Insecto tripofobia
Cómo citarLos insectos son una parte integral e influyente de nuestra cultura, como demuestra su infiltración en nuestro lenguaje, artes, historia, filosofía y religión. Sin embargo, a medida que la sociedad humana se ha ido urbanizando, los insectos se han ido alejando progresivamente. Como elementos significativos pero cada vez más intangibles de nuestra cultura, los insectos ocupan ahora un lugar destacado en ciertos trastornos psiquiátricos, al igual que los elementos religiosos y extraterrestres. Nuestra percepción de los insectos puede variar desde la aprensión adecuada ante la posibilidad de una picadura de abeja, pasando por las fobias subclínicas y clínicas a los insectos, hasta los delirios psicóticos de ataques e infestaciones de insectos. Aquí examinamos en primer lugar las fobias a los insectos, o entomofobia, que incluye la acarofobia (sarna) y la aracnofobia (arañas). En segundo lugar, nos ocupamos de los delirios más raros y graves sobre los insectos que se experimentan en algunos trastornos psiquiátricos.
Ictiofobia
¿La visión de una cucaracha correteando por el suelo de la cocina te llena de temor? Cuando viaja, ¿se obsesiona con la posibilidad de que el hotel o el centro turístico donde se aloja esté infestado de chinches? ¿Le entra un sudor frío en cuanto detecta el zumbido revelador de algún insecto volador? ¿La mera mención de la palabra “chinche” le evoca imágenes de bichos espeluznantes?
Los amigos y la familia pueden burlarse, y algunos pueden incluso acusarle de ser un cobarde. La vergüenza sólo agrava el problema. ¿Por qué algo tan insignificante debería asustarle tanto? Al fin y al cabo, la mayoría de los bichos son relativamente inofensivos y se eliminan fácilmente con un pisotón oportuno o una inyección de insecticida bien dirigida. Además, muchos insectos son realmente beneficiosos. ¿Quién puede imaginar un jardín sin mariquitas y mariposas, o una noche de verano sin luciérnagas y grillos?
Por muy tranquilizadores que sean en abstracto, los argumentos lógicos no ayudan mucho cuando te encuentras paralizado en presencia de un chinche. Si sus síntomas afectan drásticamente a su capacidad para vivir lo que consideraría una existencia normal, su ansiedad no es cosa de risa. Es posible que sufra de entomofobia, que, según la Revista Turca de Parasitología, es un miedo anormal y persistente a los insectos. Como todas las fobias, la entomofobia (o insectofobia) es una afección que debe tomarse en serio. Al igual que no nos burlaríamos de las personas que sufren ataques de pánico en espacios cerrados (claustrofobia) o cuya ansiedad social es tan grave que no pueden salir de casa (agorafobia), debemos respetar la angustia asociada a la fobia a los insectos.
Entomofobia deutsch
Se evaluó el rendimiento académico de un niño de 14 años con fobia a los insectos en el contexto de los estímulos temidos. La medida dependiente fue la tasa de cálculo matemático a través de tres condiciones que variaban las declaraciones del terapeuta sobre la presencia de grillos y la presencia real de grillos vivos. El tratamiento posterior consistió en una exposición graduada y recompensas contingentes por la realización de problemas matemáticos. Los resultados de la evaluación indicaron que el rendimiento del niño era sistemáticamente bajo en presencia de grillos vivos, pero no cuando se le informaba espuriamente de que había grillos (la principal preocupación de la remisión). Los resultados del tratamiento no indicaron ningún efecto de la exposición sola y un efecto dramático cuando la exposición se combinó con recompensas contingentes.
Las peores fobias
La entomofobia es una fobia específica caracterizada por un miedo excesivo o irreal a una o más clases de insectos, y clasificada como fobia por el DSM-5.[1] Entre los casos más específicos se encuentran la katsaridafobia (miedo a las cucarachas), la melisofobia (miedo a las abejas), la mirmecofobia (miedo a las hormigas) y la lepidopterofobia (miedo a las polillas y mariposas). Un libro afirma que el 6% de los habitantes de EE.UU. tiene esta fobia[2].
La entomofobia puede desarrollarse de varias maneras. Una de ellas es teniendo una experiencia aterradora o si la persona cree que el insecto es peligroso. Por ejemplo, si la persona cree que una mariposa es venenosa, hará todo lo posible para evitar acercarse a ella.
La entomofobia puede desarrollarse después de que la persona haya tenido una experiencia traumática con el insecto o los insectos en cuestión. Puede desarrollarse a una edad temprana o avanzada y es bastante común entre las fobias a los animales. Normalmente se tiene miedo a un tipo específico de insecto, pero en algunos casos puede abarcar la mayoría, si no todos los demás insectos, y posiblemente otros animales del filo Arthropoda. La entomofobia conlleva cambios de comportamiento: la persona con entomofobia evitará las situaciones en las que pueda encontrarse con el tipo específico de insecto. La terapia cognitivo-conductual se considera un tratamiento eficaz[1].