Por qué las luces led me hacen daño en la cabeza
los siguientes colores primarios: rojo, azul y verde, o RGB. Cuando la luz entra en nuestro ojo, es procesada por la retina para el reconocimiento de la imagen. La retina consta de tres receptores de detección de colores llamados “conos” que son estimulados por frecuencias azules, verdes o rojas.
Para el científico que hay en nosotros, y a efectos de debate, la frecuencia de la luz visible se mide entre 400 y 700 nm (nanómetros) y cada uno de los tres conos responde a los siguientes rangos de frecuencia:
Las diferentes fuentes de luz pueden variar con la intensidad y la frecuencia del RGB. La luz azul es omnipresente en casi todas las fuentes de luz y es la principal frecuencia de color asociada a la aparición de dolores de cabeza. La intensidad de la luz azul varía de alta a baja según la fuente de luz, como sigue:
Las lámparas fluorescentes compactas (CFL) y las más recientes lámparas LED (diodos emisores de luz) destacan y proporcionan una luz brillante con un bajo consumo de energía… bueno para nuestro bolsillo y para el medio ambiente. Las CFL transmiten luz azul con picos a 405 nm y 430 nm y, cuando se combinan con el molesto parpadeo, pueden provocar dolores de cabeza a las personas sensibles a la luz. Los LEDs consumen un 65% menos de energía que las CFLs, son mucho más brillantes y duran más, lo que hace que los LEDs sean la opción más popular hoy en día para la iluminación interior, la iluminación exterior, los dispositivos digitales y las pantallas. El inconveniente es que los LED también pueden provocar dolores de cabeza perjudiciales porque transmiten luz azul de unos 425 a 500 nm con un pico intenso en torno a los 455 nm, que coincide estrechamente con el punto de máxima sensibilidad del cono azul. Esto podría ayudar a explicar por qué más personas que sufren de ataques de migraña quieren evitar el uso de la computadora o ambientes muy iluminados como una gran tienda, escuela, hospital, etc. Entender cómo funciona la luz y tener la protección adecuada es esencial para cualquiera que quiera combatir su impacto.
Cómo lidiar con la sensibilidad a la luz en el trabajo
¿Le molestan los ojos las luces brillantes? Eso tiene un nombre. Se llama fotofobia. Las molestias oculares pueden ser causadas por cualquier fuente de luz, incluyendo el sol y las bombillas fluorescentes e incandescentes. La fotofobia se caracteriza por la necesidad de entrecerrar los ojos o cerrarlos, e incluso algunos dolores de cabeza pueden estar causados por la sensibilidad a la luz.
No es una enfermedad ocular en sí misma, la fotofobia puede ser un síntoma de muchas afecciones oculares, como la infección y la inflamación. La sensibilidad a la luz puede estar asociada a la irritación de las lentes de contacto, las quemaduras solares, una abrasión de la córnea o una uveítis, entre otras. Incluso se sabe que el LASIK y otras formas de cirugía refractiva provocan una sensibilidad temporal a las luces brillantes.
Los ojos de color más claro tienen más posibilidades de experimentar fotofobia en. Esto ocurre porque los ojos de color más oscuro tienen más pigmento para protegerse de la luz solar brillante. El albinismo, en el que hay una falta total de pigmento en los ojos, se ha asociado a menudo con la sensibilidad a la luz.
Cuando se trata de tratar la fotofobia, la mejor opción es resolver el problema de raíz de la sensibilidad. Una vez realizado el diagnóstico e iniciado el tratamiento, muchos pacientes afirman que sus problemas de sensibilidad a la luz desaparecen por completo.
Dolor de cabeza por el led
Trabajar durante muchas horas en un entorno poco iluminado puede provocar un envejecimiento acelerado de los ojos, así como la posibilidad de sufrir lesiones y tensiones. Sin embargo, la exposición continua a luces brillantes puede perturbar los procesos internos de nuestro cuerpo, alterando los ciclos de sueño y disminuyendo la productividad. La prevalencia de la luz artificial, como la de los teléfonos inteligentes, las lámparas y las pantallas de ordenador, se ha atribuido ampliamente a una epidemia de miopía en Estados Unidos y otras partes del mundo. Por ello, cada vez más personas buscan una lámpara de escritorio que no moleste a sus ojos.
La iluminación LED es una opción óptima para los trabajadores de la oficina en casa, ya que tiene una serie de beneficios relacionados que pueden ayudar a reducir la tensión ocular y otros problemas de salud. Muchas lámparas LED tienen un brillo más natural que es beneficioso en lugar de negativo cuando se trata de la salud ocular, en particular, cuando se expone a ella durante largos períodos de tiempo.
Y lo que es peor, una luz inadecuada no sólo afecta a los ojos, sino que también altera el cerebro. Esto se debe a que las retinas de los ojos no sólo convierten la luz entrante en una imagen, sino que también transmiten las instrucciones de brillo de la luz a la glándula pineal del cerebro, que se ve influenciada por las señales brillantes y tenues, afectando así a la producción de melatonina. La melatonina es la hormona que determina si las personas deciden permanecer despiertas o dormir. La luz brillante inhibe la liberación de melatonina durante el día, lo que mantiene a los individuos cognitivamente concentrados. Cuando es de noche y se está listo para dormir, la luz se vuelve amarilla y opaca, y la liberación de melatonina se dispara, recordando al cuerpo que es hora de dormir.
Por qué las luces led me molestan los ojos
La mayor parte de la iluminación eléctrica se alimenta con corriente alterna, lo que hace que las bombillas parpadeen. Un estudio realizado en 1989 por el profesor Wilkins descubrió que la iluminación fluorescente que parpadeaba 100 veces por segundo duplicaba las posibilidades de que los trabajadores de oficina sufrieran dolores de cabeza. Las bombillas LED pueden parpadear 400 veces por segundo, cuatro veces más. LOS JÓVENES ADULTOS NO PUEDEN CAMBIAR LAS BOMBILLAS Los jóvenes británicos pueden ser expertos en tecnología, pero son incapaces de realizar las tareas domésticas más básicas. Los menores de 35 años no saben lo que es el bricolaje básico, y muchos ni siquiera son capaces de cambiar una bombilla o reparar una valla, según una encuesta realizada en marzo. Los investigadores descubrieron que uno de cada cinco menores de 35 años sigue recurriendo a sus padres si necesita ayuda en las tareas domésticas, y entre las mujeres la situación es aún peor: ocho de cada diez confían en sus parejas para que les arreglen las cosas en sus casas, según el estudio de la empresa británica de mantenimiento Corgi HomePlan. Publicidad