Cómo dejar de sentir ansiedad en la piel
El estrés y la ansiedad son dos respuestas fisiológicas y psicológicas a los acontecimientos de nuestra vida y a cómo los percibimos. Estas respuestas afligen a muchas personas en todo el mundo, desde casos leves a graves. En el mundo occidental, debido a que nuestras vidas son tan ajetreadas, a menudo no hay tiempo suficiente en el día para respirar profundamente y meditar. Debido al ajetreo de la vida cotidiana, a menudo podemos sentirnos abrumados y experimentar ataques de estrés o ansiedad. Una amplia gama de síntomas se asocian a estos sentimientos, pero lo que hacen a nuestra piel a menudo puede pasar desapercibido o ser descuidado. En este artículo, exploraremos qué son exactamente el estrés y la ansiedad y qué tipo de impacto pueden tener en nuestra piel.
Antes de comprender cómo afectan el estrés y la ansiedad a la piel, puede ser útil conocer la diferencia entre ambos porque es fácil confundirlos como si fueran la misma cosa. En pocas palabras, el estrés es una respuesta a una causa externa, mientras que la ansiedad es una lucha interna. Puedes estresarte en el trabajo debido a unos plazos estrictos, o puedes estresarte cuando tu pareja no coopera en la relación. La ansiedad, en cambio, puede no tener causas externas y se caracteriza por una preocupación o aprensión persistente por algún acontecimiento futuro que aún no ha ocurrido (o que puede no ocurrir nunca). La ansiedad puede producirse incluso cuando no hay situaciones amenazantes en la vida. El estrés y la ansiedad pueden tener síntomas similares, por lo que la gente suele confundirlos como si fueran el mismo sentimiento. Entre estos síntomas se encuentran el nerviosismo, los dolores de cabeza, la presión arterial alta, la pérdida de sueño y de apetito, y la respiración superficial o rápida.
Qué trastorno de ansiedad tengo
¿Estás estresado? Tu piel puede demostrarlo. Los estudios demuestran que tanto el estrés agudo como el crónico pueden ejercer efectos negativos sobre el bienestar general de la piel, así como exacerbar una serie de afecciones cutáneas, como la psoriasis, el eczema, el acné y la caída del cabello.
Pero no se trata sólo de un camino de ida. Las investigaciones también han demostrado que la piel y los folículos pilosos contienen complejos mecanismos para producir sus propias señales que inducen al estrés, que pueden viajar al cerebro y perpetuar la respuesta al estrés.
Puede que ya hayas experimentado la conexión entre el cerebro y la piel. ¿Alguna vez te has puesto tan nervioso que has empezado a sonrojarte o a sudar? Si es así, has experimentado una respuesta de estrés aguda y temporal. Pero la ciencia sugiere que la exposición repetida a factores de estrés psicológicos o ambientales puede tener efectos duraderos en la piel que van mucho más allá del rubor, e incluso podrían afectar negativamente a su bienestar general.
El eje cerebro-piel es una vía interconectada y bidireccional que puede trasladar el estrés psicológico del cerebro a la piel y viceversa. El estrés activa el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal (HPA), un trío de glándulas que desempeñan un papel clave en la respuesta del organismo al estrés. Esto puede provocar la producción de factores proinflamatorios locales, como el cortisol y las hormonas clave en la respuesta al estrés de lucha o huida, llamadas catecolaminas, que pueden dirigir las células inmunitarias del torrente sanguíneo a la piel o estimular las células cutáneas proinflamatorias. Los mastocitos son un tipo de célula cutánea proinflamatoria clave en el eje cerebro-piel; responden a la hormona cortisol a través de la señalización de los receptores, y contribuyen directamente a una serie de afecciones cutáneas, incluido el picor.
Lista de síntomas de ansiedad
Una idea errónea sobre el cuidado de la piel es que tiene como único objetivo la apariencia externa. Sin embargo, lo que muchos no saben es que la piel es, de hecho, el órgano más grande de nuestro cuerpo, lo que significa que puede verse afectada cuando experimentamos estrés o ansiedad.
Es posible que la correlación entre la salud mental y la piel no sea tan evidente en comparación con otros síntomas relacionados con el estrés, como los dolores de cabeza, pero hay muchos estudios científicos que demuestran la relación entre ambos. En definitiva, casi todo lo que puede estresarte -desde la mala calidad del sueño hasta una dieta poco saludable- puede dar lugar a afecciones de la piel como el acné.
La fundadora de Disciple, Charlotte Ferguson, que también es psicoterapeuta titulada, es una firme partidaria de cuidar la salud mental para mejorar la piel. Según la experta, algunos de los efectos secundarios más comunes de los estilos de vida exigentes van desde el acné y los eczemas hasta el envejecimiento prematuro. Tras haber experimentado ella misma estos efectos después de un periodo de intensas jornadas laborales, Ferguson creó Disciple, una marca de belleza basada en el bienestar interior y la curación de la piel.
Cortisol
El estrés es una condición humana común, y todo el mundo lo experimenta en algún momento de su vida. Y aunque usted puede pensar que estar estresado es solamente un estado mental, eso no es cierto – el estrés puede afectar a todo su cuerpo, incluyendo la salud de su cabello, piel y uñas. Hoy, Florida Dermatology and Skin Cancer Centers está aquí para explicar el impacto que el estrés tiene en la salud y la apariencia de su piel.
Su cuerpo responde a los cambios en su estado psicológico; condiciones como el estrés, la depresión y la ansiedad pueden causar nuevos problemas de la piel para desarrollar o problemas de la piel existentes para agudizar. Cuando uno se siente estresado, el sistema nervioso simpático libera en el cuerpo hormonas del estrés como el cortisol y la adrenalina. El cortisol provoca un aumento de la producción de grasa en las glándulas de la piel, lo que puede provocar la obstrucción de los poros y los brotes de acné. El estrés crónico provoca un aumento constante de los niveles de estas hormonas y puede tener un efecto negativo en la salud de la piel.
Además, las condiciones psicológicas provocan un aumento de la inflamación interna. Cuando el cuerpo percibe una amenaza, el sistema inmunitario envía una respuesta para hacerle frente: esa respuesta es la inflamación. Normalmente, la inflamación ayuda a proteger y curar nuestro cuerpo de los microbios y las heridas, pero un cuerpo bajo estrés hace que el sistema inmunitario reaccione de forma exagerada y envíe una respuesta inflamatoria.