Fobias más comunes
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Una fobia específica es, por naturaleza, desencadenada por un objeto, lugar o situación específicos. A diferencia del trastorno de ansiedad generalizado, las personas con una fobia específica no se ven consumidas por una preocupación y un miedo generalizados. Sin embargo, una fobia puede tener un impacto muy real en el funcionamiento diario de una persona y en su calidad de vida.
Uno de los principales criterios para diagnosticar una fobia es que sea de naturaleza vital. Dependiendo de cuál sea su fobia, puede resultarle muy difícil hacer recados, salir con los amigos o incluso ir al trabajo todos los días. En otras palabras, una fobia específica puede perjudicar significativamente su educación, su carrera y su calidad de vida en general.
Las limitaciones asociadas a las fobias pueden hacer que experimentes el aislamiento social. Puedes preguntarte por qué no eres como los demás. Esto puede afectar a tus relaciones con la familia y los amigos, lo que podría contribuir a que te vuelvas recluso y deprimido.
Tratamiento de la fobia
El miedo es una emoción humana que se desencadena al percibir una amenaza. Es un mecanismo básico de supervivencia que indica a nuestro cuerpo que responda al peligro con una respuesta de lucha o huida. Como tal, es una parte esencial para mantenernos a salvo.
Sin embargo, cuando las personas viven con miedo constante, ya sea por los peligros físicos de su entorno o por las amenazas que perciben, pueden experimentar impactos negativos en todos los ámbitos de su vida e incluso quedar incapacitadas.
Nos damos cuenta y almacenamos todos los detallesEl cerebro almacena todos los detalles que rodean al peligro: las imágenes, los sonidos, los olores, la hora del día, el tiempo, etc. Estos recuerdos suelen ser muy duraderos, aunque también pueden estar fragmentados.
Los detalles del suceso pueden desencadenar el miedo más adelanteLas imágenes, los sonidos y otros detalles contextuales de un suceso temible pueden hacernos recordar, o pueden hacernos sentir miedo sin saber conscientemente por qué. Dado que estas señales se asocian a un peligro anterior, el cerebro puede verlas como un indicador de amenaza.
En casos graves, esto puede dar lugar al trastorno de estrés postraumático (TEPT). Por ejemplo, un soldado que ha sufrido un bombardeo en un día de niebla puede entrar en pánico cuando el tiempo se vuelve brumoso, sin saber por qué.
Las peores fobias
Las fobias son miedos constantes y excesivos a un objeto o situación que interfieren en la vida de la persona y/o le causan angustia personal. Las fobias se encuentran entre los tipos más comunes de trastornos psiquiátricos, ya que el 11% de la población padece una fobia en algún momento de su vida, y el 5,5% de la población padece una fobia en un periodo determinado de 30 días. Muchas personas aprenden a manejar su fobia con dificultades mínimas. Por ejemplo, una persona con fobia a las arañas puede evitar actividades como la acampada, pero por lo demás no nota un trastorno en su vida. Sin embargo, para las fobias que causan una interferencia notable en la vida, existen tratamientos eficaces que tienen éxito hasta en el 90% de los casos.
La mayoría de las personas admiten que tienen miedo a ciertas cosas, como las serpientes, la sangre y/o hablar en público. Podría decirse que algunos miedos son útiles, ya que nos alertan para que podamos prepararnos ante un posible peligro. El miedo a determinados objetos o situaciones se considera una fobia cuando:
En otras palabras, cuando una persona nota que un miedo específico se interpone en sus actividades rutinarias o en su satisfacción vital, entonces es posible que esté sufriendo una fobia. Las fobias suelen agruparse en una de estas cinco categorías:
Causas de las fobias
“El miedo es nuestra respuesta de supervivencia”, dice el psicólogo clínico de Northwestern Medicine Zachary Sikora, PsyD. Algunas personas -aficionados a las montañas rusas y a las películas de terror- prosperan con él, mientras que otras lo evitan. ¿Te has preguntado alguna vez por qué?
El miedo se experimenta en la mente, pero desencadena una fuerte reacción física en el cuerpo. En cuanto reconoces el miedo, tu amígdala (pequeño órgano situado en el centro del cerebro) se pone a trabajar. Alerta a su sistema nervioso, que pone en marcha la respuesta de miedo de su cuerpo. Se liberan hormonas del estrés como el cortisol y la adrenalina. La presión arterial y el ritmo cardíaco aumentan. Empiezas a respirar más rápido. Incluso el flujo sanguíneo cambia: la sangre sale del corazón y va hacia las extremidades, lo que facilita que empieces a dar puñetazos o a correr para salvar tu vida. Tu cuerpo se está preparando para luchar o huir.
Mientras algunas partes de tu cerebro se aceleran, otras se apagan. Cuando la amígdala percibe el miedo, la corteza cerebral (área del cerebro que controla el razonamiento y el juicio) se ve afectada, por lo que ahora es difícil tomar buenas decisiones o pensar con claridad. Como resultado, es posible que grites y levantes las manos cuando se te acerque un actor en una casa encantada, incapaz de racionalizar que la amenaza no es real.