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Ansiedad y problemas intestinales

mayo 17, 2022
Ansiedad y problemas intestinales

Dolor de estómago ataque de pánico

La conexión entre el intestino y el cerebro no es una broma; puede relacionar la ansiedad con los problemas estomacales y viceversa. ¿Ha tenido alguna vez una experiencia que le haya hecho sentir “tripas”? ¿Ciertas situaciones le hacen “sentir náuseas”? ¿Ha sentido alguna vez “mariposas” en el estómago? Utilizamos estas expresiones por una razón. El tracto gastrointestinal es sensible a las emociones. La ira, la ansiedad, la tristeza, la euforia… todos estos sentimientos (y otros) pueden desencadenar síntomas en el intestino.

El cerebro tiene un efecto directo sobre el estómago y los intestinos. Por ejemplo, el mero hecho de pensar en comer puede liberar los jugos del estómago antes de que llegue la comida. Esta conexión va en ambas direcciones. Un intestino con problemas puede enviar señales al cerebro, al igual que un cerebro con problemas puede enviar señales al intestino. Por lo tanto, el malestar estomacal o intestinal de una persona puede ser la causa o el producto de la ansiedad, el estrés o la depresión. Esto se debe a que el cerebro y el sistema gastrointestinal (GI) están íntimamente conectados.

Esto es especialmente cierto en los casos en que una persona experimenta un malestar gastrointestinal sin una causa física evidente. En el caso de estos trastornos gastrointestinales funcionales, es difícil tratar de curar un intestino afligido sin tener en cuenta el papel del estrés y las emociones.

¿Puede el estrés causar dolor de estómago?

Los trastornos funcionales del aparato digestivo, como el síndrome del intestino irritable, se asocian a menudo con trastornos afectivos, como la depresión, la ansiedad, el pánico y el trastorno por estrés postraumático (TEPT). Algunas de estas asociaciones se observan no sólo en poblaciones clínicas, sino también en muestras poblacionales, lo que sugiere una relación con los mecanismos fisiopatológicos que subyacen tanto a la disfunción gastrointestinal (GI) como a ciertos trastornos afectivos. Los factores de estrés sostenidos y agudos que amenazan la vida desempeñan un papel importante en la aparición y modulación de los síntomas GI, así como en el desarrollo de los trastornos afectivos y el TEPT. Se propone un modelo neurobiológico que intenta explicar el desarrollo de la hipersensibilidad visceral, la disfunción neuroendocrina y autonómica característica de los trastornos GI funcionales, así como la superposición con los trastornos afectivos.

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Ansiedad, e ibs

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Los trastornos gastrointestinales (GI) suelen incluir síntomas de dolor de estómago, acidez, diarrea, estreñimiento, náuseas y vómitos. Aunque hay muchas causas posibles de los problemas gastrointestinales, cuando no se encuentra una explicación médica, suelen denominarse “síntomas gastrointestinales funcionales”.

Muchos estudios han demostrado una correlación entre la ansiedad, la depresión y los síntomas gastrointestinales funcionales. En general, los resultados de los estudios han demostrado que las personas que tienen al menos un síntoma gastrointestinal son más propensas a padecer un trastorno de ansiedad o depresión que las que no tienen ningún síntoma gastrointestinal.

Las quejas físicas inexplicables en su conjunto -incluyendo fatiga, dolor de cabeza, malestar estomacal, náuseas, diarrea, estreñimiento, mareos y dolores musculoesqueléticos- son más frecuentes en las personas con un trastorno de ansiedad y/o depresión.

Ansiedad e hinchazón de estómago

La conexión entre el intestino y el cerebro no es una broma; puede relacionar la ansiedad con los problemas estomacales y viceversa. ¿Ha tenido alguna vez una experiencia que le haya hecho sentir “tripa”? ¿Ciertas situaciones le hacen “sentir náuseas”? ¿Ha sentido alguna vez “mariposas” en el estómago? Utilizamos estas expresiones por una razón. El tracto gastrointestinal es sensible a las emociones. La ira, la ansiedad, la tristeza, la euforia… todos estos sentimientos (y otros) pueden desencadenar síntomas en el intestino.

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El cerebro tiene un efecto directo sobre el estómago y los intestinos. Por ejemplo, el mero hecho de pensar en comer puede liberar los jugos del estómago antes de que llegue la comida. Esta conexión va en ambas direcciones. Un intestino con problemas puede enviar señales al cerebro, al igual que un cerebro con problemas puede enviar señales al intestino. Por lo tanto, el malestar estomacal o intestinal de una persona puede ser la causa o el producto de la ansiedad, el estrés o la depresión. Esto se debe a que el cerebro y el sistema gastrointestinal (GI) están íntimamente conectados.

Esto es especialmente cierto en los casos en que una persona experimenta un malestar gastrointestinal sin una causa física evidente. En el caso de estos trastornos gastrointestinales funcionales, es difícil tratar de curar un intestino afligido sin tener en cuenta el papel del estrés y las emociones.

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