Prueba de misofonía
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La misofonía, también llamada síndrome de sensibilidad selectiva al sonido, es una enfermedad en la que ciertos sonidos desencadenan un arrebato marcado por la irritación, la ira o la agresividad. Las personas con misofonía reaccionan de forma extrema y a menudo emocional a ciertos sonidos “desencadenantes”. Las reacciones van desde la molestia, la huida o incluso la rabia, y algunos individuos arremeten con violencia.
La misofonía es una enfermedad poco conocida y poco investigada. El término misofonía no surgió para describir el trastorno hasta el año 2000, aunque la afección se describió mucho antes como síndrome de sensibilidad selectiva al sonido. La concienciación sobre este trastorno ha aumentado desde que se emitieron varias noticias a nivel nacional sobre este trastorno en 2011.
Sensibilidad al sonido
¿Es usted o alguien que conoce muy sensible a una serie de sonidos? La intolerancia a ciertos sonidos no es necesariamente un problema de audición. En realidad, puede ser el resultado de condiciones psicológicas conocidas como fonofobia o misofonía. Estas condiciones pueden afectar significativamente a la capacidad de una persona para tolerar ciertos sonidos, y a menudo hace que actúe de forma excesivamente asustada o irritada cuando alguien emite un sonido que es percibido como desagradable por los afectados. Los ataques de rabia, los ataques de pánico y las crisis nerviosas son síntomas comunes de estas afecciones. ¿Quiere saber más sobre la fonofobia y la misofonía? Siga leyendo para saber más sobre los síntomas de estas afecciones y su tratamiento.
“Miso” significa en griego odio o aversión, mientras que el también griego “phonia” significa sonido. Así, la misofonía se refiere a la intolerancia a ciertos sonidos, como el goteo de los grifos, la escritura en el teclado o el masticar chicle. La exposición a estos sonidos puede hacer que los afectados se vuelvan extremadamente irritables.
Misofonia
La misofonía es un trastorno de disminución de la tolerancia a sonidos específicos o a sus estímulos asociados que se ha caracterizado utilizando diferentes lenguajes y metodologías.[4] Las reacciones a los sonidos desencadenantes van desde el enfado y la molestia hasta la activación de una respuesta de lucha o huida.[5] La afección se denomina a veces síndrome de sensibilidad selectiva al sonido. Entre los desencadenantes más comunes se encuentran los sonidos orales (por ejemplo, la respiración ruidosa, la masticación, la deglución), los chasquidos (por ejemplo, el golpeteo del teclado, el golpeteo de los dedos, los limpiaparabrisas) y los sonidos asociados con el movimiento (por ejemplo, la inquietud)[5] A menudo, los sonidos odiados son de naturaleza repetitiva.
Aunque la condición fue propuesta por primera vez en 2001 por Jastreboff y Jastreboff,[6] aún no se ha considerado una condición diagnosticable.[5] La misofonía no está clasificada como una condición auditiva o psiquiátrica, por lo que es diferente de la fonofobia (miedo al sonido); no hay criterios de diagnóstico estándar, y hay poca investigación sobre lo común que es o el tratamiento.[5] Los defensores sugieren que la misofonía puede afectar negativamente a la capacidad de lograr objetivos de vida y disfrutar de situaciones sociales. En 2019 no existían métodos basados en la evidencia para manejar la condición.
Ansiedad por la sensibilidad al ruido
Para un chef, los sonidos de los labios, los sorbos y la deglución son la forma más elevada de adulación. Pero para alguien con cierto tipo de misofonía, estos mismos sonidos pueden ser tortuosos. Los escáneres cerebrales están ayudando a los científicos a entender por qué.
Las personas con misofonía experimentan un fuerte malestar, molestia o disgusto cuando escuchan determinados desencadenantes. Estos pueden ser la masticación, la deglución, el sorbo, el carraspeo, la tos e incluso la respiración audible. Anteriormente, los investigadores pensaban que esta reacción podía deberse a que el cerebro procesaba de forma exagerada ciertos sonidos. Ahora, sin embargo, un nuevo estudio publicado en el Journal of Neuroscience ha relacionado algunas formas de misofonía con un comportamiento de “reflejo” intensificado en el cerebro: los afectados sienten angustia mientras sus cerebros actúan como si imitaran los movimientos bucales desencadenantes.
“Se trata del primer avance en la investigación de la misofonía en 25 años”, afirma la psicóloga Jennifer J. Brout, que dirige la Red Internacional de Investigación de la Misofonía y no participó en el nuevo estudio.