Tripanofobia
A veces hacían falta tres enfermeras para sujetarme. Esto puede parecer extremo, pero era totalmente necesario, ya que tenía tendencia a llorar, a retorcerme de la silla y a correr por el pasillo del departamento de flebotomía pediátrica para escapar.
Era el verano entre el segundo y el tercer grado, y debido a complicaciones con el virus de la varicela, terminé con púrpura trombocitopénica idiopática, lo que significaba que tenía que sacarme sangre semanalmente. La púrpura trombocitopénica idiopática es un trastorno sanguíneo que se caracteriza por un bajo recuento de plaquetas y por la aparición de moretones con mucha facilidad, y puede parecerse mucho a la leucemia. Para asegurarme de que mis recuentos no entraban en territorio peligroso, tenía una cita semanal permanente para un análisis de sangre durante todo un verano.
No sé quién temía más estas citas: si yo o las enfermeras encargadas de recoger mis muestras de sangre. En cuanto me sentaba en esa silla de plástico duro con un reposabrazos alargado, pasaba de ser una niña de 7 años, atrevida pero de modales suaves, a una criatura de una película de terror. Siempre me habían dado miedo las agujas, pero esta vez no se trataba sólo de una vacuna que me iban a poner en la enfermería del colegio. Sabía que los resultados de este análisis de sangre podían significar que estaba lo suficientemente enferma como para tener que pasar la noche en el hospital.
Cómo se llama el miedo a la sangre
A veces hacían falta tres enfermeras para sujetarme. Esto puede parecer extremo, pero era totalmente necesario, ya que tenía tendencia a llorar, a retorcerme de la silla y a correr por el pasillo del departamento de flebotomía pediátrica para escapar.
Era el verano entre el segundo y el tercer grado, y debido a complicaciones con el virus de la varicela, terminé con púrpura trombocitopénica idiopática, lo que significaba que tenía que sacarme sangre semanalmente. La púrpura trombocitopénica idiopática es un trastorno sanguíneo que se caracteriza por un bajo recuento de plaquetas y por la aparición de moretones con mucha facilidad, y puede parecerse mucho a la leucemia. Para asegurarme de que mis recuentos no entraban en territorio peligroso, tenía una cita semanal permanente para un análisis de sangre durante todo un verano.
No sé quién temía más estas citas: si yo o las enfermeras encargadas de recoger mis muestras de sangre. En cuanto me sentaba en esa silla de plástico duro con un reposabrazos alargado, pasaba de ser una niña de 7 años, atrevida pero de modales suaves, a una criatura de una película de terror. Siempre me habían dado miedo las agujas, pero esta vez no se trataba sólo de una vacuna que me iban a poner en la enfermería del colegio. Sabía que los resultados de este análisis de sangre podían significar que estaba lo suficientemente enferma como para tener que pasar la noche en el hospital.
Tratamiento de la fobia a las agujas nhs
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La tripanofobia es el miedo extremo a los procedimientos médicos que implican inyecciones o agujas hipodérmicas. Suele ser más común en los niños y puede disminuir a medida que las personas crecen y adquieren más experiencia en procedimientos médicos e inyecciones con agujas. Sin embargo, para algunas personas este miedo puede seguir siendo extremo y angustioso durante la edad adulta.
A pesar de que se calcula que un 10% de los estadounidenses padecen esta fobia, no se reconoció como una fobia específica en el Manual de Diagnóstico y Estadística (DSM) hasta 1994. Aunque es específica de las agujas médicas, el público en general suele referirse a este trastorno como “fobia a las agujas”.
Si tiene tripofobia, puede tener miedo de recibir atención médica, especialmente inyecciones. Cuando tenga que someterse a un procedimiento médico, es probable que experimente una presión arterial alta y una frecuencia cardíaca elevada en las horas y días previos al procedimiento. En el momento de la intervención, su presión arterial puede bajar rápidamente e incluso puede desmayarse.
Miedo a la sangre y a las agujas
Afección médicaMiedo a las agujasTratamientoTerapias basadas en la exposición y formas alternativas de inoculación clínicaFrecuenciaAlrededor del 22% de la población adulta, el 3,5-10% de la población general puede perder temporalmente el conocimiento en el momento de un procedimiento con agujas
El miedo a las agujas, conocido en la literatura médica como fobia a las agujas, es el miedo extremo a los procedimientos médicos que implican inyecciones o agujas hipodérmicas. Esto puede llevar a evitar la atención médica, incluso a dudar de las vacunas.
La condición fue reconocida oficialmente en 1994 en el DSM-IV (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, 4ª edición) como una fobia específica de tipo sangre-inyección-lesión (fobia BII). Las respuestas de nivel fóbico a las inyecciones hacen que los afectados eviten las inoculaciones, los análisis de sangre y, en los casos más graves, toda la atención médica.
Se calcula que al menos el 10% de los adultos estadounidenses tienen miedo a las agujas, y es probable que el número real sea mayor, ya que los casos más graves nunca se documentan debido a la tendencia de quien los padece a evitar todo tratamiento médico[1] Los criterios de diagnóstico de las fobias de tipo BII son más estrictos, con una prevalencia estimada del 3-4% en la población general, y esto incluye también las fobias relacionadas con la sangre[2].