen en presencia de ansiedad clínica y los que no se producen es la forma en que se valoran estos pensamientos. Los individuos con ansiedad clínica son más propensos a juzgar sus pensamientos intrusivos como malos, inmorales o peligrosos. Tales interpretaciones generalmente conducen a la activación emocional, lo que aumenta la fuerza percibida de los pensamientos intrusivos, que a su vez incrementa el nivel de atención sobre el pensamiento. Las personas con ansiedad clínica también son más propensas a pasar más tiempo pensando en las implicaciones de estos pensamientos y a tomar medidas para intentar evitar que se produzcan las consecuencias potenciales temidas. Además, es más probable que sobrestimen la probabilidad de experimentar estos resultados temidos. Las personas sin ansiedad clínica son más propensas a descartar estos pensamientos como algo fuera de lugar y seguir con su día.
Otros pueden sugerir a las personas que luchan contra los pensamientos intrusivos que se distraigan, que aparten su mente de estos pensamientos o que “simplemente” no se preocupen por ellos. Si bien este consejo puede ser bien intencionado, la adherencia generalmente no es factible en presencia de la ansiedad clínica. Tampoco está respaldado por la investigación. La supresión de pensamientos (o los intentos de desterrar un pensamiento) tiende a tener un efecto bumerán: por mucho que se intente alejarlos, siguen abriéndose paso de nuevo en la conciencia. Hace poco encontré una buena metáfora que ayuda a visualizar el resultado del intento de supresión del pensamiento (https://www.anxietycanada.com/adults/how-write-worry-script). Imagina que estás en una piscina y que hay una gran pelota de playa hinchable en el agua. En esta comparación, la pelota de playa representa tu(s) pensamiento(s) intrusivo(s). Decides intentar empujar la pelota de playa por debajo de la línea de agua (es decir, intentas rellenar tu pensamiento intrusivo). Esto requiere una notable cantidad de esfuerzo y fuerza. Lo más probable es que no seas capaz de hacerlo, o al menos no durante mucho tiempo. Y en el momento en que te rindas, aunque sea un poco, el balón de playa/pensamiento intrusivo volverá a salir del agua y a entrar en tu conciencia.
Tratamiento de la ocd
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La emoción del miedo es una parte fundamental de la experiencia humana. Nuestros cerebros están programados para experimentar el miedo como una forma de advertirnos de que podemos estar en peligro. Aunque cosas como los daños cerebrales pueden afectar a nuestra experiencia o incluso incapacitar a alguien para experimentar el miedo, la mayoría de las personas sienten miedo alguna vez.
La experiencia humana del miedo comienza en la amígdala, la parte del cerebro que procesa muchas de nuestras emociones. Cuando la amígdala se activa debido a un posible peligro, provoca la respuesta de miedo. Esto puede ocurrir cuando estamos en peligro real, cuando creemos que estamos en peligro, cuando experimentamos estímulos “aterradores” (como una película de terror, por ejemplo) o cuando la amígdala es estimulada artificialmente.
Mientras la amígdala procesa las experiencias emocionales, el lóbulo frontal y el córtex prefrontal controlan cosas como el lenguaje y el control de los impulsos. Cuando experimentamos miedo, nuestro cerebro redirige la energía a la amígdala, ralentizando el procesamiento en otras áreas. Por eso puede ser difícil hablar o tomar decisiones racionales cuando tenemos miedo.