Nombre de la fobia a las agujas
A veces hacían falta tres enfermeras para sujetarme. Esto puede parecer extremo, pero era totalmente necesario, ya que tenía tendencia a llorar, a retorcerme de la silla y a correr por el pasillo del departamento de flebotomía pediátrica para escapar.
Era el verano entre el segundo y el tercer grado, y debido a complicaciones con el virus de la varicela, terminé con púrpura trombocitopénica idiopática, lo que significaba que debía sacarme sangre semanalmente. La púrpura trombocitopénica idiopática es un trastorno sanguíneo que se caracteriza por un bajo recuento de plaquetas y por la aparición de moretones con mucha facilidad, y puede parecerse mucho a la leucemia. Para asegurarme de que mis recuentos no entraban en territorio peligroso, tenía una cita semanal permanente para un análisis de sangre durante todo un verano.
No sé quién temía más estas citas: si yo o las enfermeras encargadas de recoger mis muestras de sangre. En cuanto me sentaba en esa silla de plástico duro con un reposabrazos alargado, pasaba de ser una niña de 7 años, atrevida pero de modales suaves, a una criatura de una película de terror. Siempre me habían dado miedo las agujas, pero esta vez no se trataba de una simple vacuna que me iban a poner en la enfermería del colegio. Sabía que los resultados de este análisis de sangre podían significar que estaba lo suficientemente enferma como para tener que pasar la noche en el hospital.
Cómo no tener miedo a las agujas
A nadie le gustan especialmente las agujas, pero aproximadamente una cuarta parte de nosotros tiene auténtica fobia a las inyecciones. Esta cifra es mucho mayor en los niños. La fobia puede provocar ansiedad, aceleración del corazón, náuseas, dolor en el pecho e incluso desmayos. La peor consecuencia es que este miedo puede impedir que algunas personas se vacunen, haciéndolas vulnerables a enfermedades que se pueden prevenir.
Es bueno tratar el miedo a las agujas cuando los niños son pequeños, ya que un miedo leve puede convertirse en una fobia total más adelante y resulta mucho más difícil de tratar. Por eso, aquí tienes algunas cosas que puedes hacer para ayudar a controlar ese miedo cuando llegue el momento de las vacunas. Ten en cuenta que recibir muchas agujas al mismo tiempo puede ser especialmente difícil para los niños.
Piensa en el tiempo de antelación con el que avisas a tu hijo de que se van a poner las vacunas. Si se lo dices con semanas de antelación, podrías estar dándoles tiempo para que su ansiedad aumente innecesariamente. Pero tampoco le sorprendas. Al fin y al cabo, tú conoces a tu hijo mejor que nadie, así que usa tu instinto para saber con cuánta antelación le avisas.
Aguja hipodérmica
Para muchas personas, la experiencia de recibir una aguja puede ser desagradable. Sin embargo, para algunas personas, la experiencia es mucho más difícil, presentándose como una verdadera fobia caracterizada por una ansiedad y un miedo graves y persistentes. En consecuencia, este grupo de pacientes suele evitar las experiencias relacionadas con las agujas. Esta evitación de las agujas se extiende al ámbito de la inmunización, lo que hace que la persona sea susceptible de contraer enfermedades que se pueden prevenir con vacunas. Esto puede dar lugar a otros procedimientos que impliquen agujas en caso de que se encuentren mal.
En general, se recomienda que los niños y adultos con ansiedad, discapacidades intelectuales y fobia a las agujas eviten acudir a los centros de vacunación a gran escala para la inmunización. Estos lugares son ruidosos y concurridos y pueden aumentar la angustia. Es preferible acudir a lugares más pequeños, como una clínica o una farmacia. Es importante hablar con el proveedor de vacunas antes de la cita para elaborar un plan individualizado sobre cómo abordar la experiencia de la vacunación.
Aguja de jeringa
Muchas personas temen las inyecciones hasta cierto punto, pero una vez que ese miedo se vuelve persistente, excesivo e irracional, entonces el miedo se convierte en una fobia. La fobia a las inyecciones/agujas es el miedo y la evitación de recibir varios tipos de inyecciones, y/o de que se le extraiga una muestra de sangre mediante una venopunción.
Se trata de una fobia específica y es muy común, pero no está bien reconocida. Se cree que afecta a entre el 3,5% y el 10% de la población. La evitación, la ansiedad o la angustia causadas por la fobia a las inyecciones/agujas pueden interferir significativamente en la rutina normal de la persona, en su funcionamiento profesional o académico y en sus actividades o relaciones sociales.