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Fobia a sonidos con la boca

junio 17, 2022
Fobia a sonidos con la boca

Fonofobia

Oyes a tu cónyuge respirar cerca y te enfadas al instante. Tu hijo de 6 años bosteza y eso provoca en ti una reacción de lucha o huida. Evitas los restaurantes porque no soportas el sonido de la masticación. Los sonidos que otras personas no parecen percibir te ponen los pelos de punta.  Puede que tengas misofonía.

Las personas con misofonía se ven afectadas emocionalmente por sonidos comunes, normalmente los que hacen los demás y a los que los demás no prestan atención. Los ejemplos anteriores (respirar, bostezar o masticar) crean una respuesta de lucha o huida que desencadena la ira y el deseo de escapar. La misofonía está poco estudiada y no se sabe cuán común es. Afecta a unos peor que a otros y puede llevar al aislamiento, ya que las personas que la padecen tratan de evitar estos sonidos desencadenantes. Las personas que padecen misofonía a menudo se sienten avergonzadas y no lo mencionan a los profesionales de la salud, y a menudo éstos no han oído hablar de ella. Sin embargo, la misofonía es un trastorno real que compromete seriamente el funcionamiento, la socialización y, en última instancia, la salud mental. La misofonía suele aparecer alrededor de los 12 años, y probablemente afecta a más personas de las que creemos.

Relaciones de misofonía

Para un chef, los sonidos del chasquido de los labios, los sorbos y la deglución son la forma más elevada de adulación. Pero para alguien con cierto tipo de misofonía, estos mismos sonidos pueden ser tortuosos. Los escáneres cerebrales están ayudando a los científicos a entender por qué.

Las personas con misofonía experimentan un fuerte malestar, molestia o disgusto cuando escuchan determinados desencadenantes. Estos pueden ser la masticación, la deglución, el sorbo, el carraspeo, la tos e incluso la respiración audible. Anteriormente, los investigadores pensaban que esta reacción podía deberse a que el cerebro procesaba de forma exagerada ciertos sonidos. Ahora, sin embargo, un nuevo estudio publicado en el Journal of Neuroscience ha relacionado algunas formas de misofonía con un comportamiento de “reflejo” intensificado en el cerebro: los afectados sienten angustia mientras sus cerebros actúan como si imitaran los movimientos bucales desencadenantes.

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“Se trata del primer avance en la investigación de la misofonía en 25 años”, afirma la psicóloga Jennifer J. Brout, que dirige la Red Internacional de Investigación de la Misofonía y no participó en el nuevo estudio.

Sensibilidad al sonido

Oyes a tu cónyuge respirar cerca y te enfadas al instante. Tu hijo de 6 años bosteza y eso provoca en ti una reacción de lucha o huida. Evitas los restaurantes porque no soportas el sonido de la masticación. Los sonidos que otras personas no parecen percibir te ponen los pelos de punta.  Puede que tengas misofonía.

Las personas con misofonía se ven afectadas emocionalmente por sonidos comunes, normalmente los que hacen los demás y a los que los demás no prestan atención. Los ejemplos anteriores (respirar, bostezar o masticar) crean una respuesta de lucha o huida que desencadena la ira y el deseo de escapar. La misofonía está poco estudiada y no se sabe cuán común es. Afecta a unos peor que a otros y puede llevar al aislamiento, ya que las personas que la padecen tratan de evitar estos sonidos desencadenantes. Las personas que padecen misofonía a menudo se sienten avergonzadas y no lo mencionan a los profesionales de la salud, y a menudo éstos no han oído hablar de ella. Sin embargo, la misofonía es un trastorno real que compromete seriamente el funcionamiento, la socialización y, en última instancia, la salud mental. La misofonía suele aparecer alrededor de los 12 años, y probablemente afecta a más personas de las que creemos.

Tratamiento de la misofonía

Para una persona que padece misofonía, sus desencadenantes personales son un hecho fundamental. Un desencadenante es un sonido o una vista que provoca una respuesta misofónica. Puede ser un sonido que alguien hace al masticar, un ligero chasquido de los labios al hablar o una persona que silba. Para una persona con misofonía, un desencadenante provoca una reacción involuntaria de irritación, y si el desencadenante continúa, las emociones se convierten rápidamente en ira extrema, rabia, odio o asco. Estas emociones se desprenden de la persona, y tratar de mantener la calma cuando se desencadena es inútil.

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Las emociones negativas inmediatas a un desencadenante son el sello distintivo de la misofonía. Junto con las emociones vienen las acciones fisiológicas (corporales) que acompañan a dichas emociones. Éstas incluyen el aumento de la tensión muscular general, el aumento del ritmo cardíaco, la sudoración y la sensación de angustia abrumadora. Cuando el desencadenante cesa, la agitación emocional suele continuar. Muchas personas siguen escuchando el sonido en su mente y repitiendo la experiencia en su mente. Aunque la persona puede tardar sólo unos minutos en sentirse extremadamente perturbada por los desencadenantes, puede tardar horas en calmarse y reanudar su vida normal.

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