Dolor de cabeza por depresión
Como término médico, el malestar es una sensación de incomodidad, malestar o dolor general, y a menudo es el primer signo de una infección u otra enfermedad[1] La palabra existe en francés al menos desde el siglo XII.
El malestar es un síntoma inespecífico y puede estar presente en la dolencia más leve, como una emoción (que provoca un desmayo, una respuesta vasovagal) o el hambre (hipoglucemia leve[2]), hasta las afecciones más graves (cáncer, infarto de miocardio, hemorragia interna, etc.).
“Malestar económico” se refiere a una economía estancada o en recesión (compárese con depresión). El término se asocia especialmente a la recesión de 1973-75 en Estados Unidos[4] Una época de la historia del automóvil estadounidense, centrada en los años 70, se denomina también “época del malestar”.
Malestar corporal
La migraña es una condición sintomáticamente heterogénea, de la cual el dolor de cabeza es sólo una manifestación. La migraña es un trastorno de alteración del umbral sensorial, con hipersensibilidad de los afectados a la entrada sensorial. Los avances en neuroimagen funcional han puesto de manifiesto que varias áreas cerebrales están implicadas incluso antes de la aparición del dolor. Desde el punto de vista clínico, los pacientes pueden experimentar síntomas horas o días antes del dolor de la migraña, que pueden advertir de la inminente cefalea. Estos síntomas pueden incluir cambios de humor y cognitivos, fatiga y molestias en el cuello. Algunos estudios epidemiológicos han sugerido que la migraña se asocia de forma bidireccional con otros trastornos, como los del estado de ánimo y la fatiga crónica, así como con otras condiciones de dolor como la fibromialgia. Esta revisión se centrará en la bibliografía sobre las alteraciones de la fatiga, el estado de ánimo y la cognición en particular, en asociación con la migraña, y los vínculos sugeridos con trastornos como el síndrome de fatiga crónica y la depresión. Nuestra hipótesis es que la migraña debería considerarse un trastorno neural de la función cerebral, en el que las alteraciones de las redes aminérgicas que integran el sistema límbico con los sistemas sensoriales y homeostáticos se producen de forma temprana y persisten tras la resolución de la cefalea y quizás de forma interictal. Las asociaciones con algunos de estos otros trastornos pueden aludir a la sensibilidad sensorial inherente del cerebro migrañoso y a la neurobiología y los sistemas neurotransmisores compartidos, más que a una verdadera comorbilidad.
Significado del malestar
Una mujer de 82 años ingresa en el hospital por deterioro del estado general, cefalea intensa y difusa y ptosis completa del lado izquierdo. Una tomografía computarizada de la cabeza no reveló ninguna hemorragia subaracnoidea. Partiendo de la hipótesis de que los síntomas eran consecuencia de un infarto en el tronco cerebral, se continuó la medicación anterior con Aspirina. Después de repetidos vómitos se desarrolló una deshidratación hipotensiva que fue tratada adecuadamente. Debido a la confusión, a los recuentos elevados de glóbulos blancos y a los signos de meningismo, se realizó una punción espinal. Sólo la serología para Borrelia-IgG fue positiva, por lo que el paciente recibió Rocephin. Durante el tratamiento sólo persistió la ptosis, por lo que se suspendió la sustitución con sodio y la medicación con Prednisona. Después los síntomas reaparecieron y los resultados del laboratorio mostraron insuficiencia de la hipófisis. Una resonancia magnética mostró un microadenoma de la hipófisis con hemorragia local. Nueve meses después de la apoplejía hipofisaria, con la sustitución hormonal sólo persistía un estrabismo divergente en el lado izquierdo. Se discuten los hallazgos clínicos, el curso y la terapia de la apoplejía hipofisaria.
Cansancio y dolor de cabeza
Malaise, que en última instancia se remonta al francés antiguo, forma parte del inglés desde el siglo XVIII. Sin embargo, uno de sus usos más notables se produjo en 1979, más o menos. El Presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, no llegó a utilizar la palabra en su discurso televisado del 15 de julio, pero se conoció como el “discurso del malestar”. En el discurso, Carter describió a Estados Unidos como una nación que se enfrenta a una “crisis de confianza” y que está plagada de “parálisis, estancamiento y deriva”. Unos días más tarde habló de un “malestar nacional”, y no es difícil ver por qué el nombre de “malestar” se mantuvo. El discurso fue alabado por algunos y criticado por otros, pero sea cual sea su política, sigue siendo una vívida ilustración del significado del malestar.
Desde el verano pasado, cuando los problemas financieros del Grupo Evergrande de China provocaron una venta de los bonos de la gigantesca empresa inmobiliaria y los de sus homólogos, el mercado ha seguido profundamente angustiado, sin que se vislumbre el fin del malestar.