El impacto de las palabras negativas en los demás
En nuestra vida cotidiana, a menudo tendemos a pensar y expresarnos utilizando un lenguaje negativo, el que está lleno de “no”, “no”, “no puedo”, “no lo haré” y todo tipo de afirmaciones negativas. Aunque la mayoría de nosotros no nos damos cuenta de su impacto -es una tendencia de generaciones para comunicarnos-, estas afirmaciones afectan a la imagen que tenemos de nosotros mismos, moldean nuestra visión de la vida y predefinen nuestro comportamiento. Ya sea para hablar con los niños, con los compañeros o con uno mismo, saber dar un giro positivo a las cosas es una habilidad que merece la pena tener.
Desde la infancia hasta la edad adulta, utilizar un lenguaje positivo tiene muchas ventajas. Entre ellos, transmitir mensajes afirmativos (qué hacer frente a qué no hacer), ayudar a inculcar una mentalidad positiva y mejorar nuestro bienestar general.
Las personas más concienciadas sobre el uso del lenguaje positivo son los empleados de atención al cliente. Si alguna vez has hablado con un representante de atención al cliente, podrías haber aprendido mucho de esa conversación sin ni siquiera saberlo. Su secreto es el lenguaje que utilizan. Rara vez dirán “No puedo ayudarle, no tengo suficiente información”, sino “Permítame que le ponga con alguien que pueda ayudarle con este asunto con precisión. Muchas gracias por su paciencia y comprensión”.
Cómo influyen las palabras en los pensamientos y los actos
Así pues, el procesamiento preferente de palabras emocionales, la activación de estructuras cerebrales emocionales y los cambios en el comportamiento afectivo durante el procesamiento de palabras podrían considerarse pruebas de las teorías de la corporeización, que sostienen que el lenguaje escrito es capaz de provocar, modular y regular procesos emocionales en el cerebro y el cuerpo (véase Niedenthal, 2007; Glenberg et al., 2009).
Sin embargo, esto plantea la cuestión de la relevancia social del procesamiento corporal del lenguaje. Expresar las propias emociones a los demás e inducir emociones en los demás es una función clave del lenguaje hablado y escrito. Esto es cierto incluso en situaciones en las que no es posible la comunicación directa cara a cara: por ejemplo, enviamos mensajes de texto, escribimos en blogs y tuiteamos nuestros sentimientos a los demás y damos “me gusta/no me gusta” a otros por su afecto. Pero, ¿hasta qué punto se encarna el procesamiento del lenguaje cuando evaluamos y valoramos contenidos emocionales relacionados con el propio yo (por ejemplo, “mi miedo”) o con el yo de otra persona (por ejemplo, “su miedo”), especialmente en contextos y situaciones en los que el perceptor del mensaje no dispone fácilmente de información procedente de modalidades no verbales? En otras palabras, ¿difieren las reacciones fisiológicas periféricas corporales en función de la valencia o en función de la referencia auto-otro de una palabra? Y lo que es más importante, ¿qué significa esto teóricamente para la encarnación del lenguaje y, más en general, para la encarnación de la comunicación emocional?
5 efectos negativos de las palabras hirientes
Algunas personas dicen a sus mayores que no tienen sentido común. ¿Cómo se puede decir tal cosa? ¿Quiénes son ellos para evaluar el sentido común de los demás? Esas palabras crearán inevitablemente conflictos. No hay que decir nada que pueda herir a los demás, porque serás responsable de ello. Las personas que entienden esto no asumirán esa responsabilidad, sino que dirán siempre lo correcto, mientras que las que no lo entienden hablan imprudentemente, asumiendo la responsabilidad. La responsabilidad es tuya.
No hay que decir: “No lo entiendes”. En lugar de eso, deberíamos decirle: “Hermano, por favor, piensa, al menos piensa un poco, por favor”. Si decimos: “No lo entiendes”, ¿entonces toda esta gente es estúpida? ¿La gente habla así o no?
Dadashri: Sí, hablan así. Decirle a alguien “no lo entenderás” es el mayor gnanavaraniya karma. Uno no debería decir “no lo entenderás”, sino que uno debería decir “te haré entender”. Si dices “no lo entenderás” entonces lastimarás a la persona.
Cómo afectan sus palabras a su hijo
Con tanta incertidumbre a la que se enfrenta la gente en relación con el trabajo, la escuela, la estabilidad financiera, los planes de boda y mucho más, muchos se sienten estresados, abrumados y algunos incluso desesperanzados sobre el futuro. Lo que nos decimos a nosotros mismos sobre lo que ocurre en nuestro mundo tiene una gran influencia en cómo nos sentimos y en cómo inspiramos a otros a sentirse.
En su libro “Las palabras pueden cambiar tu cerebro”, los autores Newberg y Waldman explican cómo una sola palabra puede afectar a nuestro cerebro. Las palabras positivas estimulan la función cognitiva del cerebro, mientras que las negativas activan nuestra respuesta de lucha o huida, que ralentiza la función cognitiva. Dicen: “una sola palabra tiene el poder de influir en la expresión de los genes que regulan el estrés físico y emocional”.
La ciencia nos demuestra que el lenguaje catastrofista como: ‘Nunca nos recuperaremos de esto’. O ‘Esto es un completo desastre’ pueden afectar negativamente a nuestra salud mental y emocional, mientras que las palabras positivas pueden tener beneficios. Con el tiempo, nuestra mente cree lo que nos decimos a nosotros mismos. Las palabras optimistas nos preparan para ver un futuro mejor. Y las negativas nos mantienen estancados.