Kalampoki fobia
La Asociación Americana de Psicología (2013) define las fobias como “miedos extremos e irracionales hacia un determinado estímulo que está muy desproporcionado con respecto a la amenaza real”. En pocas palabras, cuando un miedo se agrava hasta el punto de empezar a obstaculizar nuestro funcionamiento personal, profesional y social. Clasificadas como un trastorno relacionado con la ansiedad, las fobias se encuentran entre las enfermedades psiquiátricas más prevalentes del mundo, junto con la depresión y otros trastornos de ansiedad.
Algunas fobias son más comunes que otras (puedes leerlo en nuestro otro artículo, 7 fobias comunes que todos tenemos). Suelen surgir durante la primera infancia y son el resultado de experiencias traumáticas en el pasado o tienen sus raíces en nuestra necesidad evolutiva de sobrevivir (lo que explicaría de dónde vienen las fobias a los lugares altos, a los animales peligrosos y a los desastres naturales).
Al principio de nuestra lista hay una fobia tan rara que los psicólogos siguen discutiendo si debería considerarse una fobia propiamente dicha, ya que se sabe que muy pocas personas la padecen. La alodoxofobia se define como el miedo a las opiniones de los demás. También está relacionada con el miedo al debate, a las discusiones y a las confrontaciones, así como con la ansiedad y el malestar extremos ante el discurso y la controversia. Las personas que sufren esta fobia no quieren saber ni oír las opiniones de los demás, lo que puede ser un problema en la escuela/trabajo y en las conversaciones cotidianas. Es especialmente frecuente en mujeres y adultos jóvenes de entre 18 y 34 años (Olesen, 2019).
Fobia a las palabras largas
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Las fobias son una de las enfermedades mentales más comunes en los Estados Unidos. Según el Instituto Nacional de Salud Mental (NIH), aproximadamente el 12,5% de los adultos de EE.UU. padecerán una fobia específica a lo largo de su vida. Las mujeres son más propensas a experimentar fobias que los hombres. Los síntomas típicos de las fobias pueden incluir náuseas, temblores, aceleración de los latidos del corazón, sensación de irrealidad y preocupación por el objeto temido.
La Asociación Americana de Psiquiatría (APA) identifica tres categorías diferentes de fobias: fobias sociales, agorafobia y fobias específicas. Cuando la gente habla de tener fobia a un objeto específico, como serpientes, arañas o agujas, se refiere a una fobia específica.
Araquibutirofobia
La aracnofobia es el miedo a ser enterrado vivo. Las investigaciones sugieren que surgió (y probablemente llegó a su punto álgido) durante el siglo XVIII, en una época en la que la peste hacía estragos y la gente temía que los médicos o los profesionales de la medicina los declararan muertos por error. La tafofobia era un fenómeno tan extendido que existían “ataúdes de seguridad” y los cadáveres solían almacenarse durante mucho tiempo antes de ser enterrados para asegurarse de que no se despertaran.
La eisoptrofobia es el miedo a los espejos o, más concretamente, a ver el propio reflejo en un espejo. Mirarse en un espejo puede causar a las personas con eisoptrofobia vergüenza o angustia, y puede conducir a la depresión, según un estudio de caso de 2014 que detalla la lucha de 30 años de una mujer de 55 años con esta fobia.
La ombrofobia es el miedo a la lluvia. Forma parte de una categoría que los investigadores denominan “fobias al entorno natural”, que también incluye los huracanes (lilapsofobia), la nieve (cionofobia), el frío (criofobia) y el viento (ancrafobia). Las personas con estas fobias pueden ser más propensas a tener algún tipo de educación formal relacionada con la meteorología, lo que las dota de “una mayor comprensión de los peligros potenciales asociados al mal tiempo”, según los autores de un estudio reciente.
Lista de fobias
Algunas de las formas en que esta palabra ha llegado a nuestro idioma son bastante directas, como (haptics, la palabra para “una ciencia que se ocupa del sentido del tacto”). Otras son menos directas, como (periapt, que proviene de añadir peri-, que significa “todo alrededor”, a una parte de haptein.
Tenemos la palabra para esta condición desde al menos finales del siglo XIX; Granville Stanley Hall, en su obra A Study of Ferars, escribió haber estudiado 111 “casos bien desarrollados” de dorofobia. La palabra viene del griego dora, que significa “la piel o el cuero de un animal”. Dora viene del verbo griego derein, que significa “despellejar o desollar”. Este es también el origen de derm, la palabra griega para piel, que aparece en palabras como dermatología.
W. C. Fields admite tener varias fobias, entre ellas la farmacofobia… miedo a los médicos y a la medicina… y dijo: “Dorofobia, porque una vez me tropecé con una puerta en la oscuridad”. Cuando se le indicó que la dorofobia significa miedo a las pieles, se limitó a decir: “¡No cambies de tema!” -The Leader-Post (Regina, Canadá), 30 de abril de 1938