Qué hacer cuando te sientes mal
Hace algunos años conocí a un hombre que sufría una depresión grave y crónica. Llevaba lo que me parecía una vida melancólica, escuchando música triste y sentimental, leyendo lúgubres novelas existenciales y aventurándose raramente fuera de su oscura y sombría casa. Me preocupaba este hombre, y esto me dejaba perplejo. Sabía que padecía una enfermedad debilitante, pero tampoco parecía dar pasos sencillos que pudieran levantar su ánimo. Era casi como si eligiera la tristeza.
Parece un pensamiento poco generoso, lo sé, pero resulta que puede haber algo de verdad en ello. La psicóloga de la Universidad Hebrea Maya Tamir y sus colegas han estudiado cómo las personas con depresión regulan sus emociones, y puede que tengan una explicación para las paradójicas y desoladas elecciones de estilo de vida de mi conocido.
La regulación emocional es el proceso de cambiar las emociones actuales por otras más deseables. Todos lo hacemos constantemente. Es bien sabido y no es tan sorprendente que las personas deprimidas tengan dificultades con la regulación de las emociones, pero Tamir cree que hemos estado observando la desregulación de las emociones de manera equivocada. En concreto, hemos asumido que la depresión está relacionada con déficits en las estrategias de regulación, cuando en realidad el problema puede tener que ver con los objetivos de regulación.
Tristeza repentina
Sarah trata de evitar la tristeza actuando más feliz de lo que se siente para hacer sentir mejor a sus colegas, amigos y familiares. A su pareja le gustaría verla “sonreír más” o “animarse” y le preocupa no hacerla feliz.
Sentirse triste la confunde porque dice que en realidad no tiene nada por lo que estar triste. Tiene una carrera que le gusta, una relación sólida y buenos amigos. Come bien, hace ejercicio y tiene cosas en su vida que le hacen ilusión.
Me identifico con su historia. Desde que era una niña he sentido como si una parte de mí se sentara en un segundo plano observando lo que ocurre a mi alrededor, sin participar y sintiéndose triste. Sentirse triste siempre ha formado parte de mi experiencia vital, pero no es la única emoción que siento.
A lo largo de nuestra vida, nos enfrentamos a realidades dolorosas de la familia y el entorno en el que crecemos, los amigos, los rechazos, las frustraciones, la pérdida, la enfermedad y la muerte. Son experiencias humanas típicas que nos hacen sentir dolor y, sin embargo, se nos anima a reprimir lo que sentimos por ellas. (‘aléjate, no llores, no estés triste, deja de quejarte’). Aprendemos que los sentimientos felices son aceptables y que los tristes hay que reprimirlos.
¿Por qué estoy tan triste?
¿Te sientes triste sin motivo aparente? Tener las emociones exacerbadas puede deberse a factores ambientales, elecciones de estilo de vida, desequilibrios hormonales o condiciones de salud mental subyacentes como la depresión o los trastornos de adaptación.
Otras personas pueden no estar satisfechas con su vida, y por eso se sienten tristes. Pero cuando una persona se siente triste durante más de dos semanas y empieza a afectar a su vida cotidiana, puede tratarse ya de una depresión.
La tristeza es una emoción breve y subjetiva, una reacción específica y un cambio temporal en el estado de ánimo. En comparación, la depresión es una enfermedad mental persistente que cambia su vida y que necesita el diagnóstico de un profesional de la salud mental.
Hay muchas razones por las que puedes sentirte triste y no saberlo. Puede que no sea consciente de los síntomas, que los niegue o que los confunda con otra cosa. Algunos pueden ser conscientes de los síntomas pero no se dan cuenta de que ya están deprimidos.
El manual de diagnóstico psicológico DSM-V reconoce nueve categorías de depresión: trastorno depresivo persistente, depresión mayor, depresión estacional, depresión maníaca (o trastorno bipolar), psicosis depresiva, depresión perinatal, depresión situacional, depresión atípica y trastorno disfórico premenstrual.
Cómo sentirse mejor
El sábado de Pascua se sintió así. O tal vez, fue el Día Triste. Porque entramos en el santuario ese día más triste, detrás del ataúd de la tía Sandy. Y ninguno de nosotros en la sala habría adivinado que se iría en 2014. Era una de esas personas más grandes que la vida, una roca de carne y hueso para la familia. Parecía inmortal, y en el sentido más estricto, lo es.
Sí. Necesitamos la mañana de Pascua, todas las mañanas. También necesitamos el Viernes Santo, para contrarrestar cada jueves malo. Cuando veo a Jesús muriendo en la cruz para hacer de un desgraciado su tesoro, no puedo evitar saber que Él es capaz de llenar el dolor del hueco.