Tripofobia
Miedo a las semillas es una historia real de un niño que temía a Dios por encima de todas las cosas. Para ella, Dios no era más que un viejo con una larga barba blanca sentado en su trono en algún lugar. Este Dios era cruel y vengativo. Su búsqueda de “HAY MÁS” la lleva a un Dios inesperado que vive en su interior y cuyo amor está siempre presente. Leer más
Sobre el autorSigue a los autores para recibir actualizaciones de nuevas publicaciones, además de recomendaciones mejoradas.Susan CooperContenido breve visible, doble toque para leer el contenido completo.Contenido completo visible, doble toque para leer el contenido breve.Susan Cooper nació en Cuba, se trasladó a Estados Unidos en 1947. Dirigió una gran consulta de Pediatría durante 10 años. En 1972 se matriculó en la Universidad de Miami donde se graduó con una Licenciatura en Enfermería. Susan tiene 2 hijos, 2 nietos y 2 bisnietos. Actualmente vive en el sur de Florida con su perro Charlie. Su primer libro: Cómo hacerse cargo de su Salud” es un manual para aprender a navegar en el cambiante mundo médico de hoy. Pasos fáciles para mejorar su salud, y aprender a ser proactivo en el cuidado de su salud. Su próximo libro que se publicará en noviembre de 2014 “SEED FEAR” es su historia de su búsqueda espiritual y sus miedos.Leer másLeer menos
Fobia a las palabras largas
La tripofobia es una aversión a la visión de patrones irregulares o grupos de pequeños agujeros o protuberancias.[3][4] No está reconocida oficialmente como un trastorno mental, pero puede diagnosticarse como una fobia específica si se produce un miedo y una angustia excesivos.[1][3] La mayoría de las personas afectadas experimentan principalmente asco pero no miedo cuando ven imágenes tripofóbicas.[3] Una minoría de personas experimenta el mismo nivel de miedo y asco, y unas pocas expresan sólo asco o miedo.[3]
La comprensión científica de la tripofobia es limitada.[3] Aunque se han realizado pocos estudios sobre la tripofobia, los investigadores plantean la hipótesis de que es el resultado de una repulsión biológica que asocia las formas tripofóbicas con el peligro o la enfermedad y, por tanto, puede tener una base evolutiva.[1][3] La terapia de exposición es un posible tratamiento.[1]
La tripofobia no está reconocida por su nombre como un trastorno mental, por lo que no es un diagnóstico específico en el Manual Diagnóstico y Estadístico de la Asociación Americana de Psiquiatría, quinta edición (DSM-5). Sin embargo, puede incluirse en la amplia categoría de fobia específica si se trata de un miedo excesivo, persistente y asociado a una angustia o deterioro significativo[1].
Pieles con tripofobia
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La tripofobia es una aversión o miedo a los grupos de pequeños agujeros, protuberancias o patrones. Cuando las personas ven este tipo de racimos, experimentan síntomas de asco o miedo. Algunos ejemplos de objetos que pueden desencadenar una respuesta de miedo son las vainas de las semillas o una imagen cercana de los poros de alguien.
Existe un debate entre los investigadores sobre si la tripofobia es una condición genuina. Los primeros informes sobre la tripofobia se describieron por primera vez en un foro en línea en 2005, pero no se ha reconocido como un diagnóstico distinto en la quinta edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría.
Lista de fobias
La tripofobia no está reconocida oficialmente en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM) de la Asociación Americana de Psiquiatría. Sin embargo, muchas personas dicen sentir aversión a los grupos de agujeros, como los de un panal de miel, una vaina de semilla de loto o incluso el chocolate aireado.
“A algunas personas les molesta tan intensamente la visión de estos objetos que no pueden soportar estar cerca de ellos”, dice Stella Lourenco, psicóloga de la Universidad de Emory. “El fenómeno, que probablemente tiene una base evolutiva, puede ser más común de lo que creemos”.
Investigaciones anteriores relacionaban las reacciones de tripofobia con algunas de las mismas propiedades espectrales visuales que comparten las imágenes de animales evolutivamente amenazantes, como las serpientes y las arañas. El patrón repetitivo de alto contraste que se observa en los grupos de agujeros, por ejemplo, es similar al patrón de la piel de muchas serpientes y al que forman las patas oscuras de una araña sobre un fondo más claro.
“Las propiedades visuales de bajo nivel pueden transmitir mucha información significativa. Estas señales visuales nos permiten hacer inferencias inmediatas -si vemos parte de una serpiente en la hierba o una serpiente entera- y reaccionar rápidamente ante un peligro potencial”, afirma Ayzenberg.