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Fobia a las agujas tratamiento

junio 17, 2022
Fobia a las agujas tratamiento

Tripanofobia

A muchas personas no les gustan las agujas como parte de los procedimientos médicos cuando reciben atención. Pero para algunos, el miedo a las agujas es tan grande que puede impedirles recibir atención médica que les salve la vida, como las vacunas. Este miedo suele afectar a los niños, pero también puede afectar a los adultos. El miedo a las agujas también es común en personas con ciertas condiciones que causan dificultades para controlar las sensaciones fuertes, como en las personas con trastornos mentales, emocionales o de comportamiento. El miedo a las agujas también puede ser común en personas con discapacidades que les dificultan entender los procedimientos y comunicar sus preocupaciones. Hay formas de controlar este miedo. Aprenda lo que puede hacer para que el miedo no se interponga en la atención médica importante, incluidas las vacunas.

La administración de medicamentos o vacunas mediante una aguja -o la extracción de sangre u otros fluidos mediante una aguja- puede ser dolorosa. Muchas personas recuerdan el malestar y el dolor y se preocupan de que se repita cuando vuelvan a someterse a procedimientos sanitarios que impliquen agujas. Esto es típico. Los niños más pequeños tienen menos formas de manejar sus miedos y necesitan la ayuda y el consuelo de sus padres u otros cuidadores. A medida que los niños crecen, muchos encuentran formas de manejar sus miedos por sí mismos.

Cómo no tener miedo a las agujas

Afección médicaMiedo a las agujasTratamientoTerapias basadas en la exposición y formas alternativas de inoculación clínicaFrecuenciaAlrededor del 22% de la población adulta, el 3,5-10% de la población general puede perder temporalmente el conocimiento en el momento de un procedimiento con agujas

  Como se llama la fobia al espacio exterior

El miedo a las agujas, conocido en la literatura médica como fobia a las agujas, es el miedo extremo a los procedimientos médicos que implican inyecciones o agujas hipodérmicas. Esto puede llevar a evitar la atención médica, incluso a dudar de las vacunas.

La condición fue reconocida oficialmente en 1994 en el DSM-IV (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, 4ª edición) como una fobia específica de tipo sangre-inyección-lesión (fobia BII). Las respuestas de nivel fóbico a las inyecciones hacen que los afectados eviten las inoculaciones, los análisis de sangre y, en los casos más graves, toda la atención médica.

Se calcula que al menos el 10% de los adultos estadounidenses tienen miedo a las agujas, y es probable que el número real sea mayor, ya que los casos más graves nunca se documentan debido a la tendencia de quien los padece a evitar todo tratamiento médico[1] Los criterios de diagnóstico de las fobias de tipo BII son más estrictos, con una prevalencia estimada del 3-4% en la población general, y esto incluye también las fobias relacionadas con la sangre[2].

El miedo a las agujas: una revisión sistemática y un metaanálisis

¿Se ha saltado la vacuna contra la gripe porque la aguja le produce ansiedad? Si es así, es posible que tenga tripofobia o miedo a las agujas. Con la temporada de gripe a la vuelta de la esquina, ahora es el momento perfecto para comprender mejor e intentar superar su ansiedad a la hora de vacunarse.

La primera estimación fue que el 10% de la población padecía miedo a las agujas, y este informe incluía a las personas que experimentan una respuesta “vasovagal” (relacionada con los vasos sanguíneos o el ritmo cardíaco), como los desmayos.

  Como afrontar la fobia social

Las encuestas de Gallup sugieren que hasta el 21% de la población general tiene miedo a las agujas y a recibir inyecciones. Sin embargo, sólo el 3,5% de la población cumple los criterios de la fobia a las agujas, que es un trastorno de ansiedad diagnosticable.

Si los adultos que están con el niño responden de una manera determinada, su respuesta puede servir para reforzar que las agujas son algo que hay que temer. Esto significa que el miedo a las agujas puede transmitirse de generación en generación. Una vez desarrollado, este miedo puede continuar durante el resto de la vida.

Miedo a la aguja de la vacuna

A veces hacían falta tres enfermeras para sujetarme. Esto puede parecer extremo, pero era totalmente necesario, ya que tenía tendencia a llorar, a retorcerme de la silla y a correr por el pasillo del departamento de flebotomía pediátrica para escapar.

Era el verano entre el segundo y el tercer grado, y debido a complicaciones con el virus de la varicela, terminé con púrpura trombocitopénica idiopática, lo que significaba que tenía que sacarme sangre semanalmente. La púrpura trombocitopénica idiopática es un trastorno sanguíneo que se caracteriza por un bajo recuento de plaquetas y por la aparición de moretones con mucha facilidad, y puede parecerse mucho a la leucemia. Para asegurarme de que mis recuentos no entraban en territorio peligroso, tenía una cita semanal permanente para un análisis de sangre durante todo un verano.

No sé quién temía más estas citas: si yo o las enfermeras encargadas de recoger mis muestras de sangre. En cuanto me sentaba en esa silla de plástico duro con un reposabrazos alargado, pasaba de ser una niña de 7 años, atrevida pero de modales suaves, a una criatura de una película de terror. Siempre me habían dado miedo las agujas, pero esta vez no se trataba de una simple vacuna que me iban a poner en la enfermería del colegio. Sabía que los resultados de este análisis de sangre podían significar que estaba lo suficientemente enferma como para tener que pasar la noche en el hospital.

  Tratamiento a las fobias
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