La depresión: un sentimiento público pdf
La crisis de la Baja Edad Media fue una serie de acontecimientos ocurridos en los siglos XIV y XV que pusieron fin a siglos de estabilidad europea[1]. Tres grandes crisis provocaron cambios radicales en todos los ámbitos de la sociedad: el colapso demográfico, la inestabilidad política y las convulsiones religiosas[2].
La Gran Hambruna de 1315-1317 y la Peste Negra de 1347-1351 redujeron la población tal vez a la mitad o más, al tiempo que el Período Cálido Medieval llegaba a su fin y comenzaba el primer siglo de la Pequeña Edad de Hielo. Hubo que esperar hasta el año 1500 para que la población europea recuperara los niveles de 1300.[2] Las revueltas populares en la Europa bajomedieval y las guerras civiles entre nobles, como las Guerras de las Rosas, fueron habituales -Francia se enfrentó internamente nueve veces- y hubo conflictos internacionales entre reyes, como Francia e Inglaterra en la Guerra de los Cien Años.
La unidad de la Iglesia Católica Romana se rompió con el Cisma de Occidente. El Sacro Imperio Romano Germánico también estaba en decadencia; tras el Gran Interregno (1247-1273), el Imperio perdió cohesión y, políticamente, las dinastías separadas de los distintos estados alemanes pasaron a ser más importantes que su imperio común.
Proyecto de sentimientos públicos
7La creación de sistemas fiscales eficaces se enfrentó, de hecho, a algunos obstáculos formidables. Las monarquías inglesa y castellana fueron las primeras en intentar superarlos. Lo vimos con los malogrados intentos de Juan Lackland basados en el precedente del rescate de Ricardo Corazón de León. La Reconquista estuvo a punto de convertir a Castilla en un estado cruzado. Así, en 1091 se pudo pedir, a través de las encomiendas, contribuciones para pagar la infantería. Pero los soberanos descubrieron muy pronto sus límites, ya que los reyes ingleses no lograron convencer a sus súbditos de que la reconquista de sus tierras continentales les concernía -por no hablar del fiasco del asunto de Sicilia que desencadenó la “Guerra de los Barones”-, mientras que la implicación de Alfonso X en la carrera por el título imperial arruinó su crédito, tanto real como figurado. En Francia, Estado dómino por excelencia, las exacciones impuestas para la Cruzada y luego para el rescate de Luis IX no fueron suficientes para hacer olvidar la excepcional riqueza del dominio real francés, subrayada por cierto por el dicho de que “el rey debe vivir de sus propios recursos”. 14 Aunque la guerra fue siempre el desencadenante, como hemos dicho, en realidad hubo muchos cambios estructurales en el contexto de los distintos procesos, algunos largos y otros no tanto, que condujeron a la instauración permanente del sistema tributario e hicieron que los súbditos aceptaran este nuevo tipo de gravamen como un añadido a los que ya existían.
Resumen de Depresión: un sentimiento público
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