Ibs y estrógeno
La perimenopausia es el periodo de tiempo que precede a la menopausia. Es cuando los niveles hormonales comienzan a descender, pero antes de que la menstruación cese por completo (menopausia). Durante este periodo, estos cambios hormonales pueden causar dolor y calambres en la parte baja del vientre (abdomen) y la pelvis.
El grado de dolor puede variar, y cada persona tendrá diferentes cantidades y tipos de dolor. Puede sentirse como calambres agudos o como un dolor sordo, y ser constante o de vez en cuando, y grave o leve.
Durante la perimenopausia, si sigues teniendo la menstruación, es posible que los calambres y el dolor menstrual empeoren, junto con otros síntomas comunes del síndrome premenstrual (SPM), como la sensibilidad en los senos y los cambios de humor.
Cuando los niveles de estrógenos son altos, el cuerpo produce más prostaglandinas. Éstas son las hormonas que hacen que la matriz (el útero) se contraiga durante la menstruación; cuanto más altos sean los niveles de prostaglandinas, peores serán los calambres.
El suelo pélvico es una banda de músculos que se extiende desde el hueso púbico, en la parte delantera de la pelvis, hasta el cóccix, en la parte trasera. Sostiene los órganos pélvicos y ayuda a controlar la vejiga y los intestinos.
Dolor abdominal inferior izquierdo mujer
La ansiedad, la tensión y el estrés percibido se evaluaron mediante preguntas formuladas en el diario de salud. La ansiedad y la tensión se evaluaron por separado mediante preguntas en las que se pedía a las mujeres que se sintieran ansiosas o tensas, respectivamente, en las últimas 24 horas. Las respuestas se basaron en una escala de 0 a 4, en la que 0 era “ausente” y 4 era “extremo”. El estrés percibido se evaluó mediante la pregunta: “¿Qué tan estresante fue su día?”. Las respuestas se basaron en una escala de 1 a 6, donde 1 era “nada” y 6 era “mucho, extremadamente”. Brantley et al. hallaron una correlación significativa (r = 0,35, p < 0,01) entre la calificación de estrés global y la suma de las calificaciones de estrés en múltiples dimensiones [33].
La variable de resultado fue la gravedad del dolor abdominal, en las últimas 24 horas, tal y como se informó en el diario de salud (preguntado como, “Por favor, rellene el número que mejor describa la gravedad de cada elemento en las últimas w4 horas”). Las respuestas se dieron según la misma escala de 0 a 4 descrita anteriormente. No se preguntaron otras medidas, como la frecuencia o la duración.
Dolor abdominal bajo femenino
En un modelo univariante, la E1G (p = 0,02) y la testosterona (p = 0,02) se relacionaron significativa y negativamente con la gravedad del dolor abdominal, mientras que el estrés percibido (p = 0,06), la tensión (p < 0,001) y la ansiedad (p < 0,001) se asociaron significativa y positivamente. En un modelo multivariante, el aumento de la edad (p = 0,001) y la E1G (p = 0,04) se asociaron negativamente con la gravedad del dolor abdominal, y la ansiedad (p = 0,00) positivamente. La testosterona no mejoró el ajuste al modelo final, ni tampoco la tensión o el estrés percibido.
Estos resultados sugieren que la edad, la ansiedad y la E1G muestran una asociación significativa con la gravedad del dolor abdominal en la MT. En cambio, la percepción de estrés, la tensión, la testosterona, los biomarcadores de estrés y el estadio de la MT no lo hacen. Estos factores deberían evaluarse más a fondo en la investigación sobre el dolor abdominal experimentado durante la MT y los primeros años de la posmenopausia.
Cómo equilibrar las hormonas
En aquellos días oscuros y cada vez más lejanos en los que te sentías hinchada durante la regla, el estómago y los intestinos se vaciaban a un ritmo más lento en la última parte del ciclo menstrual, y esta misma lentitud digestiva puede ocurrir durante la menopausia. “Just Can’t Keep it in” Vale, no creemos que Cat Stevens estuviera cantando sobre problemas digestivos, pero sí que pueden ocurrir durante la menopausia.
El estrógeno ayuda a mantener la hormona del estrés, el cortisol, bajo control. Pero cuando los estrógenos bajan, el cortisol aumenta, elevando la presión arterial y los niveles de azúcar en la sangre y ralentizando la digestión. El resultado: hinchazón, indigestión, reflujo ácido, calambres abdominales dolorosos, estreñimiento, diarrea, aumento de peso, flatulencias y náuseas. La otra mala noticia es que las enfermedades existentes, como el Síndrome del Intestino Irritable (SII), pueden verse exacerbadas por la menopausia.