Las fobias más tontas
Como el protagonista empollón de una sentida película de adolescentes, si tienes corofobia, tienes un miedo intenso a bailar. Como muchas otras fobias extrañas, esta palabra deriva del griego para crear una palabra más elegante e intimidante. En este caso, choro significa “baile” (y fobia siempre significará “miedo”).
Por desgracia, para los que padecen corofobia, este es un pronóstico muy sombrío. A pesar de los intentos de prohibir el baile en muchos grupos religiosos, esta práctica humana sigue siendo extremadamente popular. Conviene evitar las fiestas de trabajo, los parques infantiles, los espacios públicos (desde la invención del “flash mob”) y la mayor parte de Internet.
Ah, sí, la clásica hipopotomonstrosesquipedaliofobia. ¿Qué lista de fobias estaría completa sin ella? Curiosamente, la palabra original que se designó para esta extraña fobia fue sesquipedalofobia, derivada del latín sesqui, que significa “uno y medio”, y pedal (del latín pedis), que significa “pie”. Se utilizaba en la poesía romana para referirse a palabras “de un pie y medio”. (¿Quién dijo que los antiguos no tenían un gran sentido del humor?)
Anatidaefobia
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Las fobias son una de las enfermedades mentales más comunes en los Estados Unidos. Según el Instituto Nacional de Salud Mental (NIH), aproximadamente el 12,5% de los adultos de EE.UU. padecerán una fobia específica a lo largo de su vida. Las mujeres son más propensas a experimentar fobias que los hombres. Los síntomas típicos de las fobias pueden incluir náuseas, temblores, aceleración de los latidos del corazón, sensación de irrealidad y preocupación por el objeto temido.
La Asociación Americana de Psiquiatría (APA) identifica tres categorías diferentes de fobias: fobias sociales, agorafobia y fobias específicas. Cuando la gente habla de tener fobia a un objeto específico, como serpientes, arañas o agujas, se refiere a una fobia específica.
Fobias extrañas
La tafofobia es el miedo a ser enterrado vivo. Las investigaciones sugieren que surgió (y probablemente llegó a su punto álgido) durante el siglo XVIII, en una época en la que la peste hacía estragos y la gente temía que los médicos o los profesionales de la medicina los declararan muertos por error. La tafofobia era un fenómeno tan extendido que existían “ataúdes de seguridad” y los cadáveres solían almacenarse durante mucho tiempo antes de ser enterrados para asegurarse de que no se despertaran.
La eisoptrofobia es el miedo a los espejos o, más concretamente, a ver el propio reflejo en un espejo. Mirarse en un espejo puede causar a las personas con eisoptrofobia vergüenza o angustia, y puede conducir a la depresión, según un estudio de caso de 2014 que detalla la lucha de una mujer de 55 años con esta fobia durante 30 años.
La ombrofobia es el miedo a la lluvia. Forma parte de una categoría que los investigadores denominan “fobias al entorno natural”, que también incluye los huracanes (lilapsofobia), la nieve (cionofobia), el frío (criofobia) y el viento (ancrafobia). Las personas con estas fobias pueden ser más propensas a tener algún tipo de educación formal relacionada con la meteorología, lo que las dota de “una mayor comprensión de los peligros potenciales asociados al mal tiempo”, según los autores de un estudio reciente.
Las 100 fobias más extrañas
Todos conocemos a esa persona que es lo suficientemente valiente como para enfrentarse a un ejército de cruzados y, sin embargo, le temblaría la rodilla ante una diminuta araña. Yo también tengo mucho miedo a las cucarachas voladoras, pero no a las que no vuelan; ¡ni hablar!
Una vez estuve en un rickshaw. Y creo que el conductor tenía fobia a los atascos. En el momento en que percibía la más mínima posibilidad de un pequeño atasco, giraba a la izquierda o a la derecha o daba un giro en U hacia alguna de esas rocosas y apestosas “chipa galis” (carreteras secundarias).
La fobia es una forma de trastorno de ansiedad. La persona que la padece experimenta un miedo intenso por una cosa o situación específica, a pesar de saber que el objeto del miedo rara vez supone una amenaza o peligro real. Como bien dice el autor Stephen Richards, “el miedo puede hacer que una polilla parezca del tamaño de un elefante macho”.
La mayoría de nosotros conocemos las fobias más comunes, como la acrofobia, el miedo a las alturas; la acuafobia, el miedo al agua; la agorafobia, el miedo a los lugares públicos; la claustrofobia, el miedo a los lugares cerrados, etc.