Las 10 etapas de la embriaguez
La enfermedad de Alzheimer puede provocar cambios en la intimidad y la sexualidad tanto en la persona que padece la enfermedad como en el cuidador. La persona con Alzheimer puede sentirse estresada por los cambios en su memoria y sus comportamientos. El miedo, la preocupación, la depresión, la ira y la baja autoestima (lo mucho que la persona se quiere a sí misma) son comunes. La persona puede volverse dependiente y aferrarse a usted. Es posible que no recuerde su vida en común y sus sentimientos hacia el otro. La persona puede incluso enamorarse de otra persona.
Usted, el cuidador, puede alejarse de la persona en un sentido emocional y físico. Puede sentirse molesto por las exigencias de los cuidados. También puede sentirse frustrado por los constantes olvidos de la persona, sus repetidas preguntas y otros comportamientos molestos.
La mayoría de los enfermos de Alzheimer necesitan sentir que alguien les quiere y se preocupa por ellos. También necesitan pasar tiempo con otras personas, así como con usted. Sus esfuerzos por atender estas necesidades pueden ayudar a la persona con Alzheimer a sentirse feliz y segura. Es importante tranquilizar a la persona:
Etapas del duelo
Antecedentes: La erotomanía, también conocida como síndrome de Clerambault, se caracteriza por el delirio de que una persona se ha enamorado del paciente. Ocasionalmente aparece de forma secundaria a trastornos psiquiátricos y enfermedades cerebrales orgánicas. Sin embargo, no se ha informado de casos secundarios a la demencia con cuerpos de Lewy (DCL).
Presentación del caso: La paciente era una mujer de 83 años que vivía sola. El deterioro cognitivo leve apareció a la edad de 82 años. Poco después, tuvo la convicción delirante de que su médico de cabecera estaba enamorado de ella. Sus síntomas, como el deterioro cognitivo gradualmente progresivo, las fluctuaciones cognitivas y el parkinsonismo, indicaban DCL. Fue tratada con una pequeña dosis de agentes antipsicóticos.
Conclusiones: Este informe de caso sugiere la posibilidad del síndrome de Clerambault durante las primeras etapas de la DCL. Se necesitan más investigaciones para aclarar el mecanismo y el tratamiento del síndrome de Clerambault en pacientes con DCL.
La erotomanía (síndrome de Clerambault) es un trastorno relativamente raro, caracterizado por el delirio de que una persona está enamorada del paciente (1). El objeto del delirio suele tener un estatus social más alto que el del paciente y suele permanecer inalterado (1). La epidemiología del trastorno no está clara (2). La forma pura del síndrome de Clerambault no puede explicarse por ningún otro trastorno psiquiátrico y un trastorno psiquiátrico preexistente se asocia con la aparición del síndrome en su forma secundaria (3). La esquizofrenia es la comorbilidad psiquiátrica más frecuente en la forma secundaria (4). Además, hay pocos informes sobre el síndrome de Clerambault en el curso clínico de la demencia (5), como la enfermedad de Alzheimer (EA) (2, 6, 7), la demencia vascular (8) y la demencia frontotemporal (9).
Test de erotomanía
Recientemente, los medios de comunicación se han hecho eco de sucesos relacionados con el asesinato-suicidio. En este trabajo, el autor realiza una amplia revisión bibliográfica de estudios sobre el asesinato-suicidio. El propósito es determinar si la incidencia del asesinato-suicidio está aumentando y cuáles son sus factores de riesgo. Los resultados de esta revisión muestran que la incidencia del asesinato-suicidio se mantiene por debajo del 0,001%. Los factores de riesgo del asesinato-suicidio se basan en la relación entre el agresor y las víctimas, los antecedentes de violencia doméstica, el sexo del agresor y de la víctima, la edad del agresor, la presencia de divorcio/separación, el uso del arma y los antecedentes de enfermedad mental. Este documento muestra que la incidencia de los asesinatos-suicidios es baja, estable y similar a lo que se ha informado en el pasado. Sin embargo, existen algunos factores de riesgo distintos para el asesinato-suicidio, entre los que se incluyen: el abuso de sustancias (no tan común), la mayoría de los autores masculinos, la depresión (más común), y los hombres mayores que cuidan a sus hijos están en riesgo.
A partir de 1992, la incidencia del asesinato-suicidio en Estados Unidos y otros países occidentales se mostró estable a lo largo de los 40 años anteriores. La incidencia no cambió aunque las tasas de homicidio-suicidio pueden haber sido más altas en una zona o extremadamente bajas en otra. En 1983, Coid6 revisó 17 estudios desde 1900 hasta 1979 que involucraban a 10 naciones y encontró que la incidencia de homicidio-suicidio era sorprendentemente similar y constante. Encontró que la incidencia estaba entre 0,2 y 0,3 por 100.000. En los países y estados con altas tasas de homicidio, los porcentajes de aquellos que eran asesinatos-suicidios eran bajos, y en aquellos lugares con bajas tasas de homicidio, el porcentaje de asesinatos-suicidios era alto. Lo mismo se encontró con la tasa de suicidios. Marzuk et al.5 también describieron una encuesta de la revista Time en la que se analizaba la tasa de asesinatos-suicidios en una semana y se estimaba de forma conservadora que la incidencia en Estados Unidos era de 0,2-0,3/100.000 al año.
Etapas de la embriaguez divertida
El sol negro de Julia Kristeva: Depresión y melancolía (1989) y Surviving Trauma, de David Aberbach: Pérdida, literatura y psicoanálisis (1989) abordan ambos este doloroso y común problema de la depresión; en concreto, ambos abordan la cuestión de cómo la depresión se comunica en el lenguaje y se cura o se trabaja en la literatura y el arte. Sin embargo, más allá de su tema común y de una formación común en psicoanálisis, Kristeva y Aberbach difieren enormemente en sus métodos de aproximación a la conjunción de depresión y significación.
El efecto terapéutico del lenguaje poético se debe también a la polivalencia o “polinomia” (1980:112) del signo bajo la función poética: aquí, en el desquiciamiento del sentido, en la memoria del cuerpo, el sujeto tiene “una oportunidad de imaginar el sinsentido, o el verdadero sentido, de la Cosa” (1989:97). El lenguaje poético abre el lenguaje en su totalidad, entrando en una tensión productiva con lo simbólico. El artificio resultante permite paradójicamente la representación, o al menos la sugerencia, de un objeto perdido y amado más allá de las palabras -y esto porque el arte es, por su propia naturaleza, una “alegoría… de lo que ya no es… rehaciendo la nada” (1989:99). Al igual que el juego superficial del discurso analítico, la hermosa superficie del arte traduce una pérdida profunda e invisible.