Fobofobia
La montaña rusa vacila durante una fracción de segundo en la cima de su empinada pista tras una larga y lenta subida. Sabes lo que está a punto de suceder, y ya no hay forma de evitarlo. Es el momento de agarrarse a la barandilla, con las palmas de las manos sudadas y el corazón acelerado, y prepararse para el salvaje descenso.
El miedo es una de las emociones humanas más básicas. Está programado en el sistema nervioso y funciona como un instinto. Desde que somos bebés, estamos equipados con los instintos de supervivencia necesarios para responder con miedo cuando percibimos un peligro o nos sentimos inseguros.
El miedo nos ayuda a protegernos. Nos hace estar alerta ante el peligro y nos prepara para afrontarlo. Sentir miedo es muy natural -y útil- en algunas situaciones. El miedo puede ser como una advertencia, una señal que nos advierte de que debemos tener cuidado.
Cuando percibimos el peligro, el cerebro reacciona al instante, enviando señales que activan el sistema nervioso. Esto provoca respuestas físicas, como una aceleración de los latidos del corazón, una respiración rápida y un aumento de la presión arterial. La sangre bombea a los grupos musculares para preparar el cuerpo para la acción física (como correr o luchar). La piel suda para mantener el cuerpo fresco. Algunas personas pueden notar sensaciones en el estómago, la cabeza, el pecho, las piernas o las manos. Estas sensaciones físicas de miedo pueden ser leves o fuertes.
Tripofobia
Los sufijos ingleses -phobia, -phobic, -phobe (del griego φόβος phobos, “miedo”) se utilizan en psiquiatría para construir palabras que describen el miedo irracional, anormal, injustificado, persistente o incapacitante como trastorno mental (p. ej. agorafobia), en química para describir aversiones químicas (por ejemplo, hidrofobia), en biología para describir organismos a los que no les gustan ciertas condiciones (por ejemplo, acidofobia) y en medicina para describir la hipersensibilidad a un estímulo, normalmente sensorial (por ejemplo, fotofobia). En el uso común, también forman palabras que describen la aversión o el odio a una cosa o tema en particular (por ejemplo, homofobia). El sufijo es antónimo de -phil-.
Para más información sobre la vertiente psiquiátrica, incluida la forma en que la psiquiatría agrupa fobias como la agorafobia, la fobia social o la fobia simple, véase fobia. Las siguientes listas incluyen palabras terminadas en -fobia, e incluyen miedos que han adquirido nombres. En algunos casos, la denominación de las fobias se ha convertido en un juego de palabras, siendo un ejemplo notable un artículo humorístico publicado en 1998 por la BBC News.[1] En algunos casos, una palabra terminada en -fobia puede tener un antónimo con el sufijo -phil-, por ejemplo, germanófobo/germanófilo.
Las fobias más comunes
Una fobia es un miedo incontrolable, irracional y duradero a un determinado objeto, situación o actividad. Este miedo puede ser tan abrumador que una persona puede hacer todo lo posible para evitar la fuente de este miedo. Una respuesta puede ser un ataque de pánico. Se trata de un miedo repentino e intenso que dura varios minutos. Ocurre cuando no hay ningún peligro real.
Alrededor de 19 millones de estadounidenses tienen una o más fobias que van de leves a graves. Las fobias pueden aparecer en la primera infancia. Pero suelen aparecer por primera vez entre los 15 y los 20 años. Afectan por igual a hombres y mujeres. Pero los hombres son más propensos a buscar tratamiento para las fobias.
Las investigaciones sugieren que tanto los factores genéticos como los ambientales contribuyen al inicio de las fobias. Algunas fobias se han relacionado con un primer encuentro muy malo con el objeto o la situación temida. Los expertos en salud mental no saben si este primer encuentro es necesario o si las fobias pueden simplemente producirse en personas propensas a tenerlas.
Las personas con fobia específica saben que su miedo es extremo. Pero no pueden superarlo. El problema se diagnostica sólo cuando el miedo específico interfiere en las actividades diarias de la escuela, el trabajo o la vida doméstica.
Androfobia
¿Tiene miedo de ser juzgado por los demás? ¿Se siente cohibido en las situaciones sociales cotidianas? ¿Evita conocer gente nueva por miedo o ansiedad? Si lleva sintiéndose así durante al menos 6 meses y estos sentimientos le dificultan las tareas cotidianas -como hablar con la gente en el trabajo o en la escuela-, es posible que padezca un trastorno de ansiedad social.
El trastorno de ansiedad social es un miedo intenso y persistente a ser observado y juzgado por los demás. Este miedo puede afectar al trabajo, los estudios y otras actividades cotidianas. Incluso puede dificultar el hacer y mantener amigos. La buena noticia es que el trastorno de ansiedad social es tratable. Obtenga más información sobre los síntomas del trastorno de ansiedad social y cómo encontrar ayuda.
El trastorno de ansiedad social es un tipo común de trastorno de ansiedad. Una persona con trastorno de ansiedad social siente síntomas de ansiedad o miedo en situaciones en las que puede ser examinada, evaluada o juzgada por los demás, como hablar en público, conocer a gente nueva, tener una cita, estar en una entrevista de trabajo, responder a una pregunta en clase o tener que hablar con un cajero en una tienda. Hacer cosas cotidianas, como comer o beber delante de otras personas o usar un baño público, también puede causar ansiedad o miedo debido a la preocupación de ser humillado, juzgado y rechazado.